Eten-El 12/08/11

Sesión de Psicoauditación

Médium: Raúl Caballero

Entidad: Eten-El, thetán de Raúl G.

Interlocutor: Raúl G.

Al comienzo responde una pregunta de su 10%. Relata una vida en Valencia (España). En dicha vida se generó engramas de frustración. Tuvo dos relaciones de pareja, aunque su última relación le generó engramas de soledad. El thetán queda Clear tras la descarga.

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Médium: Estamos grabando una sesión para Raúl con Eten-El, que es el thetán.

Eten-El: Sé que es una gran oportunidad estar aquí, sé que mi 10% Raúl ha puesto de todo para que este contacto se pueda dar así que quiero aprovechar al máximo la sesión porque no quiero desgastar al receptáculo. Puedes preguntarme.

Interlocutor: Bien, la pregunta es una sola y después de eso quisiera que descargaras lo que consideres necesario porque esta será, posiblemente, una de las últimas sesiones que tengamos. Trataré de que en el futuro haya alguna otra, pero no sé si en el futuro inmediato. Bien, la pregunta es la siguiente, en una sesión anterior comentaste la vida que habías tenido en Suecia con el nombre de Robert Roberson a raíz de un encuentro con un marinero que te impresionó mucho y a raíz de eso tuviste un problema en el corazón y te hizo desencarnar por eso, desencarnaste por eso. La pregunta es la siguiente: yo cuando era adolescente un día estaba jugando a la pelota y sentí una puntada en la zona del corazón, posiblemente una puntada común de estar jugando y se dio algo muscular, y un amigo que estaba ahí al lado mío me dijo: “Ten cuidado porque eso puede ser del corazón”. Bueno a partir de ahí me ocurrió más o menos lo mismo que con ese marinero, me asusté muchísimo, a partir de ahí viví enfermo del corazón por treinta años y, yo creo que hasta ahora, algo me dura; nunca tuve nada porque no tengo antecedentes familiares ni nunca, jamás tuve nada pero me quedó esa… como esa espina, me quedó eso, me dejó mal por muchos años y una pregunta un poquitito al margen, si esa persona que me dijo eso tiene algo que ver con el marinero, nada más. Gracias.

Eten-El: Francamente la respuesta es que por eso era importante relatarlo, porque -de alguna manera, te ha condicionado, lo afirmo porque en este caso concreto es así y se ha dado en muchas otras ocasiones, son paralelismos. Sí, la persona tiene la misma relación que estás comentado en este caso concreto, se trata de la misma persona, de todas maneras son vidas que ya sucedieron y ahora al repasarlas no noto ningún tipo de emoción dolorosa que me afecte, entonces me siento bien, me siento bien.

Quisiera tocar una vida que tuve en España, concretamente en Valencia, yo era muy mujeriego, me interesaban mucho las mujeres, tenía rol masculino, me llamaba Juan en esa vida, concretamente me llamaba Juan Zapata, tenía vínculos con mucha gente del entorno, tenía muchísimas ganas de sociabilizar, muchísimas ganas de crecer, pero de crecer no internamente, sino físicamente, ganas de crecer como para sentirme más interesante a ojos de los demás y eso muchas veces me provocaba una frustración porque era como que no me sentía entendido, yo notaba como que con 19 años prácticamente no me tomaba nadie… me trataban con si tuviese, qué diría, trece, catorce, no se me tomaba en serio, y conocía a mucha gente que cuando dialogaba conmigo lo hacía en función de ridiculizarme también, reconozco que había gente muy mala que no me tenía ningún tipo de aprecio, ninguno. Con el pasar de los años, en vez de volverme más adulto, fui decreciendo, tal vez, porque era como que tenía más roles de ego y el ser humano se acostumbra a reclamar, a reclamar y a reclamar, pero yo reclamaba todavía más con el pasar del tiempo, era como que me afectaba que la gente no se fijase en mí, que nadie me tomase en cuenta. Yo tenía una familia que, mi padre se llamaba Juan, como yo, tenía un hermano menor que se llevaba todo el cariño, él se llamaba Cristian y también estaba mi madre cuyo nombre era Concepción y no tenía una buena relación con ellos porque era como que prácticamente no querían saber nada de mí, no negativamente, pero no se preocupaban por mí ni… no se preocupaban por mí. Cuando yo tenía 19 años mi hermano Cristian tenía 7 y nunca fui el centro de atención. Reconozco que desde mis roles de ego yo reclamaba, yo quería ser el centro de atención pero todo el mundo me ignoraba, familia, gente del entorno, amigos, conocidos, a veces me encontraba con gente y, “¿y cómo están padre y madre, bien?” “Si pero no, no… es que me tengo que ir”. La gente es como que me rehuía por algún motivo, no querían enfatizar conmigo, tal vez era que daba lástima, no sé, porque entendemos que la lastima no atrae pero mi intención era llevarme bien con todo el mundo, sí es verdad que dependía demasiado de la aprobación de los demás. Hubo una vez que mi padre me dijo que iba a ser un fracasado en una discusión y eso me hizo muchísimo daño, se me quedó grabado y con el transcurso de los años todavía recordaba esa frase.

Conocí a una mujer con 24 para 25, ella tenía 21, era de una familia bastante, bastante adinerada no por riquezas pero sí con buena fortuna diríamos. Ella siempre iba muy formal, muy arreglada, yo era más… coloquial, tal vez sería la palabra. Ella era rubia, ojos verdes, era preciosa y era preciosa también interiormente, ella no tenía carencias, a diferencia de mí que sí tenía carencias y ella me ilustró, ella me enseñó, ella me contuvo y así estuvimos durante los casi 29 años míos en los que tuvimos una discusión y nos separamos, y me hizo mucho daño porque fue algo estúpido que ni siquiera tiene sentido relatar porque es algo muy coloquial. Me hizo daño la separación, mucho, y yo me notaba solo, ¡tan solo!. Buscaba desesperadamente una mujer que cumpliera efectivamente con lo que yo buscaba. Ella se llamaba María Elena. Conocí pocos meses después -9, 10 meses después- una mujer mayor, de 35 años, ella era amable, dulce, pero muchas veces se encaprichaba en las cosas, se enrolaba fácil. Su nombre era Carmina; pasé toda la vida con Carmina pero no me sentí cómodo porque es como que prácticamente fue para olvidar a María Elena, no me sentía cómodo en absoluto, de hecho sentí que nunca sentí nada por Carmina, me sentí aparte diríamos. Me generó engramas de frustración, de tristeza, de soledad que ahora mismo estoy descargando y me siento mucho mejor, mucho mejor. No era una descarga fuerte porque me siento clear prácticamente, si bien no estoy clear, es por pequeñas vivencias, no son importantes pero siempre dejan una enseñanza. Casi que podría considerarme clear, ¡qué más da! Me siento tan bien, tan bien, ¡pero tan bien!

Quiero dar las gracias, dar las gracias a esa vida en Valencia porque me enseñó mucho pese a los engramas y ahora que la relato y no queda nada de emoción dolorosa puedo aplicarla a favor y, como vosotros no tenéis memoria reencarnativa, este relato le va a hacer mucho bien a mi 10% porque te lo transmito directamente sin tergiversaciones porque el médium me permite fluir y traduce fielmente mis conceptos y eso me hace sentir muy grato, ¡muy grato! Por eso opino que es una experiencia esclarecedora para mi 10%, esclarecedora para mí, me ayuda y esa es la enseñanza de esa que es mi, no anterior, pero sí penúltima vida que he tenido. Nada más por relatar, muchas gracias a mi 10% que ha hecho posible la comunicación y que siempre es muy grato poderme comunicar con él de forma tan –voy a utilizar una adjetivo vuestro- pasional, es muy sano, muy sano, mucho. Gracias por permitirme comunicarme a mi 10%, gracias al receptáculo por transmitir mis conceptos de forma tan clara, no tengo más por decir, gracias.

Interlocutor: Gracias a ti.

Sobre Raúl Caballero 552 artículos
Especialista en Psicología Transpersonal y Psicoterapeuta Cognitivo Conductual. Más de 15 años de experiencia en el campo de la mente humana y en el campo esotérico y la mediumnidad.