Adiron-El 29/07/16 – Saga de Kreisler (Umbro)

Sesión de Psicoauditación

Primera parte: 17/01/2016

Médium: Raúl Caballero

Entidad: Adiron-El

Interlocutor: Adrián y Laura

Comentó que por momentos tiene miedos de vivenciar situaciones dolorosas al momento de relatar una vida. Habló de lo que sucede cuando tendemos una mano al otro. De una particularidad que tenemos como raza que no ocurre en otras. Y relató una importante vivencia en Umbro en la que conoció al gran héroe Ligor, de quien aprendió a ser mejor en muchos aspectos de su vida.

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Segunda parte: 29/07/2016

Médium: Raúl Caballero

Interlocutora: Laura

Entidades: Ro-El-Van y Adiron-El

Se presentó el Maestro Ro-El-Van para dar una psicointegración al thetán y su 10% y posteriormente Adiron-El, que continúa con un pequeño relato en Umbro (Aldebarán IV) con el héroe Ligor en el que mantuvieron una charla bajo la luz de las estrellas.

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Tercera parte: 11/09/2017

Médium: Raúl Caballero 

Interlocutor: Adrián Tardío 

Entidad: Adiron-El (90%, yo superior o thetán de Adrián) 

Continuó relatando sucesos ocurridos durante la vida de Kreisler, en Umbro, donde conoció al héroe Ligor y tuvieron intensas aventuras. Ligor habla a Kreisler acerca de la valentía y de dar lo mejor de uno mismo. Posteriormente sucedió algo que cambiaría la visión de Kreisler sobre Ligor dramáticamente.

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Parte I

 

Raúl: Estamos grabando, voy a intencionar a Adiron-El, se encuentra su 10% Adrián al otro lado y también está Laura a mi lado para participar en la sesión como interlocutora. Comienzo.

Laura: ¡Bienvenido!

Adiron-El: Siempre gracias por tu bienvenida querida interlocutora. Sé que se encuentra al otro lado también mi parte encarnada como Adrián y quiero darle un saludo también.

Adrián: Hola, ¿qué tal? ¿Cómo estás?

Adiron-El: Tratando siempre de trabajar con lo que viene siendo los engramas, en ocasiones lo que es la carga engrámica de alguna manera me tira para abajo porque tengo miedo, por momentos tengo miedo a vivenciar situaciones dolorosas que bien puede ayudarme a revertir carga engrámica, pero de alguna manera soy consciente que en el momento en el que se revierte, en el momento en el que se vivencia, se vivencia con tal fuerza que directamente se sufre de nuevo por la experiencia y se vive con tantísima fuerza que llegas a vivirlo una segunda vez.

Adrián: ¿Tienes algún mensaje que dar?

Adiron-El: Quisiera hacer pensar de alguna manera en la fuerza que uno debe ejercer para con uno mismo para de alguna manera controlar los impulsos reactivos y los roles del ego frutos de la mente reactiva, porque de alguna manera en el mundo espiritual también sufrimos de roles del ego y de la mente reactiva, pero en el plano físico es cuando cobra protagonismo en su máxima expresión de tal manera que llega a eclipsar por completo todo lo que viene a ser la mente analítica.

Hay en momentos en los que directamente pensáis en el otro y me podéis preguntar: ¿Qué tiene de egóico o qué tiene de reactivo pensar en el otro? Realmente no tendría que tener nada negativo, el problema está en que -como todo- depende del uso que se le dé. ¿Qué quiero decir con esto?

Quiero decir, que en ocasiones os descuidáis a vosotros mismos por tender una mano al que tenéis al lado, os desvivís por ayudar al que tenéis al lado y la persona que tenéis al lado, si bien se busca el agradecimiento desde los roles del ego, de alguna manera es como que es inherente a uno, aun con todos los roles del ego controlados, esperar, si bien no un agradecimiento, aunque sea una sonrisa de satisfacción al poder ayudar al otro, pero la otra persona a la que estamos tendiendo la mano en muchas oportunidades es una persona que no quiere agarrar esa mano que le hemos tendido y de alguna manera tiende a entorpecernos en nuestro camino en lugar de ayudarnos, de prestarnos a nosotros, de tendernos una mano a nosotros también y dejarse ganar por la mano que le hemos tendido nosotros.

Y no voy a hablar desde la parte de la persona que pone la traba, voy a hablar desde la parte que tiende la mano al otro, porque tendemos a olvidarnos en el momento y si bien lo que voy a decir seguramente va a pensar más de uno, «Ah, bueno, eso yo ya lo sabía», una cosa es saberlo y otra cosa es en el momento directamente recordarlo porque vosotros sois seres con una mente analítica tan grande, tan grande, que sois capaces de hacer enormes descubrimientos, sois capaces de inventar realmente algo que pueda cambiar una vida entera, podéis llegar a sanar enfermedades muy complejas, podéis llegar a elaborar fórmulas matemáticas con las que puedan llegar a explicar leyes físicas muy completas, pero luego sois seres con tanta conceptualidad que uno se piensa: Y lo más básico, ¿qué? Tendéis a olvidar lo más básico y en ese momento en el que estáis tan pendientes del otro la mente reactiva toma el control de la mente analítica, obnubila completamente a la persona hasta el punto que le causa una ceguera conceptual, se empecina en ayudar a la otra persona que está siendo una carga y la persona con mayor conceptualidad, que podía llegar a explicar mediante ecuaciones algo tan complejo como la existencia de Dios, de repente, ese ser con tantísima conceptualidad cae presa del ego y no solo no logra cumplir su misión, sino que directamente cae con la otra persona al precipicio.

Por eso es importante que aunque lo que yo estoy diciendo muchos lo van a saber, está bien recordarlo porque de alguna manera en el momento lo vais a ver que después de lo que digo va a volver a pasar, vais a volver a ser presa de esa mente reactiva en ese momento. Y os empecináis en ayudar a uno, una persona que podemos llamar A, os va a suceder otra vez con una persona que podemos llamar B y os va a pasar ad eternum. Ese sería el pequeño mensaje que quisiera transmitir, que de alguna manera lo explico como para todos, pero Adrián le va a saber sacar partido como para él mismo.

Adrián: Vale. ¿Tienes pensado algo para hacer en esta sesión?

Adiron-El: Tengo pensado dejar pasar el tiempo y que termine la sesión pronto. (Risas)

Adrián: Vale, entonces dejamos, ¿no?

Adiron-El: Evidentemente siempre tengo cosas por contar, cosas por expresar, podría estar perfectamente la sesión entera expresándome, pero no es esa la idea de ahora. Quisiera contar una vivencia que es para mí importante porque, si bien viví grandes aventuras, también sufrí y sufrí por muchas cosas.

Encarné, una de tantas veces, en Umbro. Encarné en un poblado bastante, bastante alejado de la zona este, alejado del palacio que regía el reino, era un pequeño pueblo que vivía prácticamente cerca de las montañas, bastante, bastante cerrado. Mi nombre en aquella encarnación era Kraisler, tenía una personalidad fuerte, una fuerte convicción, sabía lo que quería ya de buena temprana edad. Había entrenado, no con mi tío que era un experto guerrero que había sufrido mil y una penurias y que había vivido mil y una aventuras en el campo de batalla, sino que entrené con padre, que era bastante menos dotado para la lucha. Él me enseñó a utilizar la espada, a mí realmente no me interesaba en ese entonces la lucha porque tenía fuertes convicciones, convicciones de cambiar la manera de pensar, la manera de ser, ya no sé si del mundo porque no había visto mundo, sí por lo menos de mi poblado porque la mayor parte de gente pensaba -aparte de en sobrevivir-, pensaban todos en ellos mismos, pensaban en ser el mejor espadachín…

Todos de pequeños habíamos soñado con vivir mil y una aventuras, pero yo de alguna manera esos sueños no eran lo que pensaba materializar a medida que fui creciendo. Aun así aprendo las nociones básicas, el arte de la espada, recuerdo que mi tío me decía que tenía que aprender mucho más si quería sobrevivir ahí fuera, yo le decía que no me interesaba sobrevivir fuera. Mi familia se empecinó en que mejorara las dotes con la espada. Recuerdo que un día marché con mi tío a la capital, la capital era Dokre y realizaban torneos de lucha. Participé en un torneo con resultado nefasto, mi tío aprovechando que no estábamos bajo la supervisión de mi padre me enseñó a utilizar la espada mucho mejor. No sé si realmente él era tan excelso guerrero como me habían contado, pero yo de alguna manera quería pensar que sí que lo era, yo lo admiraba. Él me decía:

-Kraisler, si quieres ser un excelente guerrero tienes que comenzar por aprender a serenarte en el campo de batalla, perder los nervios es igual a perder la vida.

Yo le decía:

-Aprendo a luchar porque no tengo más remedio, pero no es eso lo que busco en mi vida, no es eso lo que quiero para mí.

Él me respondía:

-Solo si eres fuerte puedes cambiar el mundo, solo con tu espada podrás ayudar al que lo precise, solo de esa manera. Este mundo, querido, no obedece a las palabras, obedece a la ley del más fuerte y del que tiene la espada más robusta, lo veas como lo veas.

Entonces volvimos después de practicar, estuvimos un día entero fuera, volvimos a lomos del hoyuman de mi tío. Después de pasar la noche en la ciudad, volvimos al amanecer. Al llegar:

-¡Dios!

A pesar de la situación estratégica del poblado, lo habían saqueado unos salteadores de caminos, no había quedado nadie con vida, ni siquiera… ni siquiera mis padres. Ni siquiera ellos se salvaron.

Laura: ¿Qué sentías cuando viste todo aquello?

Adiron-El: Sentía tristeza, soledad, me lancé al suelo a llorar. Mi tío me dijo:

-No sirve de nada que lloremos las pérdidas, las muertes, en la guerra siempre hay víctimas, pero solo tú puedes ser suficientemente fuerte como para sobreponerte a esto.

Yo le decía:

-¡Pero, tío! Si tú hubieses estado ahí, probablemente…

-No, yo no hubiera podido hacer nada tampoco. Hijo, créeme que algún día recordarás estas palabras. Yo no soy el mejor guerrero del mundo, ni siquiera soy uno de los mejores, las leyendas se forjan a base de pequeñas historias que se acrecentan de boca a boca. No soy tan buen guerrero como tú piensas y no hubiera podido hacer nada para salvar el poblado, ni tampoco a tus padres. Piensa que nosotros hemos sobrevivido y piensa que, tal vez, es un plan que ha tejido aquel que está más allá de las estrellas para que nosotros, quién sabe, podamos sobrevivir y seguir adelante.

A mí me motivaba las ansias de venganza que tenía después de eso, recuerdo que estuve entrenando mucho más en serio el arte de la espada, mejoré muchísimo. Él me acogió y de alguna manera yo me sentía mejor, de alguna manera -y está mal que lo diga- me sentía con menos presión, como más libre, como no tan maniatado por la estructura mental de padre. Pasan los años y poco a poco se van diluyendo esas ganas que tenía de venganza, la venganza ya no me motivaba, no era el motor que generaba mi vida, tal vez lo fue en el momento en el que estuve al borde de caer en una enorme depresión, pero ya no, lo que ahora buscaba era esa palabra que durante tanto tiempo yo había censurado: Sobrevivir. Solo pensaba en mí mismo, pero esa esencia mía de querer cambiar el mundo, de querer pensar en el otro, esa esencia se mantenía intacta de alguna manera.

Llegó el día en que partí solo, no sé en busca de qué, no sé si en busca de aventura, no sé si en busca de aprender, no sé si tal vez en busca de venganza, no lo sentía así por lo menos, no lo sentía así. Sufrí hasta que aprendí a adaptarme al mundo gracias a todos los conceptos que había aprendido de mi tío, había logrado crecer, sobrevivir, pero sabía que el mundo estaba lleno de peligros, no tardé mucho en encontrarme el primero al poco después de salir en mi hóyuman de camino a la aventura, de camino a lo desconocido. De repente, me encontré un grupo de cinco hombres, yo sabía que no eran bien intencionados. Me rodean, me dicen:

-Queremos los metales.

Apenas llevaba en mi alforja unos pocos metales cobrizos que me había dado mi tío para llegar a la primera ubicación que encontrase, lo necesitaba para comprar comida, lo necesitaba para poder dormir. En ese momento no sentí miedo, bajo de mi hóyuman no sé si impulsado por mi confianza, había logrado una autoconfianza tal vez ciega después del aprendizaje con mi tío. Tal vez yo a mi tío, que lo conocían como Grey el Grande, lo tenía demasiado valorado, pero pensaba que después de su entrenamiento era invencible. Yo no era especialmente robusto, especialmente grande, pero tenía práctica y sabía luchar. Desenvaino mi hoja y les digo:

-Lo único que vais a conseguir de mí va a ser vuestro final.

Ellos se ríen, bajan de sus cabalgaduras, desenvainan sus espadas. No tenía miedo, estaba absolutamente confiado de lo que yo era capaz. Comenzamos el baile, al poco de comenzar la lucha recibo una herida en el hombro y más tarde recibo un golpe que me deja sin aliento en el estómago. Me quedo doblegado, se empiezan a reír, yo sabía que me subestimaban. En ese momento logro desarmar a uno y le atravieso con mi hoja en su pecho, luego evito el ataque del segundo y le hago una herida en su brazo derecho que le obliga a soltar el arma, pero los otros tres me consiguen asestar una herida en la pierna izquierda y prácticamente no me puedo levantar, quedo a su merced, en ese momento sentí que había llegado mi fin.

No sé si tuve la suerte o qué fue lo que tuve en ese momento, pero aquel que está más allá de las estrellas había mandado a alguien. Apareció un hombre que soltó unas palabras contundentes:

-¡Dejadlo a él y venid a por mí!

-¿Y por qué tenemos que ir a por ti?

El hombre misterioso respondió:

-Porque tengo más metales que él, y creo que queréis los metales.

Tenía una mirada profunda, muy seguro de sí mismo. Fueron a por él, en pocos segundos había acabado con todos ellos, había acabado con los tres, no tuvo más remedio que matarlos y al último lo dejó marchar, al que yo había hecho una herida y había soltado el arma. Dijo:

-Si valoras tu vida, vete.

Recuerdo que le dije:

-¿Por qué? ¿Por qué lo dejas marchar?

-Me gustan esas palabras de agradecimiento.

-No, ¿pero por qué lo dejas marchar? ¡Va a venir a por nosotros con un ejército y nos va a matar!

-Para cuando él vuelva nosotros ya no estaremos. ¡Ven!

Cargó conmigo a cuestas y vamos juntos en su hóyuman, yo me siento de alguna manera seguro. Prende una hoguera de cara a la noche y comenzamos a acampar. Él me comenta, me pregunta más bien:

-¿De dónde procedes?

-Eso no es importante.

-Tal vez no, pero quisiera saberlo.

-El lugar del que procedo ya no existe.

-¿Cuál es tu nombre?

-Kraisler, ¿y tú cómo te llamas?

-Yo me llamo Ligor.

-¡Pero, no puede ser! He oído historias tuyas incluso en mi poblado y es un poblado realmente muy remoto, han llegado hasta allí las historias.

-No es tanto así -me decía él-, las leyendas solo son leyendas, agrandadas de boca a boca.

Esas palabras que entonó en ese momento Ligor me recordaron a las palabras de mi tío. Le pregunté si conocía a Grey el Grande, me dijo que había oído hablar de él, pero que nunca lo había visto.

-Seguro que hubiera sido un fantástico adversario.

Decía él con una sonrisa como si estuviera deseando medirse con él, como si estuviera deseando luchar con los mejores. Yo le preguntaba sorprendido:

-¿No tienes miedo?

-¿De qué?

-De luchar, de la vida, ¡de todo!

-Siempre se tiene miedo, sería muy osado de mi parte decir que nunca he sentido el miedo, claro que he sentido miedo y no una, más veces, pero es una sensación extraña porque a pesar del miedo amo el peligro.

-¿Cómo puedes amar el peligro?

-Sí es una sensación como de, aunque te pueda parecer extraño, es una sensación de adrenalina. Me gusta poner a prueba mis habilidades.

-¿Pero con quién vas a medirte? He oído que eres el mejor.

-Siempre hay alguien mejor que uno, siempre.

Esas palabras me salpicaron de alguna manera porque yo creía ser invencible después del entrenamiento de mi tío y sentía que tenía todavía mucho por aprender. Entonces, como leyéndome la mente, me mira a los ojos y me dice tendiéndome una mano:

-¿Quieres aprender algunas cosas? Creo que vas a ser alguien importante y no importante desde el ego, sino importante porque vas a poder ser útil a los demás. Te leo la nobleza en tu mirada.

Yo le miré y después le asentí, le di la mano y cruzamos nuestras miradas, no me hizo falta decir nada, no me hizo falta. Y ahí comencé una nueva historia, forjé una nueva alianza y viviríamos juntos no un aprendizaje, sino muchos años de amistad, luchas, peligros e intrigas. Eso es lo que quería contar.

Bien, siento que el pesar de la carga se ha aminorado y siento que todavía hay aventuras que contar, aventuras que liberar, engramas que solucionar y cómo no va a ser así cuando estamos hablando de un mundo en guerra, un mundo de luchas, de intrigas, de traiciones, de asesinatos.

Laura: ¿Encarnaste en misión?

Adiron-El: Sí, encarno en misión. Encarné con la misión de transmitir un mensaje en tiempos difíciles, un mensaje con la voz, pero para lograr transmitir ese mensaje primero tenía que hablar con mi espada.

Laura: Eso que no estabas de acuerdo, ¿no?

Adiron-El: Al comienzo no estaba de acuerdo, Ligor me enseñó a ver las cosas de manera diferente, él me enseñó que con la espada puedes servir, que la espada puedes ponerla al servicio del otro, que la espada es un arma noble para quien la empuña con esas causas y eso es lo que aprendí de él. Entre muchas otras cosas Ligor era un ejemplo a seguir, no solo como líder, sino también como hombre.

No sé si alguien quiere ejecutarme alguna pregunta rápida y después dejo descansar al receptáculo porque está bastante, bastante agotado.

Laura: Eso te iba a decir, si Adrián quería preguntar algo.

Adiron-El: Sí, tiene que ser muy breve.

Adrián: Vale, si quieres hacemos la pregunta curiosa.

Adiron-El: Hazme la pregunta que más te moleste, la pregunta que más importante sea para ti.

Adrián: Entonces, ¿los problemas que tengo en la garganta en relación a la voz tienen que ver directamente con el tema de las cuerdas vocales? ¿Y qué solución podría tener?

Adiron-El: Yo percibo desde mi humilde punto de vista como entidad espiritual y sobre todo porque no me encuentro en el nivel más elevado y tampoco porque no estoy autorizado para hablar de medicina, pero yo ubico, percibo un problema irritativo directamente en la laringe que de alguna manera tiene continuidad hacia las cuerdas vocales, pero que comienza en la laringe.

Adrián: ¿Tiene una solución médica entonces?

Adiron-El: Realmente con vuestra medicina prácticamente todo tiene soluciones médicas, lo que sucede que en muchas oportunidades esperáis algo milagroso y lo único que se consigue es aminorar, pero es suficiente, eso no depende de la medicina, depende más bien de las manos que mediquen, de las manos que traten el problema, ¿me entiendes? Tú entenderás que hay mejores médicos y peores médicos, al igual que hay mejores filósofos y peores filósofos o mejores matemáticos y peores matemáticos o peores políticos y mejores políticos.

Adrián: ¿Si lo dejamos estar se puede diluir solo el problema?

Adiron-El: No, seguramente va a depender de momentos porque al ser un problema irritativo…

Adrián: ¿Y de qué depende?

Adiron-El : Depende de muchas condiciones: depende del nivel de forzar en ese caso concreto la laringe o incluso las cuerdas vocales, depende del nivel de distrés y depende incluso de según qué alimentos ingieras, pero directamente depende del momento vas a estar mejor o peor porque se va a irritar y no tiene ningún tipo de causa engrámica, sino que directamente es cien por ciento físico.

Adrián: ¿En relación a los alimentos que ingiera qué tiene que ver? ¿La temperatura del alimento o el tipo de alimento?

Adiron-El: El tipo de alimento, sobre todo, todo lo que tiene de irritativo.

Adrián: ¿Picante, por ejemplo?

Adiron-El: Picante, por ejemplo, puede agravar el problema y según en el momento en el que te encuentres vas a estar mejor o vas a estar peor. Seguramente que se puede llegar a diluir, pero seguramente en un momento de distrés puedes llegar a volverlo a tener, sobre todo a somatizarlo más. ¿Puede llegar a agravarse? También puede llegar a agravarse si no se toman medidas y directamente uno trata de forzar la voz puede llegar a agravarlo hasta el punto que puedes llegar a tener un problema serio con las cuerdas vocales si se produce desgarro.

Adrián: Vale.

Adiron-El: Eso tiene que ver con no forzar excesivo la voz o con no pasarse en los elementos que dije, etc. De todos modos es una opinión extraoficial porque yo te lo digo desde mi plano lo que yo ubico, pero lógicamente hay más cosas, más factores médicos que directamente no controlo.

Adrián: ¿Tú crees que si voy al médico e insisto me pueden dar una solución…?

Adiron-El: El problema no es tuyo, el problema es del médico al que le confíes, va a haber mejores médicos y peores médicos. Actualmente ubico que los médicos que tienes no te van a hacer caso porque directamente leo en su mente conceptual que directamente no tienen un concepto serio tuyo.

Adrián: Ya.

Adiron-El: Yo te recomiendo directamente por pedir opinión profesional especializada aunque sea con lo que vosotros llamáis de pago.

Adrián: Vale.

Adiron-El: Y vamos a ver si van a dar con la clave porque las semejanzas pueden llegar a tener varias enfermedades similares y el diagnóstico puede no ser preciso a la primera y depende del médico que se encargue, depende de muchos factores, pero tú no puedes hacer otra cosa más que confiar en la medicina y confiar en tomar medidas tú solo al conocer un poco más del tema, pero realmente es complejo, es complejo porque tú no puedes sanarte a ti mismo, hay que depender de terceras personas y terceras personas tienen que hacer las cosas bien. La verdad que no ubico un buen compromiso sanitario.

Adrián: Vale, aparte de relajarme y evitar alimentos de ese tipo, ¿qué más puedo hacer? ¿Puedo hacer algo más?

Adiron-El: Sobre todo no levantar mucho la voz y no forzarte y poco más puedes hacer en relación a eso, pero en relación a los roles de ego puedes llegar incluso a mejorar todo lo que tiene que ver con defender o dejarte afectar por opiniones de terceras personas que muchas veces te condicionan indirectamente para por ejemplo forzar la voz y eso luego te causa mayor irritabilidad.

Adrián: Vale, está bien.

Adiron-El: De todos modos es un tema complejo porque todo lo que tiene que ver con el cuerpo físico nosotros que estamos fuera de cuerpo físico lo vemos de forma tan impersonal que luego es imposible porque vosotros como 10% lo vivenciáis de manera que incluso os puede llegar a implantar engramas de lo fuerte que se viven las experiencias físicas en el cuerpo físico y eso es lamentable viéndolo desde nuestra perspectiva, pero yo puedo trabajar los engramas, tú puedes trabajar los roles del ego y los médicos pueden trabajar la parte física y no quiero ser nunca negativo porque no me gusta ser negativo, pero viendo la calidad médica de la asistencia sanitaria de muchos de los lugares, sobre todo de vuestro mundo y también de vuestro país a veces -y no quiero ser, insisto, negativo- uno tiene que resignarse a saber que algunas cosas lo tiene en el pack y que según qué ocasiones lo va a tener más complicado o se va a sentir mejor.

Puedes poner de tu mano para sentirte mejor, pero evidentemente va a depender de muchas cosas y si tú mañana tienes que rendir en un examen o tienes que realizar una labor importante o tienes que rendir en un trabajo importante o tienes directamente un viaje importante es evidente que te vas a poner tenso y si mañana tienes que hablar, lógicamente vas a forzar la voz y son situaciones que escapan al plano físico que te van a hacer empeorar, pero eso digo que uno tiene también que aprender a vivir con las consecuencias negativas del pack y cuando digo pack me refiero a todo lo negativo que pueda conllevar.

Sí es cierto que tú, leo de alguna manera tu mente conceptual porque somos uno, sientes como que por qué has tenido que encarnar y tener tantos problemas físicos y es la verdad, pero cada cuerpo es distinto; cuando yo decido encarnar no proyecto de alguna manera que vas a tener ese problema, no es decidido, pero las cosas suceden en el plano físico. Quiero que lo pienses.

Adrián: Vale.

Adiron-El: De momento es lo más que puedo decir. Voy a retirarme porque el receptáculo está muy, muy, muy agotado. Gracias por escucharme.

Adrián: Vale, ¡está bien, gracias!

 


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Sobre Raúl Caballero 552 artículos
Especialista en Psicología Transpersonal y Psicoterapeuta Cognitivo Conductual. Más de 15 años de experiencia en el campo de la mente humana y en el campo esotérico y la mediumnidad.