Figura y Mensajes de Jesús

Lo que se conoce de Jesús procede casi exclusivamente de la tradición cristiana —aunque se le menciona en fuentes no cristianas—, especialmente de la utilizada para la composición de los evangelios sinópticos, redactados, según opinión mayoritaria, unos treinta o cuarenta años, como mínimo, después de la muerte de Jesús.

La mayoría de los estudiosos considera que mediante el estudio de los evangelios es posible reconstruir tradiciones que se remontan a contemporáneos de Jesús, aunque existen grandes discrepancias entre los investigadores en cuanto a los métodos de análisis de los textos y las conclusiones que de ellos pueden extraerse.

 

Juan el Bautista predicando
Juan el Bautista predicando

 

Cuando tenía aproximadamente treinta años, se hizo seguidor de un predicador conocido como Juan el Bautista y, cuando este fue capturado por orden del tetrarca de Galilea, Antipas (o tal vez antes), formó su propio grupo de seguidores.

Como predicador itinerante, recorrió varias localidades de Galilea, anunciando una inminente transformación que denominaba Reino de Dios. Predicaba en arameo, aunque es muy probable que conociese también el hebreo, lengua litúrgica del judaísmo, tanto en sinagogas como en casas privadas y al aire libre. Entre sus seguidores había varias mujeres.

 

Representación cinematográfica de María Magdalena
Representación cinematográfica de María Magdalena

 

Desarrolló su predicación durante un tiempo imposible de concretar, pero que en cualquier caso no excedió de tres años, y muy probablemente fue bastante inferior. Durante su predicación, alcanzó fama en la región como sanador y exorcista.

Según su punto de vista, su actividad como taumaturgo anunciaba también el Reino de Dios. Fue acusado de borracho y comilón, amigo de publicanos y prostitutas (Mt 11,19), y de exorcizar con el poder del príncipe de los demonios (Mt, 12, 22-30). Sus familiares lo tuvieron por enajenado (Mc 3,21).

Las muchedumbres le inspiraban compasión (Mt 14, 14) y la única vez que habló de su personalidad se autodefinió como manso y humilde de corazón (Mt, 11-29) pero rechazó ser llamado bueno, porque solo Dios es bueno (Mc 10,18).

La presencia viva de Jesús generaba en sus discípulos una alegría liberadora: «¿acaso pueden los compañeros del novio ayunar mientras el novio está con ellos? Mientras que tienen con ellos al esposo no pueden ayunar» (Mc 2, 19).

 

Jesús predicando

 

Con motivo de la fiesta de la Pascua, acudió con un grupo de seguidores suyos a Jerusalén. Probablemente por algo que hizo o dijo en relación con el Templo de Jerusalén, aunque no pueden excluirse otros motivos, fue detenido por orden de las autoridades religiosas judías de la ciudad, quienes lo entregaron al prefecto romano, Poncio Pilato, acusado de sedición.

Como tal, fue ejecutado, posiblemente en torno al año 30, por orden de las autoridades romanas de Judea. A su muerte, sus seguidores se dispersaron, pero poco después vivieron colectivamente una experiencia que les llevó a creer que había resucitado y que regresaría en un plazo breve para establecer el Reino de Dios que había predicado en vida.

 

Predicación

Del estudio de las fuentes (sobre todo los sinópticos) se infiere que Jesús predicó de forma itinerante en la zona norte de cisjordania hoy Palestina y, preferentemente, en las aldeas que bordeaban el lago de Genesaret.

Sus seguidores fueron principalmente de extracción campesina, y le acompañaron también varias mujeres, lo cual resulta inusual en el contexto de los movimientos religiosos del judaísmo.

Escogió a doce apóstoles o enviados, posiblemente en representación de las doce tribus de Israel. Ni los nombres de los apóstoles ni los relatos de cómo se unieron a Jesús coinciden en todos los evangelios, pero todos concuerdan en la cifra de doce.

 

Jesús en la Última Cena

 

La crítica es prácticamente unánime en considerar que el núcleo de la predicación de Jesús era el anuncio del Reino de Dios. Sin embargo, existen importantes discrepancias a la hora de interpretar qué significa esta expresión en el contexto de la predicación de Jesús.

El «Reino de Dios» se anuncia como algo inminente; en este sentido, la predicación de Jesús se inserta en el contexto de la literatura apocalíptica del judaísmo, en la que existe la esperanza de una próxima intervención de Dios en los asuntos humanos.

Para entrar en el Reino de Dios que Jesús profetiza es necesaria una transformación interior (metanoia) que alcanza todos los ámbitos de la existencia humana; así, quien no se hace como un niño no entrará en el Reino (Mt 18, 1-5) y el perdón es condición para un culto eficaz (Mt, 5, 21-26).

 

Imagen del Paraíso

 

Jesús describió el Reino de Dios utilizando parábolas (véase más arriba), en muchas de las cuales aparece un contraste entre un inicio pequeño e insignificante y un final espléndido (Mt 13,31-34), un padre generoso y unos invitados al banquete ocupados y desagradecidos (Mt 22, 1-14), un rey compasivo y un siervo sin piedad (Mt 18, 21-35), un viñador confiado y unos arrendatarios infieles (Lc 20, 9-19), un sembrador despreocupado y distintos tipos de tierra (Mc 4,1-9).

 

Parábolas 

Las parábolas de Jesús son aquellas breves narraciones dichas por Jesús de Nazaret que encierran una educación moral y religiosa, revelando una verdad espiritual de forma comparativa.

No son fábulas, pues en estas no intervienen personajes animales con características humanas, ni alegorías, pues se basan en hechos u observaciones creíbles de la naturaleza, teniendo la mayoría de estos elementos de la vida cotidiana.

Las parábolas se encuentran contenidas en los evangelios canónicos, aunque también se pueden encontrar en los evangelios apócrifos, como el de Tomás y de Santiago.

 

Jesús el buen pastor
El buen pastor

 

«Las parábolas son quizás el elemento más característico de la doctrina de Jesucristo consignada en los Evangelios. En su conjunto, a pesar de los retoques que hubieron de experimentar en el curso de su transmisión, presentan el sello de una personalidad bien definida. Su impacto sobre la imaginación hizo que se fijaran en la memoria y les procuró un lugar seguro en la tradición. Ninguna otra parte del relato evangélico tiene para el lector un tono más claro de autenticidad.»

Charles Harold Dodd

 

La finalidad de las parábolas de Jesús es enseñar cómo debe actuar una persona para entrar al Reino de los Cielos y, en su mayoría, revelan también sus misterios. En ocasiones Jesús usó las parábolas como armas dialécticas contra líderes religiosos y sociales, como por ejemplo la Parábola del fariseo y el publicano y la Parábola de los dos hijos.

 

Parábola del fariseo y el publicano de Jesús
El fariseo y el publicano

 

Jesús dice que enseña usando parábolas para que comprendan su mensaje sólo aquellos que han aceptado a Dios en su corazón y para que los que tienen «endurecidos sus corazones» y han «cerrado sus ojos» no puedan entender.

Por lo tanto comprender el mensaje de Jesús significaría ser un verdadero discípulo suyo y no entenderlo supone que no se está realmente comprometido con Él y por ende no podemos recibir su ayuda ni la de su mensaje.

Existen algunos debates sobre si este es el significado original del uso de las parábolas o si en realidad fue agregado por Marcos para reforzar la fe de sus lectores, tal vez cuando se vio perseguido.

Esta explicación parece ser esencial para comprender del todo el mensaje real de las parábolas de Jesús, ya que deja claro que es necesario tener fe en Él para entenderlas, o de otro modo se ven confusas.

 

Vida pública y mensajes

Acompañado por sus seguidores, Jesús recorrió las regiones de Galilea y Judea predicando el Evangelio y realizando numerosos milagros.

 

Jesús y sus curaciones milagrosas

 

Escogió a sus principales seguidores (llamados en los evangelios «apóstoles»; en griego, ‘enviados’), en número de doce, de entre el pueblo de Galilea. En los sinópticos se menciona la lista siguiente:

Simón, llamado Pedro y su hermano Andrés; Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo el publicano; Santiago el de Alfeo y Tadeo; Simón el Zelote y Judas Iscariote, el que posteriormente traicionaría a Jesús.

 

El Sermón de la Montaña del Maestro Jesús
Sermón de la montaña

 

Predicó tanto en sinagogas como al aire libre, y las muchedumbres se congregaban para escuchar sus palabras. Entre sus discursos, destaca el llamado Sermón de la Montaña, en el Evangelio de Mateo. Utilizó a menudo parábolas para explicar a sus seguidores el Reino de Dios.

Las parábolas de Jesús son breves relatos cuyo contenido es enigmático (a menudo han de ser después explicadas por Jesús). Tienen en general un contenido escatológico y aparecen exclusivamente en los Evangelios sinópticos.

Entre las más conocidas están la parábola del sembrador, cuyo significado explica Jesús a continuación; la de la semilla que crece; la del grano de mostaza, la del trigo y la cizaña, la de la oveja perdida y la de la moneda perdida, la del siervo despiadado, la de los obreros enviados a la viña, la de los dos hijos, la de los viñadores homicidas; la de los invitados a la boda, la de las diez vírgenes, la de los talentos, la del juicio final.

Dos de las más conocidas aparecen solo en el Evangelio de Lucas: se trata de la parábola del buen samaritano y la del hijo pródigo. En las parábolas, utiliza Jesús frecuentemente imágenes relacionadas con la vida campesina.

 

Parábola de los viñadores homicidas de Jesús
Los viñadores homicidas

 

Mantuvo controversias con miembros de algunas de las más importantes sectas religiosas del judaísmo, y muy especialmente con los fariseos, a quienes acusó de hipocresía y de no cuidar lo más importante de la Torá: la justicia, la compasión y la lealtad (Mt 12, 38-40; Lc 20, 45-47).

La originalidad de su mensaje radicaba en la insistencia en el amor a los enemigos (Mt 5,38-48; Lc 6, 27-36) así como en su relación estrechísima con Dios a quien llamaba en arameo con la expresión familiar Abba (Padre) que ni Marcos (Mc 14,36) ni Pablo (Rm 8, 15; Gal 4, 6) traducen.

Se trata de un Dios cercano que busca a los marginados, a los oprimidos (Lc 4, 18) y a los pecadores (Lc 15) para ofrecerles su misericordia. La oración del Padre nuestro (Mt 6,9-13: Lc 11,1-4), que recomendó utilizar a sus seguidores, es clara expresión de esta relación de cercanía con Dios antes mencionada.

 

Jesús de Nazaret meditando

 


 

SESIÓN CON EL MAESTRO JESÚS SOBRE SUS MENSAJES Y SU PERSONA

 

31/3/2018

Interlocutor: Adrián Tardío

Médium: Raúl Caballero

Entidad: Ien-El (100% espíritu de quien encarnó como Jesús de Nazaret y actual Logos Solar)

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SESIÓN TRANSCRITA

 

Raúl Caballero: Sesión con el Maestro Jesús sobre distintos mensajes y distintas parábolas que dio a conocer en su vida como Jesús. Voy a canalizar al Maestro Ien-El.

Ien-El: Queridos hermanos, son tantas cosas, tantas las que quiero daros por conocer, que seguramente no me daría con toda la energía de mi querido hermano que hace de canalizador, porque mis mensajes eran la Palabra, directamente la Palabra.

Con todo el respeto por el receptáculo, voy a necesitar varias sesiones.

Durante todo este tiempo, para por los años de los años vuestros, y por los siglos de los siglos, poder transmitiros todo lo que quise transmitir. No basta con 20 ni con 30 minutos. No basta con 4 horas, ni con 10, ni con 20 para explicaros todo lo que os quiero explicar.

Ni para explicaros todo lo que os expliqué hace dos milenios atrás, ni para explicaros todo lo que no os pude explicar hace dos milenios atrás. Pero por lo menos voy a rescatar un par de cuestiones.

No lo toméis como definitivo por favor os lo pido, pues voy a continuar con el tiempo todo lo que tengo que contaros, porque no hubo nada más importante en mi vida que la Palabra, la Palabra de mi Padre.

¿Por qué me comunicaba con parábolas? Porque en aquel tiempo no había una mejor manera de hacer comprender. Porque en aquel momento no muchos estaban preparados para conocer la verdad de forma directa.

Hubiera roto muchos cánones establecidos. Hubiera roto muchos preconceptos ya establecidos y muy poca gente la hubiera aceptado.

Mediante las parábolas he logrado que se trasciendan con el pasar de los años y que cada vez se logren interpretar mejor. Mediante las parábolas había gente que comprendía, pero como eran parábolas, eran más inofensivas de conocer la verdad directamente. Entonces hay quien se quedaba dudando.

Hoy estáis mucho más preparados para conocer la verdad y es por eso que no hace falta hablar mediante parábolas, sino mediante aforismos que como este querido receptáculo quien amo tanto y otros han transmitido mediante aforismos.

Pero en aquel tiempo era necesario que yo hablara mediante parábolas, pues eran mucho más inofensivas. Inofensivas para una sociedad llena de tabúes, para una sociedad mucho más violenta, sin libertad de expresión, a diferencia de -más o menos- hoy la vuestra.

No sólo las parábolas, todas las charlas que tenía con mis discípulos. Todo ello era importante, todo ello era importante.

Comencé a andar, y a andar, y a andar… mientras explicaba, mientras daba a conocer la Palabra del Padre. Por cada aldea, por cada poblado, por ahí por donde pasaba sembraba dudas. Dudas de lo ya establecido. La gente comenzó a seguirme.

Fueron varias decenas la gente que me siguió. De esas varias decenas muchos dejaron de seguirme porque después no tenían el valor de abandonar a sus seres queridos, sus trabajos, sus familias, sus ocupaciones… No se atrevían a dejar de lado el amor terrenal por la Palabra del Padre.

Algo que yo nunca juzgué porque ya había comprendido el amor personal y el amor impersonal. Lo acepté. Al final cada persona es dueña de su destino y responsable de sus actos.

Algunos de mis seguidores eran mujeres, pero la historia se ha encargado de borrarlas porque no eran bien aceptadas entre la sociedad. Dentro de mi pregonaba la igualdad: La mujer era tan importante como el varón.

Y de cierto os digo queridos hermanos que si por mi hubiera sido las mujeres hubieran participado en cada uno de los episodios descritos por las escrituras, pero fueron borradas de estas.

Adrián: Entonces, una pregunta Maestro: ¿No había 12 apóstoles? ¿Habían más?

Ien-El: Llegué a tener hasta 30 seguidores, un poco más. Unos cuantos más. Pero se fueron quedando en el camino -como digo- con distintas ocupaciones.

Al final fueron 13 los que vosotros llamáis apóstoles que fueron los que me siguieron: 12, más el apóstol número 13, que era un apóstol que ponía permanentemente en duda todo lo que yo decía. Que intentaba sembrar la discordia entre el grupo constantemente.

Y yo lo aceptaba, y yo lo amaba. Y para mí era ese toque de autocrítica que yo necesitaba… y no el “sí, bwana”, como diríais vosotros.

Ese apóstol que era capaz de mirarme a los ojos con autoridad, capaz de desafiarme con la mirada. Desafiaba a mi Ego y no a mí. Era como esa persona que era capaz de recordarme que todavía podía desviarme del camino; que aun habiendo pasado las penurias en el desierto, habiendo vencido la tentación de Luzbel, que aun habiendo tomado la Energía Crística, y aun habiendo peregrinado por muchos lugares extranjeros explicando la Palabra, aún así, era vulnerable como ser humano y vulnerable como ser espiritual.

Y que tanto el ser humano como el ser espiritual son vulnerables ante el ego. Tal vez, él era esa parte que me lo recordaba. Obviamente él no lo hacía queriendo prestar servicio, pero creo que parte de nosotros en convertir lo negativo en positivo.

Intentar buscar algo positivo dentro de algo negativo. Tratar de no verlo como un desafío hacia mi persona, sino como un desafío hacia mi ego. Una motivación más para seguir y mejorar.

Y a medida que yo fui haciendo mi camino, yo fui mejorando también. En parte gracias a él.

Está claro que no me hizo ningún bien, está claro que me deseaba mal, está que claro intentaba dejarme en ridículo delante de todos y está claro que más de una vez fui vencido por mi ego y lo reprendí, pero eso es otra historia para otro momento.

En definitiva fueron 13 aquellos que me acompañaron, más alguna mujer que me fue acompañando y se fue quedando. Fuera como fuera, no es tan importante la cantidad, sino que aquellos que decidieron seguirme dejando de lado su vida, no todos ellos estaban preparados para entender la Palabra.

Muchos de ellos pensaban que en un momento dado me levantaría en armas contra el emperador. Pero no, no fue así. Yo vine a cumplir la ley, no a derrocarla, no a enfrentarla. No pretendía crear caos, no pretendía crear discordia.

Es cierto que había aprendido a manejar algún arma, pero sólo como defensa propia y no me interesaba el arma ni la guerra. No me interesaba, para nada.

Solo me interesaba la dialéctica. De ahí que cuando yo hablo de “poner la otra mejilla” se mal entienda. Se mal entiende porque yo no portaba armas. Cuando una persona desarmada, que es algo muy poco común en la época, te habla de poner la otra mejilla se interpreta de forma literal, más aún si lo haces armado.

Pero yo no hablaba  de dejarme abofetear la otra mejilla, yo hablaba de no responder la violencia con más violencia. De hablar, de usar la dialéctica. De intentar comprendernos dialogando. De no encender más la chispa del odio. De no alimentar a los demonios. Si yo respondo la violencia con violencia, no genera nada bueno y no creo que eso sea algo positivo alimentar más los rencores, los odios, las animadversiones… Y eso era lo que quería decir realmente.

Yo los amaba a cada uno de mis queridos seguidores, pero sé que muchos quedaron decepcionados porque no encontraron en mi lo que realmente buscaban. Muchos, algunos, me discutían. Pocos abiertamente. Muchos a las espaldas. Con mi mente templada y mi sangre fría sería un excelente líder para una revolución, sería un excelente guerrero.

¿ Por qué no me dedico a guerrear? Eso es lo que mucha gente me discutía entre los míos.

Pero la Palabra del Padre no entiende de quitar libertades, no entiende de cercenar vidas ni de derramar sangre.

¿Y a qué Padre es al Padre que adoro yo?

Al Padre que ama tanto a sus hijos que les concede plena libertad absoluta para amarse y para odiarse, para destruirse y para levantarse.

No muchos estaban de acuerdo con esa forma de pensar, entre ellos el jovencísimo Juan, el jovencísimo Juan Zebedeo. El discípulo fiel, el hermoso discípulo que tantas veces me cuestionó. No con maldad, sino con inocencia, con inocencia.

Y yo lo amaba tanto al querido Juan, pero… ¡tantas veces, tantas, estallaba! Muchas veces estallaba. Ponía a prueba mi rol del ego sin él querer. Pero él era joven, muy joven era él.

Por otro lado, madre tenía mucho miedo y me advertía permanentemente:

– Hijo sabes cómo como vas a terminar. Solo puede terminar de una manera. Aquellos que mandan no van a permitir que entres en su reino.

– Pero querida madre, que yo no quiero entrar en su reino, quiero que ellos entren al reino del Padre, y si para ello es necesario mi sacrificio así sea la voluntad de mi Padre y no la tuya.

Tenía muchos engramas como Jesús, aun con toda mi integración. Engramas de incomprensión. Por un lado sentía que mi madre podía ser una piedra en mi camino, pero no porque me odiara, sino porque me amaba tanto…

Pero era un amor terrenal, era un amor físico, era un amor superficial… entonces yo sentía que podía estorbarme mi camino. Y por otro lado, tenía mis discípulos que no me entendían.

-¿Cómo puedo yo enseñar la Palabra a los demás si ni mis más allegados me comprenden?

Llegué a tener momentos de desasosiego, momentos de miedo… miedo por no ser comprendido, más que por mi futura muerte. Miedo, porque… ¿y si todo esto era en vano? ¿Y si nadie nunca me iba a comprender?

Y me volvían las dudas y volví a tener dudas y yo tenía muchos momentos con dudas. Mi querida discípula María me ayudó varias veces, lo reconozco. Ella era mucho más dulce y compasiva que muchos de los discípulos «oficiales», porque me comprendía mi dolor.

Y muchas veces me ayudaba a acallar ese dolor. Noches en silencio. A veces sólo con tener un hombro donde dejarse caer, donde llorar, donde expresarse… y un eterno silencio suficiente. ¿Suficiente para qué? Suficiente para descargar mis engramas incluso.

La querida María me ayudó incluso a descargar mis propios engramas en ese momento. Supongo que parte de ahí la traspasé a mi thetán.

Muchos de mis mensajes fueron referidos a los procesos reencarnativos, de la reencarnación, pero fueron borrados y censurados porque no interesaba a los más interesados. No interesaba.

Y se quedaron en la parte de los Milagros de los que hablaremos -si os parece bien- el próximo año con gusto. Porque durante mi peregrinaje, mientras iba contando estos mensajes, también iba sanando a los más débiles y enfermos; obrando cosas que nadie comprendía, solo yo.

Ahora, me gustaría centrarme rápidamente en un par de mensajes:

Primero, se han malinterpretado mis palabras cuando yo hablo: “ama a tu prójimo como a ti mismo”. Se olvida la segunda parte de la frase, como a ti mismo, y se quedan solo con el principio de la frase, ama a tu prójimo, y se olvidan de que uno tiene que amarse a sí mismo también.

Yo hacía total alusión en eso, en distintos mensajes en forma de parábolas.

También se olvidan en el “ama a tu prójimo como a ti mismo” en que tu prójimo no es todo el mundo. Tu prójimo es aquel que socorre al caído, que levanta al caído.

¿Quién es tu prójimo?

Lo explicaba muy bien en la parábola del Buen Samaritano. Esa parábola en que pasaban levitas o pasaban escribas, pasaban gentes de Jerusalén… Dejaban al pobre caído sólo y de repente aparece un samaritano, que no tenía mucho por dar, y lo socorre y lo lleva a una posada y paga con su poco dinero.

– Y si necesita algo más déselo, yo correré con los gastos.

Ese es tu prójimo, el samaritano. Ese es tu prójimo, el que levanta al caído. No es todo el mundo. Y la gente esto no lo comprendió tampoco.

Son sólo un par de ejemplos de los tantos mensajes que os quiero dar a lo largo de los años, con calma. No es algo que se puede resumir en una sesión, ni en dos.

Pero el motivo de esta sesión para mí era que comprendierais mis motivaciones, mis miedos, mis problemas… dentro de mi figura humana de Jesús. Que comprendierais mis mensajes; un par aunque sea de ellos.

Que comprendierais qué hice durante ese tiempo, que comprendiérais algo más sobre mis discípulos y sobre mi madre. Y sobre mi ego. Claro, cómo no.

Que aprendáis no sólo de mi bondad, sino también de mi ego. Eso nos hace humanos, ¿no?

¡Gracias por escucharme!

 


ENLACES DE INTERÉS:

Jesús de Nazaret – Nacimiento e infancia: http://tetra-el.org/mediumnidad/misterios-revelados/jesus-nacimiento-juventud/

María de Nazaret: http://tetra-el.org/mediumnidad/misterios-revelados/maria-madre-jesus/

Mensaje de Ien-El previo a resolver los años perdidos: http://tetra-el.org/mediumnidad/contactos-telepaticos/14-04-17-mensaje-del-maestro-jesus/

Jesús de Nazaret – Los años “perdidos”: http://tetra-el.org/mediumnidad/misterios-revelados/jesus-de-nazaret-anos-perdidos/

Bautismo de Jesús: http://tetra-el.org/mediumnidad/misterios-revelados/el-bautismo-de-jesus/

La Tentación: http://tetra-el.org/mediumnidad/misterios-revelados/tentacion-de-jesus-en-el-desierto/

BIBLIOGRAFÍA:

Jesús de Nazaret: https://es.wikipedia.org/wiki/Jes%C3%BAs_de_Nazaret

Parábolas de Jesús: https://es.wikipedia.org/wiki/Par%C3%A1bolas_de_Jes%C3%BAs

La vida de Jesucristo, película: https://www.youtube.com/watch?v=_UmY2gLQR4I&list=PLdJIgCfp3tCtu__gfx8AIptAbKEqDH5ug&index=33&t=3322s

La vida de Jesucristo, versión larga: https://www.youtube.com/watch?v=-bcOE9Sge6s

La Biblia, Mateo, Nuevo Testamento: https://www.lds.org/scriptures/nt/matt?lang=spa