14/08 Mañana primera parte

Primera grabación del evento en el día 14 de Agosto de 2011

 

Raúl: Bien, voy a tocar dos puntos para empezar, están entrelazados porque tienen que ver con lo mismo porque ayer estuvimos hablando un poco de lo que era la indiferencia y ayer estuvimos hablando también un poco de lo que era la rutina, de qué hacía la rutina, ¿no? De cómo afectaba la rutina. En el día a día si vosotros os fijáis la gente no piensa profundamente, sino que se mueven –como decíamos anteriormente- como dormidos, como con piloto automático de tal manera que simplemente se mueven sin ningún tipo de patrón más que el programado, no tienen capacidad de improvisación como decíamos ayer. Hay muchísima gente que sigue en la misma rutina, sigue la misma programación constantemente y trabajan o estudian y llegan y comen, trabajan, llegan, cenan, duermen y volvamos a empezar y volvamos a empezar. Si bien es cierto que la vida da poca capacidad de improvisación porque de alguna manera estamos atados –por decirlo de alguna manera- a esas necesidades porque tenemos que trabajar para alimentarnos porque tenemos que comer y dormir para subsistir, prácticamente se va todo el tiempo del día. Sí es cierto que hay muchísima gente que con el tiempo libre que tienen hacen siempre lo mismo de tal manera que la rutina se convierte al final en monotonía y lo que es monótono es aburrido y la gente se aburre de su vida, una y otra y otra vez y al final se aburren. De ahí viene un tema que es la creatividad, porque es importante ser creativos, ser creativos con todo. Incluso la gente es rutinaria y monótona en sus trabajos, sus vidas afectivas y siempre hacen lo mismo. No solo están programados en el día a día, también están programados dentro de sus actividades. Por eso lo importante es ser creativo en cada cosa que se hace. No es lo mismo si yo estoy viajando en automóvil, tengo tres horas de viaje, no voy a llegar antes por estar enfadado, por estar preocupado… No voy a llegar antes, por lo que, ¿por qué no ser creativos? ¿Por qué no disfrutar del paisaje? ¿Por qué no disfrutar una conversación? ¿Por qué no descansar tranquilamente? Está bien, porque eso quiere decir estar aprovechando cada segundo, estar aprovechando cada instante y voy a llegar igual, pero el tiempo se me va a hacer muchísimo más corto mientras disfruto que si estoy enfadado, que si tengo prisa por llegar. Hablábamos ayer sobre la meta es la búsqueda, que tiene que ver precisamente con el asunto con el tema de disfrutar esa búsqueda, disfrutar el camino porque a la meta voy a llegar igual, en el mismo momento, entonces hay que llegar disfrutando esa búsqueda, siendo creativo con la búsqueda, siendo creativo a la hora de alcanzar los distintos objetivos, igualmente los vamos a alcanzar, ¿por qué no ser creativos en el día a día? Igualmente si tengo que trabajar tengo que terminar, ¿por qué no disfrutar? ¿Por qué no intentar encontrar lo puntos positivos de ver las cosas para que la rutina sea menos rutinaria? Y la gente vive en esa rutina y una y otra y otra hasta el punto en el que hay gente que no piensa en los demás, solo piensan en sí mismos por esa rutina, porque se acostumbran a pensar en sí mismos, porque se acostumbran a pensar en sus necesidades, en sus trabajos y se olvidan de que lo importante es el otro porque sin el otro nosotros no tendríamos razón de ser, porque si bien cada uno de nosotros somos importantes por lo que somos, no por lo que tenemos, por lo que somos, no por tener más dinero, no por tener objetos de más valor, sino por lo que representamos, sino por nuestro ser. Sí, nosotros somos importantes por nosotros mismos, pero nunca alcanzamos el grado de plenitud sin la otra persona, no tendríamos razón de ser si no tendiésemos la mano al otro, por eso es tan importante que nosotros empaticemos con el otro, que nosotros seamos con el otro, eso es algo que la gente olvida en esa rutina y entonces se crea la indiferencia, que era el otro concepto que iba a redondear con respecto a la rutina, que es la indiferencia y la gente vive con indiferencia, no deseando el mal hacia los demás, no, no dije eso, dije que no opinan sobre los demás, no se inmiscuyen en los demás, no se preocupan por los demás, tienen absoluta indiferencia las personas en el día a día. Seguramente en el ejemplo que pusimos ayer de una señora que se te adelanta en una fila la señora no te desea mal, lo más probable es que te ignore, no se preocupe por ti. Ni te ve, figurativamente. Y eso es lo que hay que evitar porque la indiferencia –como ya dije- es la absoluta enemiga del amor y puse el ejemplo de la puerta a la que se abre, te metes dentro y si una persona es hostil todavía tienes posibilidad de interactuar con ella, pero si no, si esa persona es indiferente no le importa, se va a encerrar en sí misma, no va a querer que interactúen en sí misma porque no se quiere preocupar por nadie, no quiere opinar, no quiere ayudar, pero tampoco quiere fastidiar a la otra persona, pero ahí está el problema, no interactúa con nadie y viven rutinariamente pensando en sí mismos, en sí mismos, en sí mismos. No es que vayan a provocar actos hostiles hacia el otro, pero sencillamente se olvidan del otro. Eso es uno de los temas que creo que todos habéis visto constantemente y seguís viendo constantemente porque la gente por la calle no te saluda y si te saluda no te ve, o sea, ¿cuánta gente veis que en el día a día presten servicio? Muy poquita, la gente en el día a día se vuelven como programados. “Tengo que moverme hasta aquí, coger esto, irme” y cada día harán lo mismo. Y el trabajo y la familia y cada domingo hay programado tal actividad. ¿Dónde está ese proceso de creatividad? No está. Esto es importante porque tantísima gente olvida el preocuparse por los demás porque se mueven rutinariamente, es una de la claves, si alguna vez os ha sucedido pensadlo, muchas veces es la clave. Esa rutina que aburre es la que os hace no tener en cuenta al otro porque si yo le tengo en cuenta al otro siempre el otro va a ser especial para mí y cada día va a ser único y especial para mí. Entonces, ¿por qué no mostrar el afecto de distintas maneras a la otra persona? ¿Por qué no? Está bien. Día a día y una sonrisa también es una muestra de afecto, ¿no? Pero ayer fuera de conferencia antes de comenzar explicaba lo importante que es lo que muy poquita gente hace que es adaptarse a las situaciones. A lo largo de este tiempo he podido analizar a gente que esperan sentados constantemente que el mundo se adapte a ellos, cuando somos nosotros los que nos tenemos que adaptar al mundo porque millones de personas no van a adaptarse a nosotros, somos nosotros los que nos tenemos que adaptar y la gente de repente le presenta un problema concreto y por ese mismo problema esperan que el problema se solucione solo, no se adaptan a esa situación, lo vemos diariamente que la gente no se adapta a las situaciones, pero no solo a las situaciones; quiero ir a otro punto, adaptarse a una persona, el tono, lo que le voy a decir, no va a ser lo mismo si te hablo a ti, si te hablo a ti o a ti, porque sois distintos y hay gente que no se adapta a eso. Todos sois distintos, yo no puedo hablar con una persona más dura de la misma manera que puedo hablar con una persona más suave, sería absurdo porque directamente a la suave la voy a asustar, entonces suprimo a la otra persona. Mucha gente no se adapta también por la indiferencia, porque no tienen interés en adaptarse, pero hay otras personas duras que no se adaptan porque por ego –muchas veces inconsciente, no digo que sea consciente, muchas veces es inconsciente- de querer suprimir a otras personas, por querer protagonizar y una persona puede ser dura en el habla, en sus conceptos en forma directa clara y a la otra persona que puede ser más sutil, más suave, la suprime una y otra y otra, ¿de quién es problema? Problema de ambos, no es solamente problema de quien suprime, sino también de quien se deja suprimir porque quien se deja suprimir debe adaptarse también, debe aumentar y quien está por encima, por encima en entonación, por encima en seguridad –no digo por encima como persona porque somos todos iguales- debe bajar ese nivel también, entonces los dos se adaptan y como los dos están interactuando es sano, el problema es cuando solo una de las dos persona se adapta o cuando no se adapta ninguna que también puede suceder, en este caso siempre sale perdiendo la persona con personalidad más débil, por eso es importante adaptarse a ambos, no se puede interactuar igual con todo el mundo. Insisto que esto lo podéis ver, sucede mucho en los niños que tienen padres autoritarios, duros de carácter, con ideas claras, a veces ni siquiera claras, fijas, que es peor que claras, porque claras quiere decir saber uno lo que tiene que hacer, fijas es que están encerrados en su burbuja y no les puedes cambiar ese punto de vista, no les puedes hacer reflexionar y esos padres suprimen una y otra vez a los hijos porque los hijos todavía no tienen la personalidad definida y se suprime a los hijos una y otra y otra vez y los hijos se crían con una de dos, o una personalidad débil porque le han implantado temor e inseguridad o con una personalidad fuerte porque su instinto de supervivencia los ha hecho endurecer para defenderse, para no permitir que el otro le avasalle. Entonces el niño ya tampoco va a saber adaptarse porque se ha formado su caparazón o al contrario, se ha vuelto vulnerable, débil a raíz de las críticas. Críticas o no. Por eso es importante que todos practiquéis en el día a día esa actividad que es adaptarse al otro , probadlo, probad a adaptaros con vuestras parejas, con vuestros hijos, con vuestros hermanos, con vuestros amigos. Probadlo, no tiene pérdida, es una buena actividad. Yo constantemente lo hago en consulta con los distintos pacientes que vienen a consulta. Cuando oriento o aconsejo no puedo orientar o aconsejar igual a todo el mundo, porque a una persona dura que me venga y tenga un problema con una relación le puedo decir “ah, bueno, el problema lo tienes tú”. Bien, pero una persona que venga más suave si se lo digo capaz que le implanto un engrama, entonces me estoy generando un acto hostil yo también, también es un acto hostil lo que estoy generando al otro, es por eso que nos tenemos que adaptar. Muchas veces no nos damos cuenta y nosotros hacemos daño a los demás y luego decimos “no quería”, pero ¿por qué estoy haciendo daño a los demás si simplemente le estoy contando lo mismo que le dije ayer a mi amigo Paco? Ovio, porque no tiene la misma personalidad tu hija de 15 años que tu amigo Paco, ovio, es por eso. A ella le hizo daño y a tu amigo Paco no. Y ahí entra el tener que adaptarse a los demás. Si yo a mi hija la trato de manera distinta –distinta no quiere decir ser hipócrita, luego aclaro-, no quiere decir hipócrita, quiere decir adaptarse, puede tener el mismo pensamiento, pero no va a ser lo mismo con una entonación con la que lo diga o con una forma de expresarlo que con otra forma y otra entonación, entonces es distinto; puedo decir lo mismo de muchas maneras diferentes y de repente vas a una entrevista de trabajo y si no os adaptáis no vais a entrar porque si buscan a una persona que sea fuerte y vais flojos no os van a coger. Ejemplo, pongamos que el entrevistador es un tipo muy, muy duro.

-Bueno, qué, cuéntame.

-No, yo quiero trabajar porque necesito dinero económicamente… Creo que lo puedo hacer bien, creo…

-¡Siguiente!

Esa persona no entra, además seguro.

-Bueno cuéntame.

-Sí, aquí estoy, listo para trabajar, creo que lo puedo hacer muy bien. Estoy seguro. ¿Para qué me necesitáis? Lo que queráis, aquí estoy.

Y eso es lo que buscan, entonces nos tenemos que adaptar a esa situación. Adaptar, que no quiere decir ser hipócrita porque estáis diciendo lo miso, porque vuestra idea es la misma, pero os adaptáis. No es lo mismo decir un “creo” que un “estoy seguro”. Y un día hace años un profesor que yo tenía decía:

-Yo he visto un perro verde.

-¿Dónde? –decíamos nosotros.

Ilusos de nosotros, ¿no? No es lo mismo que decir:

-Creo que vi un perro verde…

Nadie se lo va a creer. Pero una mentira de forma segura, de forma convincente puedo convenceros a todos, totalmente. Por eso es importante decir las cosas de forma directa, pero también hay que saber adaptarse y ser sutil cuando hace falta porque no puedes decirle lo mismo a una persona que a otra y a veces le tienes que dar la vuelta, tienes que ser astuto con la respuesta porque hay mucha gente que busca que precisamente seas directo para aprovecharse. Por eso, aplicarlo en el día a día. Adaptar, no es hipocresía, hipocresía sería decir otra cosa distinta que yo no estoy pensando, eso sería hipocresía y no me gustan los hipócritas, no me gustan los hipócritas. Por eso siempre digo que lo que tenéis que hacer todos en el día a día es adaptaros sin sufrir de hipocresía siendo vosotros mismos. Muchos piensan que si uno es duro y tiene que adaptarse a una persona blanda y baja ya no está siendo él. No, sois vosotros, porque vuestra esencia es la misma porque estáis diciendo lo miso, pero os estáis adaptando y a todos os hace falta, a unos más que a otros. Ese tema lo he considerado importante porque veo que mucha gente en general viven siendo de una manera siempre y luego tienen problemas en sus relaciones afectivas constantemente. Pensadlo, cada uno de vosotros conocéis muchísima gente que es directa y dura y muchísima gente que es sutil y suave. Están bien las dos personalidades, ninguna es mejor que otra, pero lo que está todavía mejor es adaptarse a ellas. Pero ayer inclusive hablábamos que hay que ser tolerantes con las personalidades de los demás, hay que ser tolerantes, lo que no puedo es exigir a una persona que cambie, que una persona que sea suave sea dura o viceversa, depende de cada uno adaptarse, no de que vosotros les impongamos que se adapten y mucha gente trata de devolver la moneda al otro y mucha gente trata de decir “bueno, bien, si el otro no se adapta, ¿por qué tengo que adaptarme yo?”. No si está bien, yo voy a adaptarme porque amo al otro, si el otro no quiere adaptarse es su problema, no es asunto mío y esto lo vemos no solo con adaptarse, lo vemos también con muchas otras cosas, muchas otras cosas. ¿Con qué cosas? “Bueno, el otro no me ama, ¿por qué lo voy a amar yo?”, “el otro no me ayuda, ¿por qué lo voy a ayudar yo?”. Y si bien no se trata de ser tontos, porque no se trata de eso, yo voy a brindarme al otro porque yo quiero, no porque el otro me lo pida, no porque el otro me lo exija, sino porque yo quiero, porque me sale de dentro y luego es asunto del otro que quiera realizar la acción o no quiera realizarla, pero que el otro nunca exija, porque si el otro exige que yo le dé lo que el otro no me da no vamos a ninguna parte, no vamos a ningún lugar, no tiene derecho a exigir la otra persona si no me está dando lo mismo y aunque me lo diera tampoco lo tiene, ¿por qué lo va a tener? Nadie tiene derecho a exigir nada, cada persona tenemos libre albedrío porque no podemos comportarnos como queramos, si el otro no me lo quiere devolver está en su total libertad, no le voy a obligar a que me devuelva ese favor, supuesto favor. Y lo vemos en el día a día cómo la gente cree que merece una cosa únicamente porque él le ha dado algo a cambio anteriormente, no tiene por qué. ¿Por qué siempre tenemos que depender de lo que haga el otro? ¿Por qué siempre tenemos que depender de que el otro mueva primero ficha para moverla nosotros? ¿Por qué? ¿Por qué estamos tan acostumbrados a que los demás primero actúen? ¿Por qué no podemos actuar nosotros por lo que somos y por lo que pensamos? Fluidamente, dejemos ya. Está bien pensar en el otro, pero hay gente que piensa en el otro siempre, pero no piensa en el otro para ayudarle, piensa en el otro en “¿qué pensará? Capaz que me está viendo que estoy actuando mal o que no soy de su agrado”. Y ese pensamiento en el otro no es sano, porque entonces vemos fantasmas y hablando de las relaciones de pareja –porque lo hemos estado tocando en infinidad de oportunidades- hay muchísima gente que se mueve a raíz de los celos, que es prácticamente la base de una ruptura y en eso estoy de acuerdo, es prácticamente siempre la base de una ruptura los celos, pero hay celos sanos también, también hay celos sanos porque si yo amo a mi pareja lógicamente me va a entrar una emoción –esos celos-. No voy a permitir por mi propia dignidad que mi pareja femenina se vea con otro hombre porque no lo voy a permitir porque tengo dignidad, evidentemente me voy a encelar. Pero, ¿qué sucede? Que hay gente que –el 99% de la gente- tiene celos insanos, y capaz que llegan cinco minutos tarde y “¿dónde has estado hoy? Bueno, seguro que te has visto con alguna. Oh, ¿qué es esto que tienes aquí pintado?” y entonces vemos fantasmas donde no los hay y vivimos dependiendo del otro, dependiendo de lo que haya hecho o no nuestra pareja constantemente y no hay nada peor para cada uno de vosotros que vivir dependiendo del otro, porque como a he dicho es pedir permiso para sobrevivir y todos tenemos suficiente valor para sobrevivir sin pedir permiso a nadie más que a nosotros mismos, incluso es cuestión de adaptarse también a los gustos del otro, porque los gustos del otro, si bien pueden no ser los propios, podemos intentar adaptarnos, ¿por qué no? Porque continúa siendo adaptación y si bien voy a tener la dignidad de si algo no me gusta no lo voy a hacer, ¿por qué no voy a probar a adaptarme al otro? Si yo amo al otro voy a querer compartir cualquier actividad con el otro y voy a aprender a amar lo que ama el otro, a respetar lo que respeta el otro, a admirar lo que admira el otro sin necesidad de que luego a mí me guste, pero ahí está el esfuerzo, el esfuerzo, no forzado, sino el esfuerzo sano, el esfuerzo del día a día, el esfuerzo de tener que poner todos y cada uno de nosotros esa gotita de nosotros, ¿no? Como el otro tiene que poner la gotita por su parte también y es la clave para una mancomunión y por eso muchas veces hay discusiones constantemente porque solo pone uno de los dos esa gotita o no la pone ninguno y piensan siempre en el otro o piensan siempre en uno y no con ese equilibrio y es muy malo pensar siempre en uno, pero es casi incluso peor pensar constantemente en el otro dependiendo, digo, del otro o qué pensará el otro o qué dirá el otro, es negativísimo eso y además desgasta mucho porque hay gente que vive diariamente en sus trabajos criticando y desgasta muchísimo, a mí me desgasta muchísimo criticar, me desgasta mucho más que estar alerta a los roles de ego que decíamos ayer que era muy desgastante. Me desgasta más criticar constantemente, porque entonces tengo que estar pendiente de cada acción de cada uno para criticarla, me agota y a la gente parece que no le agote. No, le agota también, pero muchas veces por esa inseguridad de uno mismo se forma un caparazón y critica al otro para sentirse bien uno y eso es falta de estima propia, porque quien está bien con uno mismo no precisa ver defectos en los demás.

Un día hablaba de que si bien me gusta empatizar con el otro es muy importante interactuar con cada uno, interactuar positivamente, no negativamente, compartir acciones con las personas y hay gente que depende de muchas cosas; hay gente que puede no respetar al común denominador y puedan no estar de acuerdo prácticamente con nada de lo que tú digas y ya por eso la gente se aparta. ¿Y por qué? Yo comparto con la otra persona actividades aunque las otras personas no estén de acuerdo con mi manera de pensar, con mi manera de trabajar, con mi manera de ser, porque no obligo a la otra persona a que esté de acuerdo conmigo y como no obligo a la otra persona a que esté de acuerdo conmigo entonces voy a querer estar con la otra persona y si hay una persona que critica el trabajo de uno o la forma de expresarse de uno o la forma de interactuar de uno, automáticamente lo descartan. ¿Por qué descartar? ¿Por qué invalidar? Cada uno es distinto por cómo es, ¿y qué? Está bien, puedo ser más o menos afín, no tengo por qué descartar a la persona porque todas son valiosas, porque todas me aportan algo y hay muchos pseudomaestros que hablan de invalidar a las personas que no son afines a nosotros o con las que no se comparte, hay muchos pseudomaestros que hablan de eso. Pero yo creo que todos tenemos la capacidad de interactuar con todos y todos tenemos la capacidad de adaptarnos al otro, todos tenemos esa capacidad porque yo amo –impersonalmente hablo aquí- a todos, entonces para mí no hay diferencias, pero la gente opina que hay que censurar a la gente con la que no compartimos, que es distinto no compartir a que nos critiquen, a que nos ataquen, porque si nos están atacando –y hablo de críticas destructivas, luego aclararé la diferencia-, porque si nos agreden, si nos atacan sí me voy a apartar de esa persona, sí voy a apartar a esa persona porque me va a estar haciendo daño y no lo voy a consentir porque tengo autoestima y no lo voy a consentir. Pero hay una diferencia de críticas, están las críticas constructivas y las destructivas. Ejemplos de críticas destructivas, bueno con estás creo que todos podéis sacar muchas, sólo hace falta prender el interruptor del televisor para ver críticas destructivas y no intentan ajustar esa alternativa válida que también hablábamos ayer, no te aporta ningún tipo de opción y te critican, pero te critican porque pueden tenerte envidia y te critican porque quieren destruirte, porque quieren tirarte al suelo y eso no los debemos de consentir nunca porque esa gente que critica destructivamente tenemos que mantenerla a ralla, apartada. Otra cosa es la gente que critica, pero aporta esa alternativa y dice “bueno, vamos a dar esta crítica, yo creo que…”, a nosotros nos llegan muchas veces, eh, críticas constructivas con respecto al website, nos llegan y está bien. “Bueno, yo creo que esto en la página quedaría mejor así, porque así se puede ver mejor”. Genial, no tenemos por qué hacerle caso, podemos evaluar y cambiarlo o no, pero es una crítica constructiva porque va en pos de mejorar, de construir y no de destruir. Alejémonos de toda crítica destructiva, de toda. Invitémosles a construir, es lo más bonito que hay. Pero hemos hablado sobre obrar con el otro, obrar, hacer acciones. La acción y la obra. ¿Qué quiere decir eso? Hay gente que opina que está generando un bienestar y que está haciendo un altruismo por sentarse a meditar o por estar 24h rezando. Hay gente que sí, muchos religiosos que opinan que rezar y rezar y rezar es algo que les hace bien a todos. ¿Por qué? Verdaderamente lo que hace bien al otro es la obra y en eso estoy muy en desacuerdo. Que es válida también su opinión, pero estoy en desacuerdo con la mayoría de los religiosos que se sientan a rezar a quien sea y lo vemos constantemente y esto lo he comentado con muchos de vosotros, la típica persona que va a la iglesia los domingos, pronuncian cuatro palabras bonitas, cuatro rezos, salen y en la primera esquina “hijo de p…”” –omito-. “Apártate” y ya se están peleando en el primer semáforo, entonces, ¿qué han aprendido esa gente? No han aprendido nada en esa iglesia porque es estéril pronunciar palabras bonitas si luego no lo tomas como ejemplo. Lo que yo os estoy diciendo es estéril si luego no lo aplicáis en el día a día como obra, como acción. Es estéril, no sirve para nada y ahora me podéis decir “sí, sí, lo hemos entendido todo”, pero es salir a la puerta del hotel y uno atacar al otro con un arma blanca. ¿Qué hemos aprendido entonces? Explicádmelo. No hemos aprendido nada, entonces el secreto es aplicarlo en el día a día. ¿Qué es obra? ¿Qué es servicio? Ayer mismo hablábamos de lo que es el servicio. ¿Es servicio estarse rezando 24h? ¿A quién estás sirviendo? Para mí no es eso el servicio, está muy mal entendido, para mí el servicio es tender una mano al otro, eso es el servicio. Es en el día a día el realizar distintas acciones con las que ayudamos a los más necesitados, a aquel que necesita consuelo, a aquel que necesita de apoyo, a aquel que tiene una duda resolvérsela, a aquel que necesita amor, ese es el verdadero servicio, eso sí que es ayudar al otro porque estamos actuando constructivamente y no como siempre, rezar. Bueno, ¿y eso a quién le sirve rezar? Y no estoy en contra de orar y pedir, bueno, pero luego actúa, luego tiende la mano al otro siempre que lo necesite y por eso explico que el servicio está tan y tan y tan mal entendido, tanto y hay gente que se piensa que por estar apartado en una montaña como Siddhartha, bueno, ya está prestando servicio. No, el servicio es en el día a día, para hacer servicio hay que relacionarse, todos tenemos que relacionarnos con el otro para prestar servicio de una manera u otra, todos somos sociables y debemos relacionarnos pretendiendo siempre tender una mano al otro y recibir una mano cuando nosotros lo necesitamos también. Importantísimo tender una mano al otro y no estar sentados esperando que así se resuelva. Hay siempre, siempre, siempre que moverse, que actuar. La obra la pongo por encima de todo. Y hubo una persona que dijo una vez: Jesús es verbo, no sustantivo. Jesús es obra, que no quiera decir Jesús que cambie el nombre, me da igual, quiere decir que hay que realizar obras y la obra es lo más bonito que hay. Pero y esto es complicado porque es algo que muchas veces comentan los Maestros de Luz que mucha gente después lo olvida, lo suele olvidar todo el mundo. Hay dos palabras que se parecen mucho, una es la “imposición”, otra es la “proposición” y son totalmente distintas, imponer o proponer, yo no puedo imponerle nada a nadie porque entonces estaría condicionándole, si le impusiera estaría cortándole su libre albedrío, entonces voy a proponerle y que el otro opte mediante su libre albedrío, pero la gente impone porque quieren cambiar a la otra persona, porque quieren que la otra persona haga lo que ellos les están diciendo y sucede en todo, pero muchas veces son padres que le imponen al hijo, no solo a realizar determinada acción –no hablo de un hijo pequeño, porque a veces es necesario-, “imponerle” diferentes conductas para que las entiendan, -hablo de hijos con mayor edad- y les imponen, les imponen y les imponen a lo mejor un estudio y les imponen a lo mejor un trabajo y el niño o el chico no está haciendo lo que de verdad quiere, entonces ya estamos condicionándole y los condicionamientos son muy negativos. Y pensadlo en vuestro día a día a cuanta gente habéis impuesto y muchas veces no os habéis dado ni cuenta porque capaz que no lo hacéis ni siquiera con mala fe, pero igualmente estáis imponiendo. Hay un aforismo que es muy importante porque habla de la humildad que es algo que a tanta gente le hace falta, habla de la humildad un aforismo que me dictó mi tethán Ro-El-Van varios años atrás y que muchas veces hemos debatido fuera de consulta, fuera de conferencia con Víctor y con otras personas y que hemos podido observar en mucha gente que me consulta, en mucha gente, pero mucha, en muchísima gente porque la soberbia es muy negativa, la soberbia es lo que nos hace creer saber todo. Y el aforismo dice lo siguiente: “ Tomad conciencia plena de ser sabio no es más que tomar conciencia de tener ego. El verdadero sabio no necesita tener conciencia de ello, pues nadie es nunca suficientemente sabio, nadie”. Yo aprendo cada día de cada uno de mis consultantes, de cada una de mis experiencias, de cada una de las persona yo aprendo, sigo aprendiendo y lo diré, seré maestro en algunos temas, pero seguiré aprendiendo en muchos de ellos. Y hay gente que cree saber todo de todo. Aquí va dirigido ese aforismo. Entonces una diferencia, entre la palabra “humildad” y ser hipócrita –ojo porque esto se puede confundir y mucho-, ser humilde y ser hipócrita se puede confundir y mucho. Si yo sé de algo no está mal que diga “sí, sé”, no voy a ser hipócrita y decir “no, no conozco casi. Yo de mecánica, soy mecánico, pero yo de mecánica no conozco casi”, es un ejemplo, yo no sé de mecánica, pero es un ejemplo. Sería absurdo, sería estúpido, no sería coherente, porque si de verdad sé, ¿qué tiene de malo decir: sí, sé? Y de otra cosa me queda todavía mucho que aprender, ¿y qué? Entonces está bien reconocer nuestros puntos fuertes, pero también sepamos reconocer los puntos flojos. Yo seré maestro en muchos temas, pero seré alumno hasta el último día, es algo que todo el mundo tiene que aprender, en general porque hay gente que cree saber de todo y hay gente que tiene humildad para todo, esa humildad es falsa, porque es hipocresía y parece que la gente quede muy bien cuando siempre dice “yo de esto no sé” y capaz que tienen tres doctorados, “no sé”. No es coherente, eso no es coherente y hay gente que se lamenta por el pasado, que se lamenta por lo ocurrido, pero ¿por qué? Si tenemos en cuenta que el pasado es inmodificable, ¿para qué preocuparnos por el pasado? Lo importante es el presente y lo importante será el futuro, que será lo que en ese momento suena a presente. Está bien echar la vista atrás para autoanalizarse, para ver en lo que uno se ha equivocado, pero también miremos el presente y miremos el futuro para convertirlo en un presente mejor y nunca miremos ese pasado como algo lamentable que ha sucedido, aprendamos de las experiencias del pasado, no las utilicemos nunca para lamentarnos porque el pasado no lo vais a poder cambiar nunca vosotros, ni yo, el pasado ya no se puede cambiar, entonces si nos hemos equivocado tenemos que reconocer nuestro error y mejorarlo para que no suceda en el futuro. Entonces –siempre lo digo- tratemos de mejorar para crear un futuro que sea mejor para nosotros y para los demás; armemos un futuro digno, armemos un futuro bueno para todo el mundo, para las futuras generaciones, pero también para nosotros actualmente. Centrémonos en el presente, demos pasos coherentes en el día a día, pasos constantes, poco a poco, sin prisas y sin pausas. Poco a poco, demos pasos hacia el frente, no hacia atrás, no involucionemos, que todo lo malo que haya sirva para todos. Yo tengo la costumbre de que cada cosa que me sucede sea positiva o negativa, la guardo como nota, suelo hacerlo para que luego le sirva a todo el mundo y me sirve para luego contaros cosas como la que os estoy contando, para que sirva a los demás porque a mí ya me sirvió y cuando reviso el pasado solo se me escapa una sonrisa y qué sano es reírse de lo pasado y no lamentarnos por lo que sucedió y cuando uno mira al pasado piensa “bueno, ¿cómo pude hacer esto en ese momento determinado?” y nos reímos porque hemos mejorado y ya no nos sabe mal, no nos lamentamos porque hemos aprendido de ello. Es aprender a no lamentarse, es aprender a mejorar el futuro y aprender de los errores del pasado. Tomad nota de cada experiencia que suceda -positiva o negativa, es una experiencia- y repasadla cinco años después y de muchas de ellas os reiréis y eso es sano, muy sano, pero también es sano –hablando de risas- el reírse de uno mismo, es lo primero que aprendí varios años atrás, porque cuando nos reímos de nosotros mismos estamos automáticamente cortando la burla del otro porque ya nos estamos riendo nosotros y a mucha gente le afecta que le critiquen, que le ataquen porque hay muchísima gente que te critica o ataca y hay gente que se ofende con esa crítica, pero la ofensa es ego, porque el único que se ofende es el ego, el espíritu nunca se ofende, pero si nosotros reconocemos nuestro error o sencillamente no le hacemos caso a la crítica del otro –sanamente no le hacemos caso- nos reímos de nosotros, de nuestra persona y está muy bien salir desde fuera en tercera persona y reírnos de nosotros mismos, ver nuestros errores o donde fallamos y reírnos, enfoquémoslo con humor, no nos acuchillemos, riámonos de nosotros porque eso es muy sano. Pero hay una palabra que se malentendió mucho, es el perdón, una palabra muy malentendida. Yo no estoy de acuerdo con el perdón. ¡Cómo! Dirán muchos. Porque para perdonar primero debo haber señalado, debo haber juzgado y para señalar primero me deben haber ofendido y el que se ofende es el ego. Yo no perdono a nadie porque tampoco señalo a nadie, porque no me ofendo, entonces cómo voy a perdonar a alguien si no considero una hostilidad lo que ha hecho el otro, porque no me ha dañado, entonces no tengo nada que perdonar, se perdona desde el ego, se perdona desde el estar por encima se perdona siempre. “Me has hecho daño, lo has hecho mal, pero te perdono”. No tiene sentido porque si a mí no me ofende, todo lo que vaya a decir el otro me va a parecer bien, no le tengo que perdonar nada y es una palabra que con el tiempo la gente la ha ido muy malentendiendo.

-¿Me perdonas?

-Sí, te perdono.

Porque primero ya le apuntó, ya la señaló porque se ofendió, ¿si no qué necesidad tenemos de señalar al otro? Pero, hay mucha gente, muchísima que tiene mucha baja estima y ya hemos hablado muchas veces que la baja estima es ego también y yo les digo muchas veces a los consultantes que lo importante es tener carisma. ¿Pero cómo voy a tener carisma si no valgo para nada? Piensan muchos. ¿Cómo voy a tener carisma? ¿Qué es el carisma? El carisma es tener personalidad propia, el carisma tiene que ver con –como decíamos ayer- empatizar con el otro, el carisma tiene que ver con ser uno mismo, con mostrarse con su auténtica apariencia, con saber tratar a la gente, con aceptarse a uno mismo, con entenderse a uno mismo y mostrarse debidamente, con eso tiene que ver el carisma y muchos no ven su auténtica valía y por ese mismo motivo piensan que no son carismáticos. Verdaderamente rechazan ese carisma y fuera del carisma también sé que son negativos la soberbia o esa pedantería y poco hemos hablado de esto, muy poco. Creo que cada uno de vosotros sabéis que es un rol del ego ponerse por encima del otro porque todos somos iguales, pero hay tanta gente que le gusta sentirse superior, ponerse por encima, eso también es negativo. Y existe una cosa que son los condicionamientos, hay cosas que nos condicionan a nosotros; los engramas nos condicionan y el ego nos condiciona también a todos y no nos deja ser nosotros mismos y no nos dejan fluir. El ego y los engramas. La mayoría de las consultas que tengo son por ego o por engramas, la mayoría, y voy a hablar de sus condicionamientos, voy a desarrollar el tema porque la manera de encarar esos condicionamientos es siempre con buen ánimo, es siempre con buena voluntad. Uno puede tener un miedo, uno puede tener un condicionamiento a cualquier cosa; un condicionamiento puede ser tener miedo a expresarse, tener miedo a mostrarse, tener miedo a hablar en público, tener miedo a ser como uno es ante los demás, tener miedo a sonreír. Son condicionamientos, son condicionamientos que además vemos en el día a día con cada uno y esos condicionamientos es claro que están implantados por nuestro propios temores, temores de cómo nos vean los demás, temores de qué opinan los demás. Nuevamente todos refiriéndose a lo mismo. ¿Pero cómo encarar entonces ese condicionamiento? ¿Cómo encarar esos miedos a expresarme, a ser, a interactuar con el otro? ¿Cómo superarlos? Con buen ánimo, con buena voluntad, con ganas, con energías. La mejor manera de superar esos condicionamientos, la mejor manera para destrabarse es tener el buen ánimo y tratar de contagiarlo al otro porque el buen ánimo ya nos deja fluir inmediatamente. Cuando uno tiene buen ánimo y se carga de energías, fluye. El problema de la gente es que vive descargada de energías, la gente que vive vibrando en una escala tonal baja y tienen miedo de expresarse precisamente por esa tonalidad y esto lo he podido constatar a lo largo de mis experiencias personales, muchas veces tenemos un temor a determinada cosa que desconocemos, porque el desconocimiento es lo que más temor causa, hay mucha gente que tiene temor a expresarse porque nunca se ha expresado, entonces no saben qué puede suceder y cuando lo prueban no sucede nada y pasa con todos y con todos los condicionamientos. Hay condicionamientos, si bien casi todos tienen que ver con el desconocimiento, muchos tienen que ver con las expectativas que nos pongamos y muchos ante un desconocimiento tienen unas expectativas y ¿quién no tiene miedo o se condiciona alguna vez cuando va a un médico o va a un hospital y piensa “¿qué me van a hacer?”? No lo sabes, ese desconocimiento te causa temor, te causa ese estado de intranquilidad y te condiciona y te sientes condicionado y no te sientes capacitado para hacerlo. Pero, ¿qué pasa –y lo he podido constatar a lo largo de experiencias- cuando tienes pánico a una actividad por ejemplo programada? Por ejemplo. “Bueno, tengo una entrevista mañana y ¿qué me va a pasar? Y ya verás cómo no me aceptan y ya verás cómo…”. O un trabajo nuevo que se empieza y “bueno y ¿encajaré o no encajaré? ¿Y empatizaré con los otros o no? ¿Y si no son de mi agrado? ¿Y si el trabajo no es de mi agrado? ¿Y si el jefe es no sé cómo?” y uno tiene temor y suele formarse una montaña –constatado por experiencia mía-, se forma una montaña y luego cuando van y vuelven piensan “bueno, no ha sido para tanto”. ¿Entonces de qué tenías tanto condicionamiento, tanto temor en ese momento si no iba a pasar nada? ¿Por qué tendemos a formarnos montañas? Sobre todo de lo desconocido. Si una persona lo encara con buen ánimo –con buen ánimo no quiere decir con todo optimista, todo no optimista sino incluso por las nubes, no- “seguro que no va a pasar nada, seguro. Bueno voy a ir allí, me voy a comer el mundo, todos me van a idolatrar, todos me van a…” No, jeje, tampoco es eso, tampoco estoy diciendo eso, estoy diciendo con equilibrio nuevamente, porque soy muy amigo del equilibrio, es mi amigo íntimo el equilibrio. Entonces lo que de verdad nos hace superar esos condicionamientos es encararlo con el equilibrio de tener buen ánimo, de tener buena voluntad, pero sin poner expectativas porque cuando ponemos una expectativa esperamos que esa expectativa se cumpla, entonces estamos prejuzgando, porque la expectativa se pone desde ese prejuicio sin saber, desde el desconocimiento se pone la expectativa, una persona no tiene necesidad de poner expectativas si vive el día a día, di no tiene miedo de encarar algo. ¿Por qué tiene que poner una expectativa? No me gustan las expectativas porque muchas veces las expectativas se ponen desde el temor o se ponen desde el intentar comerse el mundo y uno pone unas expectativas elevadísimas o bajísimas en caso de estar precisamente lo contrario y no hacen falta esas expectativas si somos nosotros mismo, si lo encaramos todo con buen ánimo… Nos podrá ir bien o no, porque nada es perfecto, porque no todo va a ir como nosotros queremos perfectamente, no tiene por qué irnos todo perfectamente, entonces también debemos entender que no todo tiene que girar en torno a nosotros y que todo nos va a ir perfecto y “bueno, voy a ir seguro que me van a coger en el empleo, es que además seguro”, es una expectativa, estás presuponiendo algo que no sabes porque también hay mucha gente que es así y piensan y son muy felices viviendo así, eh, pensando que bueno, que seguro que voy a pescar y pesco lo más grande y seguro que voy a comprar y me regalan el supermercado. No, tratemos de ser coherentes y realistas. Y hay tanta gente que conoce de cosas, pero también lo vemos esto mucho, eh, conoce de cosas pero se las callan, se las guardan. Yo puedo leer un libro y tener un conocimiento o saber cómo actuar y si me lo guardo se está pudriendo, se va a pudrir dentro de mí si no lo comparto. Entonces hay una necesidad –y cuando digo necesidad entre comillas porque la necesidad es ego- de compartir con cada uno de vosotros, porque lo más sano es compartir y no hablo de compartir una comida, no hablo de compartir una caricia, aquí hablo de compartir un conocimiento, hablo de compartir algo que todos sabemos y si yo amo al otro le voy a explicar, le voy a contar, no voy a guardarme ese conocimiento, pero hay mucha gente que son unos necios, se guardan el conocimiento para ellos, pero lo que no se comparte se acaba pudriendo para nosotros mismos, porque entonces no está sirviendo a los demás lo que nosotros estamos haciendo y mucha gente se puede callar por baja estima, por miedo a mostrarse, entonces esa persona se está pudriendo, se le está pudriendo todo dentro porque tiene tanto por ofrecer a los demás y si no lo ofrece se está pudriendo. Entonces, bueno, para que se pudra, vamos a jugarnos, vamos a ofrecer a los demás, que puede que les guste o no, pero vamos a compartir. Muy sano compartir, es muy sano compartir. Eso es todo, hacemos un descanso.