Ar-bitar 06/06/08

Sesión de Psicoauditación

Médium: Raúl Caballero

Entidad: Ar-bitar

Explica una vida con carga engrámica en la zona de Perú. El padre del 10% era un gran curandero con la ayuda de hierbas, hasta que probando con nuevas hierbas empezó a enfermar a la gente que acudía a él. A su vez el chico, aprendiz del oficio de su padre, no conseguía el mismo nivel de efectividad y por ello cometía errores. El chico enfermó por culpa de las hierbas de su padre, y no hizo nada para salvar a los pacientes ni a él mismo por una terrible idealización a su padre.

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Raúl: Sesión para Alejandro G.

Ar-bitar: Estoy aquí, estoy aquí para decir lo que verdaderamente pienso, para decir como verdaderamente me siento, desde hace mucho tiempo no puedo hacerlo con esta claridad de concepto. Mi nombre es Ar-bitar y me hallo en el plano 3, subnivel 2. No es nada fácil, ¡nada fácil!, poder entender lo útiles que somos cuando tenemos tantos engramas implantados a nivel conceptual que nos impiden ver. Admito que necesito luz, admito que necesito comprensión. Por mi parte debo decir que me siento con muchísima, pero muchísima incomodidad, me siento muy desestabilizado, a veces es como que una descarga de energía eléctrica me recorre todo el cuerpo conceptual y es como algo que me abrasa, como algo que me puede. Cuesta demasiado entender lo útiles que somos, como ya dije al principio de la charla. Agradezco muchísimo la oportunidad que se me ha dado de poder dialogar y, como diálogo o como monólogo, debo explicar que hay muchas cosas que me han ocurrido a lo largo de este tiempo, cosas que me han mantenido inmóvil, cosas que me han paralizado mucho.

Tuve una vida en Perú, yo era hijo de un padre que me quería mucho, un padre bondadoso, un padre simple, humilde, pero con un gran corazón. Él se dedicaba a ayudar a la gente con distintas hierbas, se le consideraba un sanador en el pueblo, mucha gente iba a verlo y, por más buen corazón que tuviera, todos podemos tener ego y todos tenemos derecho, aunque sepamos que el ego es pernicioso y hace daño. La responsabilidad de mi padre Fernando, era ayudar en todo lo que pudiera, aunque no siempre le resultara fácil, las adversidades estaban ahí también, él muchas veces se sentía inmóvil y su ego a veces le hacía malas pasadas y le hacía ver como que él era mejor que el resto. A veces creía que por ayudar a mucha gente él debía ser mejor. ¡Cuán equivocado estaba! ¡Todos somos valiosos! Al fin y al cabo los que ayudamos, luego precisamos de ayuda y los que precisan de ayuda, también luego ayudan. No hay nadie que sea más que nadie, todos tenemos mucho que aprender del otro. Mi padre, Fernando, cada vez iba madurando más, entendiendo más que su misión era algo más que sanar. Cada vez se fue adentrando en cosas más peligrosas, probaba hierbas distintas, incluso cometía errores. ¡Claro! ¡Todos cometemos errores! Encarnados o no encarnados, todos cometemos errores y mi padre comenzó a probar hierbas, sin conocer el efecto, en sus pacientes. Por ética, por responsabilidad, jamás debió haberlo hecho sin antes haber comprobado los efectos.

Empezó a propagarse una enfermedad, producto de algunas hierbas. ¡Qué ironía! La persona que se dedicaba a salvar vidas fue al final quien provocó enfermedades en los demás. Yo admiraba mucho la labor de mi padre y desde siempre, desde pequeño, había querido ser como él y cuando tenía dieciséis años yo ya estaba ayudándolo. Me sentía absolutamente anonadado por sus grandes capacidades, pero era tan y tan difícil, era tan difícil saber tanto como él… y aun así, con todo su conocimiento, él también tenía derecho a equivocarse. No tenía nada que decir, para mí él no se equivocaba. Tenía admiración o tenía idealización hacia mi padre. Mi padre era una persona muy ética, ¡muy ética! Yo, que me llamaba Juan Alfonso, fui entendiendo cada vez más lo que significaba tener tantísima responsabilidad. Yo me he equivocado mucho y veía a pacientes mal.

-Ya lo ves hijo, es lo que tienes que aprender. Te queda mucho para llegar a mi nivel, pero, algún día, tal vez lo logres.

Esas palabras demostraban ego por su parte, pero yo no sabía de ego, de roles del ego, no sabía de eso, por eso hice como si nada. Yo veía el error en mi padre, no me parecía bien lo que hacía, pero, por idealización, pensaba que sería lo correcto, porque lo hacía él y en vez de analizar si la causa era justa o si lo que hacía de trabajar con hierbas en pacientes estaba bien o mal, directamente le daba dicha razón cuando no la tenía y me sentía mal, porque me sentía como cómplice, pero pensaba: “Él sabrá lo que se hace, siempre lo sabe, siempre lo ha sabido, él no se equivoca”. Es tan difícil, ¡tan difícil! Yo empecé también a caer por la enfermedad propagada por mi padre, ¡qué ironía! No salvé mi propia vida, podría haberlo logrado, ya no solo mi vida, también la de los demás, pero no lo hice. Era demasiado difícil para mí darme cuenta de los errores que tenía mi padre y, cuando el ego nubla la mente analítica y sólo se actúa desde la mente reactiva, cuesta mucho darse cuenta de lo que verdaderamente es importante. Conseguí matarme a mí mismo, terminé cayendo con la enfermedad. Y otra ironía aquí se viene: mi padre era experto salvando vidas, pero no pudo salvar la de su hijo. Caí a causa de esa enfermedad de joven, como a muchos otros, a mí también me trataba con hierbas, y de las que no había probado también. Me sentí tan mal cuando había desencarnado, que me empecé a compadecer de mí mismo: “¿Por qué no se lo dije? “Podría haberlo hecho”. Y estaba absolutamente confundido. El secreto no es estar en confusión, sería haber actuado a tiempo y, si no lo hice, también fue un error mío y debo aprender de él, nunca caer en el ego de “yo sé todo” o “él sabe todo”. Tenemos todos mucho por aprender y mi 10% actual tiene muchísimas cosas por aprender también y él eso lo sabe, es consciente de ello y es importante tener humildad y admitir cuánto nos queda por aprender.

Lo digo yo, que me siento absolutamente desestabilizado porque recibo ataques de espíritus del error, desde el plano 3.2 me encuentro como sin energías, pero no tengo nada más por decir, no tengo nada más por decir. Podemos seguir adelante o eso espero, siempre y cuando aprendamos a encarar los errores con nuestra responsabilidad.

Eso es lo que tengo que decir, ¡muchas gracias por escucharme! ¡Gracias de verdad!

Sobre Raúl Caballero 552 artículos
Especialista en Psicología Transpersonal y Psicoterapeuta Cognitivo Conductual. Más de 15 años de experiencia en el campo de la mente humana y en el campo esotérico y la mediumnidad.