Dos jóvenes gusanos se retuercen en el suelo rojizo. Son los primeros descendientes en un experimento que prueba que estos animales no solo pueden habitar un terreno simulado de Marte, sino también reproducirse en el mismo. La prueba ha sido realizada por un equipo de la holandesa Universidad de Wageningen con suelo proporcionado por la NASA que imita la composición y características del Planeta rojo. El éxito de unas vulgares lombrices puede parecer una anécdota, pero si dentro de unas décadas los primeros colonos consiguen llegar hasta ese mundo y establecerse, tener a estas criaturas como compañeras quizás resulte clave para su supervivencia.
¿Recuerda a Matt Damon plantando patatas en Marte en la película de Ridley Scott? Utilizaba sus propias heces para fertilizar el suelo de sus invernaderos. Pues lo mismo hacen los gusanos, que jugarían un papel crucial en un ecosistema marciano cerrado y sostenible en la medida que descomponen y reciclan la materia orgánica muerta.
Probablemente, las heces y orines de los pioneros humanos también se usarán como fertilizantes del suelo marciano, estéril y lleno de compuestos potencialmente tóxicos. Pero por razones prácticas y de seguridad, además de los gusanos, en su experimento los investigadores utilizaron estiércol de cerdos.
Los investigadores observaron el crecimiento de rúcula en ese suelo simulado de Marte con gusanos y estiércol. «Claramente, el estiércol estimuló el crecimiento y vimos que los gusanos estaban activos. Sin embargo, la mejor sorpresa vino al final del experimento cuando encontramos dos gusanos jóvenes», explica Wieger Wamelink, autor del estudio.
«El efecto positivo de agregar estiércol no fue inesperado», añade Wamelink, pero sí le sorprendió que eso provocara que el suelo simulado de Marte superara a un sustrato terrestre, una arena a base de cuarzo utilizada en jardinería para la aireación del suelo. Los gusanos parecían tan felices a 15ºC como en un jardín edénico. Las plantas preferían un poco más de calor, los 20ºC.
Las lombrices son muy importantes para la salud del suelo, no solo en la Tierra sino también en futuros jardines interiores en Marte o la Luna. Prosperan con materia orgánica muerta, como restos de plantas viejas, que comen, mastican y mezclan con tierra antes de excretarla. Estos excrementos todavía contienen materia orgánica que es descompuesta aún más por bacterias, liberando nutrientes como nitrógeno, fósforo y potasio para el uso de las plantas. Al cavar sus orificios, las lombrices también airean y mejoran la estructura del suelo, haciendo que regar las plantas sea más efectivo.
Guisantes, rábanos y zanahorias
Este experimento forma parte de un programa de investigación denominado «Alimentos para Marte y la Luna» que estudia cómo desarrollar un sistema agrícola sostenible en esos dos mundos. Para ello utilizan un suelo proveniente de un volcán en Hawái para simular el de Marte y otro recogido del desierto de Arizona como si fuera el de la Luna.
Los experimentos comenzaron en 2013. Hoy en día ya han hecho crecer más de una docena de cultivos, como frijoles verdes, guisantes, rábanos, tomate, patatas, rúcula, zanahoria y berros. El único que se les ha resistido han sido las espinacas. Los cultivos fueron analizados en busca de metales pesados y también alcaloides para verificar su seguridad para el consumo humano. Después de pasar estas pruebas, los científicos organizaron una cena basada en los cultivos cosechados para las personas que apoyaron la investigación a través de la campaña de crowdfunding. No ha habido quejas.
Tal vez no sean la solución óptima para terraformar Marte, pero serán los primeros pasos en poder crear los hábitats y conseguir lograr la sustentabilidad allí en el planeta rojo con estos pequeños y diminutos héroes que harán historia en la carrera espacial.
Hasta la próxima
«Hay mayor realidad que nuestra mayor ficción»
Maestro Nori-El
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