Empatizar es ser uno con el otro, acompañar, contener, o ponerme en lugar del otro para sentir lo que el otro siente, pero no para hundirme o deprimirme, sino para tratar de ser útil y ayudar. En este caso, siempre doy el ejemplo de una persona que se está ahogando y yo, para ayudarlo, me tiro al agua y me ahogo con él. Eso no serviría de mucho, dado que ahora ya son dos las víctimas. El punto es ayudarlo desde la orilla, ayudarlo desde comprender la situación, y colaborar desde la mejor posición posible. Ese sería el objetivo, pero desde luego somos personas, y pueden ocurrir situaciones que nos desestabilicen emocional y anímicamente, pero la idea es volver a estar equilibrados lo más pronto posible, para poder dar lo mejor en cada momento.
Y en caso de que lo que decidamos sea tolerar, tendríamos que definir que es tolerar, porque es un término que suele confundirse bastante.
Tolerar es aceptar las diferencias sin juzgar, pero sin atentar contra mi dignidad. Esto es clave, porque de no tener en cuenta mi dignidad, estaría siendo cómplice de un acto hostil hacia mi persona, y eso no debe suceder, no debe ser permitido. ¿Y qué es la dignidad? Sería la gran pregunta. Raúl siempre utiliza un ejemplo muy gráfico que sirve perfectamente para explicar. Él dice: No me dejo tocar la cola, salvo que me guste. Jajaja, más gráfico imposible.
Ahora bien, esta dignidad puede verse afectada o deformada por los roles del ego y los engramas. Todos ellos pueden perturbar notablemente lo que pueda parecerme digno o indigno. Obviamente cambia de persona a persona, pero cuanto más presente esté la mente reactiva, más susceptible será la persona, más difuso serán los límites de la dignidad. En cambio, cuanto más integrada esté la persona y con menor carga engrámica, más claro será todo, y mejor definidos estarán los conceptos en esa persona.
Esas diferencias a tolerar, son múltiples: como pensamientos, tendencias políticas, costumbres, formas de vida, religión, creencias, hábitos, etc. Significa que puedo no estar de acuerdo con esa persona, pero no por ello voy a desvalorizar lo que cree o su forma de vivir. Significa que no voy a compartir, pero la voy a respetar, porque tanto ella como yo disponemos y disfrutamos del libre albedrío. Pero claro, siempre desde la dignidad y el respeto mutuo.
Gracias por leerme.