Poncio Pilatos

Poncio PIlatos se lava las manos

Se realizaron dos sesiones telepáticas con el médium Raúl Caballero al espíritu de quien encarnó como Poncio Pilatos en el programa Tetra-El Now de Semana Santa en Youtube junto a Laura Castelló en las que se entrevistó al espíritu y contó varios episodios.

 

Sesiones telepáticas

 

15/04/2022

Médium: Raúl Caballero

Interlocutora: Laura Castelló

Entidad: Thetán de quien fue Poncio Pilato

Se presenta quien fue Poncio Pilato para responder preguntas a modo de entrevista.


Primera parte

Comentó cómo se sentía su rol y cómo de relevante fue para él el episodio de la crucifixión de Jesús. Expresó las dificultades que tenía en su cargo y la cantidad de presiones y peligros a los que estaba sometido.

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Segunda parte

Comenta la ligera descarga de engramas que ha tenido al comunicarse en la anterior sesión. Explica cómo era su morfología, su personalidad e intereses en ese rol y cómo vivió los eventos en relación al juicio, flagelación y crucifixión de Jesús.

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Directo en YouTube

 

 


 

Contextualización

 

Poncio Pilato a​ —también conocido en español como Poncio Pilatos— fue un miembro del orden ecuestre y quinto prefecto de la provincia romana de Judea, entre los años 26 y 36.

Los evangelios canónicos lo presentan como responsable ejecutivo del suplicio y crucifixión de Jesús de Nazaret, siendo este uno de los pocos episodios en los que se le menciona, conocido también por autores judíos (Filón, Flavio Josefo), romanos (Tácito) y un testimonio arqueológico epigráfico.

Los detalles de la biografía de Poncio Pilato antes y después de su nombramiento como prefecto de Judea y tras su participación en el proceso contra Jesús de Nazaret son desconocidos.

Aunque varias fuentes textuales posteriores (los Annales de Tácito y los escritos de Flavio Josefo) lo mencionan como procurator (procurador) o como præses (gobernador), su denominación oficial fue la de praefectus que, según había ya sospechado O. Hirschfeld en 1905, era la que correspondía a tal cargo hasta la época de Claudio.

Muchos detalles que carecen de cualquier confirmación por otras vías, especialmente relativos a sus supuestos arrepentimiento, suicidio o condena y decapitación, han sido añadidos a la tradición biográfica a partir de las Actas de Pilato, un relato contenido en los evangelios apócrifos, que circularon con más profusión por Oriente; entre aquellos se cuentan también un nombre para su esposa, Claudia Prócula, canonizada como santa por la Iglesia ortodoxa etíope y por la bizantina, o un (improbable) nacimiento de Pilato en Tarraco (Tarragona).

Lo cierto, sin embargo, es que históricamente no se sabe nada seguro sobre los lugares de nacimiento y muerte de Pilato, ya que su rastro histórico se pierde en los años 36-37 cuando, destituido de su cargo, regresó a Roma.

Fue designado prefecto de Judea por Tiberio, a instancias de su prefecto del pretorio, Sejano, adversario de Agripina y destacado antijudío.

Intentó introducir imágenes del emperador en Jerusalén y construir un acueducto con los fondos del Templo.

Algunos autores señalan que estas desavenencias con el pueblo judío lo llevaron a trasladar su centro de mando de Cesarea a Jerusalén para controlar mejor las revueltas, en especial porque comenzaban a actuar en la provincia grupos armados contrarios al poder romano.

Se supone que el personaje mencionado en los evangelios, Barrabás, era parte de una de estas bandas.

Poncio Pilato fue relevado del mando de Judea en el año 36, después de reprimir fuertemente una revuelta de los samaritanos, durante la cual crucificó a varios alborotadores.

 

Pilato en los evangelios

 

Según los Evangelios sinópticos Jesús fue apresado por un grupo de hombres armados pertenecientes a la guardia del Templo, por orden de Caifás y los sumos sacerdotes. En cambio, el evangelio de Juan afirma que fue apresado por una compañía romana al mando de un tribuno,20​ lo que daría a entender que fue por orden del prefecto.

Los evangelios dicen que, luego de un interrogatorio nocturno, los líderes saduceos llevaron a Jesús ante el prefecto romano por la mañana temprano, ya que los romanos solo hacían juicios antes del mediodía, solicitando a Pilato que lo ejecutara, ya que le habían hallado culpable de blasfemia, pero la pena capital solo podía ser aplicada por los romanos.

Pilato envía a Jesús a Herodes Antipas debido a un conflicto con la jurisdicción correspondiente a un reo de Galilea. Al ser devuelto a sus manos, Pilato se declara incompetente para resolver asuntos religiosos y declara no hallarle culpable.

Los líderes judíos entonces cambian la acusación sobre Jesús a sedición. A pesar de no hallarlo culpable, Pilato —sabiendo que era víspera de Pascuas— deja que el pueblo decida entre liberar a un preso de nombre Barrabás o liberar a Jesús.

El pueblo, dirigido por los sumos sacerdotes, escoge la liberación de Barrabás y la crucifixión de Jesús. Ante esa decisión Pilato simbólicamente se lavó las manos para indicar que no quería ser parte de la decisión tomada por la muchedumbre.

Pilato dice «No soy responsable por la sangre de este hombre». A lo que la multitud responde: «Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros descendientes».

Se narra también que Pilato ordena la flagelación de Jesús antes de su ejecución, pero los evangelios discrepan en cuanto a si esta medida fue tomada como un intento de sustitución de la ejecución, o si era simplemente parte del proceso de la ejecución.

 

Juicio Poncio Pilatos ordena crucificar a Jesús

 

Simbología

 

El acto de «lavarse las manos» protagonizado por Pilato en el evangelio de Mateo, junto con otros temas simbólicos emblemáticos de la pasión de Cristo (las treinta monedas de plata, el beso de Judas, el canto del gallo), dejó su marca en el lenguaje cotidiano y en las imágenes.

Según J. L. McKenzie, el acto de «lavarse las manos» no formaba parte del proceso legal: ya no había audiencia ni interrogatorio de testigos, sino más bien una forma de hacer comunicar a la muchedumbre, por medio de una costumbre judía, su desapego al caso. La sentencia estaba implícita.

El factor importante no era ya el proceso, sino las presiones que provocaron el resultado del proceso. Los evangelios implican claramente que Pilato se dio cuenta de que no había ningún cargo auténtico contra Jesús,​ y el lavatorio simbólico de las manos añadido por Mateo, viene a subrayarlo.

Este acto quedó en la cultura como símbolo de quien, por conveniencia personal, cede ante la presión de otros al tiempo que pretende desentenderse de un veredicto injusto.

 

Poncio-Pilatos-Misterio-Escultura

 


 

Transcripciones

 

Sesión 1ª

 

Médium: Raúl Caballero

Interlocutora: Laura

Entidad: Guiranel, thetán de Poncio Pilato

 

Laura: Entrevista con el espíritu o thetán de quien fuera Poncio Pilato, nacido en diciembre del 12 de a.C. y cuya fecha de fallecimiento es una incógnita.

Guiranel: ¿Me habéis convocado?

Laura: ¡Bienvenido!

Guiranel: Estoy vibrando ahora mismo en un nivel 3, subnivel 2. Me encuentro comunicado a través de este espectáculo con vosotros en el plano físico. ¿Cuál es el motivo por el cual se me ha convocado? Imagino que tiene que ver con hablar de mi único rol trascendente.

Laura: Sí, muchas gracias por presentarse. Sabe que desde aquí en el grupo solemos hacer sesiones relacionadas con la vida de Jesús. Entonces nos gustaría poderle realizar algunas preguntas relacionadas con esa vivencia.

Guiranel: No, no estaba al tanto, pero ahora ya lo estoy. Imaginaba que tendría que ver con esa vivencia porque es la única vivencia conocida y todo el mundo quiere llamarme para preguntarme sobre lo mismo.

Para introducir, me gustaría decirte que mi rol hizo muchas otras cosas al margen del tema de aquel maestro que vosotros llamáis Jesús. Hubo mucha más vida al margen de eso, eso fue un simple episodio, un episodio más.

Ni siquiera fue el más relevante. Sí para vuestra historia, no para mi rol en ese momento, que tenía otras preocupaciones más importantes y que simplemente se sacó de encima el tema sin darle demasiada importancia.

A lo largo de los años como prefecto he tenido miedo. Contrariamente a lo que mucha gente cree, ser prefecto no era simplemente amasar riquezas. La responsabilidad era grande, sentía mi vida constantemente amenazada por aquel que muchos llamaban el César, y que yo llamaba Tiberio. Y también porque había desórdenes públicos y grupos que amenazaban mi autoridad.

Cualquier persona podía atentar contra mi vida, desde algún súbdito mío con ansias de poder hasta el propio Sanedrín, que también era un impedimento. Hasta el propio pueblo o distintos grupos de poder como Celotes, etcétera, que estaban en contra de mi gobierno, pero en general del gobierno romano.

Laura: Claro, es que imagino que tener ese cargo no era fácil.

Guiranel: No era fácil y sentía mi vida permanentemente amenazada. Y tuve que tomar decisiones permanentemente influenciadas. Que nadie piense que las decisiones que yo tomo son las que a mí me hubiera gustado tomar. Y supongo que esto se aplica a cualquier otro prefecto, no solamente a mí, en cuyo caso creo que está un poco más justificado.

De todas formas, me gustaría decir que en esa vivencia he tenido todo tipo de problemas sociales. Mi relación con el pueblo judío y con el Sanedrín no era buena. No era buena. Y mi relación con otras figuras de poder como por ejemplo el rey Herodes, tampoco era buena.

Sea como fuera, me sentía bastante solo. Bastante solo. Bastante solo. No encuentro otra palabra en el decodificador de este receptáculo para traducirlo, para expresarlo.

Y si bien yo podía apoyarme en mi querida esposa Claudia, sentía que era la única persona de fiar en este mundo. La única persona de fiar en ese mundo.

De todas formas, tengo bastantes engramas. Tengo bastante carga de ese rol y me gustaría expresar un pequeño relato de forma breve que demuestra un poco cómo me sentía.

Yo permanentemente intercambiaba correspondencia con el emperador Tiberio. Tenía que ser un prefecto fuerte, un dirigente fuerte. No es cierto muchas de las cosas que se comentan sobre mí, de que fuera tan déspota o de que fuera tan tirano.

Sí es cierto que, y no voy a engañar, que intenté amasar fortunas, que intenté obtener beneficios a nivel económico de lo que tenía que ver con el pueblo. Pero la realidad es que recuerdo que más de una vez me han amenazado.

Recuerdo una vez, por ejemplo, en que el propio Caifás me vino a visitar y me dijo que era necesario atrapar a una persona que se autoproclamaba como el rey de los judíos, y que iba a poner en peligro el Imperio. Que iba con otras personas que eran sus seguidores. Yo le dije:

-No, Caifás. En asuntos políticos sí, pero en asuntos religiosos yo no entro. No me interesa directamente.

Hay que tener en cuenta que mi rol en ese momento se ocupaba de todo lo que tenía que ver con asuntos políticos y con asuntos militares. Políticos, militares y económicos. Pero nada que tuviera que ver con la religión.

Mi cargo tenía que ver con controlar las revueltas, los disturbios y con controlar al pueblo judío. Para eso tenía que mantener un equilibrio e intentar mantener unas negociaciones sanas con el Sanedrín. Algo que no me agradaba en absoluto, porque no me agradaban nada las formas de Caifás. No me agradaban nada las formas de Caifás.

Caifás permanentemente exigía. Permanentemente exigía y quería que nosotros les resolviéramos sus asuntos religiosos. Y yo no estaba en el cargo para resolverle sus asuntos religiosos.

Permanentemente quería mis centurias, quería mis legiones y quería tropas y soldados que lo protegieran y que protegieran sus intereses y su monopolio. Y yo no podía estar disponiendo de tropas para él cada vez que él precisara, porque teníamos otros asuntos que atender.

Estábamos en permanentes conflictos, en permanentes revueltas contra distintos grupos judíos que intentaban amenazar nuestro Imperio.

Y su forma de exigir. Recuerdo que me dijo en varias oportunidades, no sólo en este relato, en varias oportunidades recuerdo que me dijo:

-El César es enemigo de aquel que genera disturbios, más aún con el cargo de prefecto.

Como amenazándome a mí de qué si yo no cumplía sus exigencias él iba a financiar o a permitir a grupos de rebeldes para atacar MÍ cargo. Y si esos rebeldes atacaban, la culpa a ojos del César era mía. Y amenazaba con que el César me cortaría la cabeza. En varias oportunidades lo pronunció. Con esa lengua de serpiente, venenosa.

Laura: ¿Se sentía como superior a ti?

Guiranel: No, no creo que superior. Simplemente creo que buscaba obtener su beneficio. Y obteniendo ese poder, digamos. Pero mi relación era sumamente mala con él.

Laura: ¿Te sentías utilizado?

Guiranel: Me sentía utilizado y no me daba la gana tener que ceder ante él. Y eso nos llevó a muchos tipos de discusiones en que casi siempre terminaban con él amenazándome.

Laura: No te gustaba.

Guiranel: Un día recuerdo que le dije:

-Caifás, puedes informar a Tiberio de lo que tú desees, pero no garantizo que tu cabeza continúe sobre el torso.

Me dijo que estaba blasfemando contra su dios. Le dije que Marte no opinaba lo mismo. Y teníamos serias disputas permanentemente.

Un día recuerdo que se reunieron varios de los ancianos del Sanedrín que tenían más poder que el resto y hubo muchísima tensión en el momento.

Tuve que ordenar a mis guardias que bajaran las armas, porque si no hubiera sido peor para mí todavía.

Y me exigieron que liberara a varios prisioneros judíos, porque esos prisioneros eran personas que estaban beneficiando su causa a modo de publicidad.

Y yo le dije:

-No podemos faltar a las leyes, y no podemos liberar ni a asesinos ni a criminales.

Recuerdo que todo el pueblo estaba expectante. Y el pueblo se puso del lado del Sanedrín. Comenzaron a decir: “Informad al César, informad al César”.

Y podría perfectamente mandarlos a matar a todos, a crucificarlos. Pero no me atreví y al final volví a ceder a sus exigencias. Y así permanentemente.

Me tenía cansado Caifás. Me tenía muy cansado Caifás. Y Anás ni que hablar también. Menudo par de impresentables.

Y bueno, aquí descargué un poco. Un poco nada más.

Laura: Claro, toda esa ira, ¿cómo la descargabas en esa vida? ¿Cómo la podías canalizar?

Guiranel: Yo la canalizaba en mis mujeres. Ya no digo mi esposa: en mis mujeres. Pero realmente me molestaban estas formas y todo esto. Y me molesta aún ahora como entidad suprafísica y ahí lo dejo descargado.

De todas formas, en mi vida tuve muchos más episodios. Y ni mucho menos todo gira en torno a esa figura del que llamáis Jesús.

Laura: Sí, me imagino. Fue un episodio de tantos, ¿no? Solo que para nosotros más trascendental.

Guiranel: Exacto. Y yo, tan iluso de mí, cuando me mandaron como prefecto en la región de Judea tan contento creyendo que esto daba poder. Y bueno, luego… ¡cuidado!

Laura: Claro.

Guiranel: Sí es cierto que tenía negocios también fraudulentos y es cierto también que a base de dinero, en base a engaños, a mentiras, etcétera, etcétera. Tampoco voy a voy a ocultar eso. Bueno, si tienes preguntas ahora es el momento.

Laura: ¿Cuál es su nombre conceptual?

Guiranel: Bueno, yo creía que me ibas a preguntar algo más importante. El nombre conceptual, me puedes conocer como Guiran-El.

Laura: Sí, tenemos preguntas relacionadas con esa vida, pero bueno, la tenemos planificada para otras…

Guiranel: Está bien, está bien.

Laura: ¿En qué plano encarnó en esa vida?

Guiranel: En esa vida encarné en un plano 2.9.

Laura: ¿Y en qué plano desencarnó?

Guiranel: Desencarné en un plano 2.4. No, a pesar de lo que muchos están pensando, no descendí a la Octava Esfera. No descendí a la Octava Esfera. Crucifiqué a miles de personas y no descendí a la Octava Esfera. Tal vez porque estaba justificado. Yo no lo sé. Pero cumplía un rol y tampoco era sencillo hacerlo.

Laura: ¿Está encarnado actualmente?

Guiranel: Sí, tengo un rol encarnado en el país que vosotros llamáis España.

Laura: ¿Quiere decir la zona o no…?

Guiranel: Cerca de vuestro territorio.

Laura: ¿Qué edad espiritual tiene?

Guiranel: La edad espiritual son 15 millones de años.

Laura: ¿Y cuántas vidas ha tenido?

Guiranel: He tenido 157 vidas. Además, en todas ellas, en todas, he cumplido el rol masculino. Nunca encarné como mujer.

Laura: ¿Por qué motivo?

Guiranel: No me siento cómodo, no sé. Tú me dirás: No lo probaste. Pero no me interesa tampoco.

Laura: ¿Ha tenido más encarnaciones relevantes en este u otros mundos?

Guiranel: No.

Laura: ¿Qué grado te llegó a desarrollar?

Guiranel: Cero.

Laura: ¿Con qué maestro que nosotros conozcamos…?

Guiranel: Ninguno, ninguno. No tengo relación con ningún maestro.

Laura: Bueno, con su guía sí.

Guiranel: Depende de en qué momentos. El máximo plano al que he llegado a ascender es el plano maestro, el plano cuarto. Y ha sido durante mi última encarnación y la anterior.

Laura: ¿Cómo se llama su ángel guía y su guía espiritual?

Guiranel:  Mi ángel guía se llama Ditar-El y mi guía espiritual se llama Dor-El-Van.

Laura: ¿Quiere darnos algún otro mensaje?

Guiranel: No, ya di al inicio lo que tuve que decir y me podía pasar bastante rato hablando de esa vivencia, porque me quedaron muchos engramas.

Vosotros pensáis en eso porque es conocida, pero he tenido muchas encarnaciones donde he grabado muchos engramas.

Laura: Claro.

Guiranel: Está bien, hablamos entonces.

Laura: Sí, hacemos una pausa. Muchas gracias por venir y después lo podemos volver a convocar.

Guiranel: De acuerdo, ¡nos vemos!

Laura: Muchas gracias. Hasta todo el momento. Mucha luz.

 


 

Sesión 2ª

 

Laura: Segunda sesión a quien fue Poncio Pilato.

Guiranel: Agradezco esta segunda oportunidad.

Laura: Muchas gracias por volver a venir.

Guiranel: (Suspira) Ni te imaginas la carga que tengo.

Laura: ¿Cómo se encuentra tras la primera sesión?

Guiranel: Descargué ligeramente, pero… hay muchas cosas en esa vivencia. Imagino que conforme te vaya respondiendo algunas preguntas se me van a aliviar algunas cosas.

Porque al final se me ha intentado canalizar en más de una oportunidad con un resultado pésimo y no he podido descargarme bien. Así que creo que va a ir mejor ahora.

Laura: De acuerdo. ¿Me deja realizar las preguntas que tenemos preparadas?

Guiranel: Claro, porque creo que también las respuestas de eso me van a beneficiar también.

Laura: Sí, supongo que como serán apartados, ¿no?, podrá explicarse más sobre esos conceptos.

Guiranel: Pues vamos a por ello.

Laura: La primera pregunta es curiosa: ¿Qué aspecto tenía en su rol como Poncio Pilato? ¿Cómo era su morfología?

Guiranel: Era bastante más bajo de estatura de la media y mucho menos de lo que algunos se pueden llegar a imaginar en ese sentido. Es decir, que en mi propia constitución no era una persona que impusiera demasiado respeto.

Lógicamente, imponía respeto porque tenía un rol importante, pero digamos que físicamente no ayudaba demasiado. Digamos que todos mis guardias, todos mis soldados eran bastante más corpulentos que yo.

Laura: ¿Y cómo era su forma de ser, su personalidad?

Guiranel: Se ha hablado mucho de mí, de que era déspota, de que era un tirano, de que no tenía corazón, etcétera, etcétera. Lo cierto es que estaba muy despersonalizado de según qué situaciones porque si no, no podría haber ocupado el cargo que ocupaba.

Pero no era un desalmado ni mucho menos, eso ya os lo puedo yo asegurar. Tuve mis momentos de sufrimiento.

Pero sí es cierto que cuando llevas una vida tan llevada a la riqueza, al poder, es cierto que de alguna manera te insensibilizas de episodios, ¿no? Y sobre todo en una época en la que ver cadáveres era de lo más común. Así que es lo que hay. Por un lado, está que era más sensible de lo que dicen, pero por otro lado es cierto que eso estaba ahí.

Y también es cierto que, no nos engañemos, tuve que tomar decisiones que eran muy, muy drásticas y decisiones muy cínicas también. Lo que sí que intentaba -y eso no lo voy a esconder- era beneficiarme del tema del dinero, de los impuestos, etcétera, etcétera. Ahí se intentaba sacar lo mejor posible.

Laura: ¿Qué impresión llegó a tener una vez que llegó a dar con Jesús? ¿Sentía algún tipo de respeto o admiración por el Maestro?

Guiranel: No, no. Nunca sentí ni respeto ni tampoco admiración por él. Había escuchado otras cosas, sobre todo era mi esposa Claudia la que me contaba. A mí me interesaban menos, pero los rumores llegaban a todas partes, obviamente.

Pero no estaba demasiado interesado en esas religiones monoteístas. Yo era claramente politeísta y no me interesaba para nada ese Dios del que pregonaba. A mí me interesaban los asuntos religiosos lo mismo que le importaba a Caifás los asuntos militares, lo mismo. Es decir, nada.

Yo estaba más ocupado en los asuntos militares, de los asuntos políticos y de los asuntos económicos. Esto sí que interesaba a todos, ¿eh? A todos.

A Caifás le interesaba mucho lo económico también, que me apretaba. Jé.

Laura: ¿Qué quiere decir con que le apretaba?

Guiranel: Bueno, a que intentaba sacar más beneficio, a que me escondía beneficios del templo. Y eso no está bien, eso no está bien. Porque según las leyes podría haberle pasado algo más, pero bueno, ahí lo dejo.

De todas formas, no me interesaban los asuntos religiosos. Lo que no quita que, que no le tuviera un respeto o una admiración por él, no quiere decir que no entendiera contextualmente que era importante para el momento, para la época, para la gente en general. Y sobre todo para el Sanedrín.

Pero de mi parte también sí también tengo que admitir que lo que sí que tuve es bastante más empatía de la que en muchos momentos se cuenta.

Es decir, toda las que yo podía tener, porque al final no era el primer hombre inocente del que me hago responsable. Pero sí es cierto que yo sabía que era inocente.

Y por ahí tuve mis pesares, digamos.

Laura: ¿Cargo de conciencia?

Guiranel: Un poquito más del habitual en casos de inocentes. Un poquito más por el hecho de que en el fondo sentía que era una persona que insuflaba respeto en la gente, que insuflaba amor y que no era una persona peligrosa. No sentí que era una persona peligrosa para el Imperio, no sentí que iba a generar una revolución.

Por su mirada, por sus gestos, por su voz. No me lo generó en ningún momento esa sensación. Y eso me hizo, lógicamente, ponerme un poco más en su papel y sabía que lo iba a pasar mal y eso me sabía mal. Es cierto.

Laura: ¿Entonces lo conoció a Jesús antes del momento de la condena?

Guiranel: Solo por voz, solo por voz. Sus gestas, sus hazañas llegaban, a todas partes llegaban.

Laura: ¿Qué conversación tuviste en tu rol como Poncio Pilato con Jesús? ¿Puede relatar el episodio del juicio desde su punto de vista? ¿Es cierto que no -bueno, como ya has comentado- había culpa en el Maestro Jesús?

Guiranel: No había culpa en él. El episodio fue así. Yo le pregunté:

– ¿Qué crimen? ¿Qué falta de ley has cometido? ¿Qué atentado contra la ley has cometido para que Caifás y el Sanedrín te quieran muerto?

Y él no pronunció una sola palabra. Recuerdo que Anás continuaba vociferando:

-¡Debes condenarlo! ¡Debe condenarlo! ¡Debéis condenarlo porque es enemigo del César! ¡Se autoproclama rey de los judíos! Y el rey de los judíos debe ser enemigo del César, porque está poniendo en peligro el Imperio.

Yo le dije:

-¿Es cierto? -le pregunté-

-¿Es cierto que te autoproclamas rey de los judíos? -A lo que él exclamó-:

-Eso lo decís vosotros, no lo digo yo ni lo dice mi Padre.

A lo que Caifás dijo:

-No puede permitir que el Nazareno continúe vivo, va a poner en riesgo todo lo que hemos construido.

Entonces yo pregunté:

-¿Este hombre es nazareno?

-Sí.

-¿Eres nazareno?

Asintió.

-Bien, entonces vamos a hacer una cosa bien hecha. Vamos a llevarlo con Herodes, entregadlo con Herodes. Por el Pésaj se encuentra en Jerusalén, llevadlo hasta su palacio y que tome una decisión.

Esto no lo hice por un motivo político como muchas veces se ha comentado, no es que yo no pudiera condenarlo porque fuera nazareno.

Si bien mi jurisdicción entraba en Judea y no en Galilea y si bien él nació en Belén, que está en Judea y no en Galilea, él estaba censado en Nazaret, donde había vivido durante los últimos 30 años y, por lo tanto, estaba allí censado como galileo.

Pero ese no es el motivo, porque al final el propio Herodes no puede tomar una decisión en una jurisdicción que no es la suya. Es decir, no puede mandar u ordenar nada en Jerusalén, es decir, en Judea, porque no se trata de su territorio ya que su territorio era Galilea y Perea.

De mi parte, no fue ese el motivo como se especula. El motivo de mandarlo fue porque sé que Herodes venía buscando a todos aquellos galileos que estuvieran cometiendo disturbios en Judea y generalmente los mandábamos directamente desde Judea a Galilea para que fuera él el que los condenara a los galileos.

Lo hice más como un favor. No tendría por qué haberlo hecho porque podía tomar decisiones, pero yo no quería tomar una decisión sobre un hombre inocente. Sabía que estaba entre la espada y la pared. Sabía que si decía “no”, se me iba a echar encima el Sanedrín. Y si decía “sí”, estaba condenando a un hombre justo.

Así que, por un lado me intenté beneficiar yo y por otro intenté apaciguar la mala relación que tenía con Herodes, que ya habíamos tenido muchos episodios complicados que no voy a relatar ahora porque son para muy largo también.

Así que lo hice como un favor para él, otorgándole un regalo y, por otro lado, para no tener que tomar yo la decisión. Pero cuando Herodes me lo devuelve me comenta que no hay culpabilidad alguna en él, que lo ve como un hombre justo y que haga lo que yo considere.

Lo cual ahí me vuelve a meter el problema, porque yo no quería hacerme cargo de ese hombre y tenía muchas otras cosas en la cabeza. Y así fue un poco cómo se resolvió el asunto, de todo lo que tuvo que ver…

No hablé mucho realmente con Jesús. Al enterarme que era Galileo, corté el interrogatorio. Si a mí tampoco me interesaba que me contara muchas cosas. No me interesaban sus milagros, no me interesaba su figura. No me interesaba nada de todo eso.

Si admiraba algo de él, era cómo podía un hombre sin una espada arrastrar a tanta gente detrás. Era lo único que llegué a admirar de él.

Laura: ¿Por qué decides finalmente crucificarlo? ¿Te generaste karma por la decisión que tomaste?

Guiranel: Yo no decidí, decidió el pueblo. Yo no decidí, decidió el pueblo. Yo no podía hacerme cargo de la sangre de un de un inocente y así lo dije. Era un hombre justo y murió estando yo convencido de que él era un hombre justo.

Pero muchos otros hombres justos han tenido que morir para que otros hombres justos no mueran. Ese es mi pretexto. De lo contrario, habría habido revueltas y hubiera muerto mucha más gente justa.

En toda guerra, en toda revolución, muere gente inocente. Si matar a un hombre servía para no matar a más, para mí estaba justificado. Tenía una presión muy grande. El Sanedrín, que iba contra mí, y qué me amenazaron de que ese hombre era el futuro rey de los judíos y que eso lo convertía en enemigo del César.

Amenazándome de qué si yo lo dejaba libre, como dije, porque yo dije que lo castigaríamos y lo dejaríamos libre. Y me amenazaron de que si eso pasaba así, en pocas palabras, el César me iba a costar a mí la cabeza porque yo estaba siendo enemigo del César.

Así que, en esa circunstancia y teniendo a toda la turba, todo el pueblo contra mí… Porque el pueblo se posicionaba casi siempre con el Sanedrín. Era bastante hostil con nosotros que nos consideraban prácticamente invasores.

Laura: ¿Y lo del lavado de manos fue real?

Guiranel: Sí, fue un episodio real y fue un episodio que es habitual, eran una costumbre habitual. No es cierto lo que algunos han comentado de qué en ese momento, en ese contexto histórico, el lavado de manos significará otra cosa distinta al significado que le dais ahora. Eso no es cierto.

Es decir, el significado era el mismo. Significaba que yo me lavaba para no hacerme responsable. Es decir, me lavaba las manos de las impurezas de la sangre de un de un inocente. “Yo no me haré cargo de la sangre de un inocente”.

Fue eso a lo que el propio pueblo judío exclamó:

“¡Que su sangre se derrame sobre nosotros y sobre nuestros descendientes!”

Pero desde ya que yo no iba a hacerme responsable de eso. Y el lavado de manos es algo habitual que se realizaba cuando poníamos en crucifixión o en pena a un inocente.

Laura: Y me gustaría saber en cuántos otros casos, durante su gobierno, tuvo que decidir lavarse las manos en público. ¿O el caso de Jesús fue único?

Guiranel: No, por lo menos 30 veces. Por lo menos 30 veces. Por lo menos.

Laura: ¿Era tan fuerte el poder de los líderes religiosos que no le dejaron opción o cedió por conveniencia y favores a cambio?

Guiranel: Eran poderosos porque tenían contacto directo con el César. Al fin y al cabo, el César quería mantener el dominio en esas tierras y lógicamente dependía de que los judíos estuvieran contentos.

Por otro lado, también es cierto que el pueblo tenía un gran poder en esto. Si se generaban disturbios era prácticamente seguro que mi condena estaba escrita. No me iban a apartar del cargo, me iban a decapitar.

Laura: ¿Sentiste mucha culpa por lo sucedido con Jesús o se quedó con la idea que los culpables fueron únicamente los líderes religiosos y sus seguidores?

Guiranel: No. Sentí la sensación de que la responsabilidad era de ellos, esa es la realidad. Pero sí se quedó siempre un… Las dos cosas, porque se quedó siempre en el anhelo de culpa. Un poquito más, como digo, que el que se puede dar por otras personas inocentes que también he crucificado.

Pero me supo mal, es cierto que me supo mal, porque me di cuenta de que era un hombre justo, noble y que además tenía una capacidad tremenda para hacer el bien.

Y que nadie diga ahora que yo solamente pensaba en enriquecerme yo, que también es cierto, pero no es que yo matara porque me gustara matar, eh. Es decir, en parte sentía que él era el hijo de Dios. No sé cómo decirlo. Una sensación, digamos.

Laura: ¿Quién influyó más en la decisión de ejecutar al Maestro, el Sanedrín o el tío de Jesús (el rey Herodes Antípater)?

Guiranel: El Sanedrín. Herodes lo consideraba directamente inocente. Eso fue los asquerosos del Sanedrín, que estuvieron todo el tiempo haciéndome la vida imposible.

Cuando no tenían un problema, tenían otro. Pero siempre estaban rompiéndome las bolas, como decís vosotros en el plano físico. Siempre con lo mismo.

Laura: ¿Flagelaste a Jesús para intentar evitar su crucifixión?

Guiranel: Lo que yo no esperaba era que durara tanto, sinceramente. Pensaba que no llegaría a la cruz. Y eso le iba a evitar un tremendo sufrimiento. Por eso le multipliqué las torturas a él. Se las multipliqué comparado con el resto, porque pensaba que eran mucho mejor esas torturas previas, si desencarnaba ahí, que la propia cruz. Realmente lo pensé.

Lo de la cruz era un sufrimiento. Además, era una humillación. Que no digo que lo otro no, pero la humillación en la cruz era tremenda y el impacto era mayor también a nivel público. Lo cual genera más a agitación todavía, lo que no me convenía.

Laura: ¿Quién era Barrabás? ¿Por qué estaba preso?

Guiranel: Él se llamaba Jesús Barrabás. Tenía el mismo nombre que el que llamáis como Maestro Jesús. Al Maestro Jesús le llamaban Jesús Barrabás también. O sea, los dos se llamaban Jesús Barrabás y de ahí que muchos escritos hayan teorizado que nunca existió este personaje.

No es cierto, sí existió. Jesús Barrabás también se le llamaba, como digo, a vuestro maestro. Se le llamaba así porque él se autoproclamaba como Hijo del Padre. Y Barrabás -Abba es Padre- significaba hijo del Padre. Entonces, era Jesús el Hijo del Padre, Jesús Barrabás.

Sobre todo, se utilizaba en tono despectivo, en tono de burla más bien. La coincidencia era que el otro Barrabás también se llamaba Jesús, pero digamos que esto es simplemente algo casual que tampoco tiene mucha repercusión.

Era un agitador que ya había generado muchos disturbios. Tenía todo un colectivo detrás de agitadores y que habíamos logrado capturar. Así que, bueno, ese era.

Laura: ¿Qué pensaste en el momento que tuviste que tomar la decisión de dejar libre a Barrabás?

Guiranel: Bueno, era una tradición dejar libre a un prisionero en las vísperas de Pascua, así que ya daba por hecho que algún prisionero tenía que salir.

Para mí me convenía mucho más liberar a Jesús, a quien consideraba prácticamente inofensivo y no lo veía capaz realmente de liderar una rebelión que, a Barrabás, que sabía que era un criminal agresivo y que iba a volver a ponernos en problemas. Pero, bueno. El pueblo eligió. No puedo decir más ahí.

Sabía que íbamos a tener problemas al respecto. Y también me supo mal porque no lo veía bien. Pensaba que era un hombre justo y tenía la esperanza de que lo dejaran libre a él. Pero no fue así.

Laura: Sí. ¿Qué hubiera pasado si condenas a Barrabás en vez del Maestro?

Guiranel: Pues que Barrabás hubiera estado crucificado y que el maestro hubiera seguido vivo y que, con el pasar de tiempo, hubiera sido crucificado de nuevo. O sea, crucificado igualmente por agitador porque era un problema para el Sanedrín. Y si no era un momento, se lo iban a quitar de encima en otro.

O sea, que en vez de ser crucificado uno, hubieran sido crucificado los dos. Cosa que al final no hizo falta, porque el propio Barrabás empezó una vida… bueno, no generó los mismos disturbios que yo esperaba, pero eso es otra historia para otro momento.

Laura: ¿Reconociste algún parecido físico de Jesús con su medio tío de sangre Herodes? Después de todo, Maestro era el heredero legítimo del trono de Judea.

Guiranel: No, no.

Laura: ¿Qué pasó con los soldados que martirizaron tanto a Jesús? ¿Bajaron todos de plano?

Guiranel: Sí, claro, todos, pero todos ya estaban muy densos también. O sea, sí. Bueno, sacrificar a Jesús era algo peor, pero al final digamos que era uno más, eh, hasta cierto punto. Es decir, ya estaban manchados de sangre. Igual que yo, claro.

Laura: Bueno, esta pregunta le ha explicado en varias veces: ¿Qué pensaba o qué opinión tenía Poncio Pilatos de Caifás, su entorno y del pueblo judío?

Guiranel: Ya lo sabes, ya lo sabes.

Laura: ¿Cambió tu trató con la jerarquía religiosa después de la muerte de Jesús?

Guiranel: No, siguió siendo igual de mala.

Laura: ¿Cómo se comportaron Caifás y “Anás” después de la Resurrección?

Guiranel: Bueno, ellos intentaron vender, explicar a las masas que habían robado el cuerpo y que no había resucitado, sino que era, digamos, un ataque de sus discípulos.

Y para mí fue un gran problema también, no te pienses porque temía que sus discípulos y que más gente se convirtiera y por la causa de intentar vengar a Jesús se convirtiera en revueltas.

Cosa que finalmente sucedió, también te lo digo. Pero para mí era un gran problema eso, teníamos que justificar a toda costa la desaparición de su cuerpo.

Laura: ¿Qué sintió al saber que Jesús Resucitó y que era el esperado mesías profetizado?

Guiranel: No, yo nunca sentí que él resucitara. Yo pensaba que habían robado el cuerpo. No. ¿Quién me dice eso? Yo nunca me creí esas patrañas y supercherías que se hablaban de que lo habían visto. Nunca me creí eso yo.

Laura: ¿Encarnarse en otros planetas junto con el rol de Jesús?

Guiranel: No, nunca.

Laura: Tenemos unas preguntas también realizadas por una consultante que dice así: ¿Por una década fue feliz en su matrimonio y le ayudó con el estrés tomar una sentencia de muerte de Jesús?

Guiranel: No, no me ayudó para nada. Al contrario, me complicó más.

Laura: ¿Quién fue José de Arimatea? Sabemos que le suplicó poder salvar la vida de Jesús y usted aceptó un soborno, ¿es cierto?

Guiranel: No, no es cierta esa información, pero sí eso me sirve para aclarar muchas cosas. Me sirve para anotaciones. José de Arimatea pertenecía al Sanedrín, era la única persona del Sanedrín que no quería ver muerto a Jesús. Era la única persona amiga de Jesús que tenía el Sanedrín. Es decir, que eran completamente amigos. Eran completamente amigos.

Y digamos que José de Arimatea no se atrevía a expresar su fe en Jesús por si el Sanedrín lo expulsaba. Lógicamente, lo hubieran expulsado, así que se lo guardaba. Nunca reconoció a Jesús como Hijo de Dios ante los demás. Pero la realidad es que le tenía un profundo aprecio.

José de Arimatea además de pertenecer al Sanedrín, era muy influyente, tenía bastante dinero y tenía sobre todo mucha influencia, muchos contactos. No es cierto eso que se comenta de que era un amigo personal mío. No era amigo personal mío, pero sí es cierto que nos conocíamos. Es cierto que nos conocíamos y que no era la primera vez que solicitaba una audiencia conmigo.

Solicitó una audiencia conmigo para pedirme por favor… Normalmente a los crucificados se los lanzaba a una fosa común. Y en el caso de Jesús, se le permitió un enterramiento. Fíjate que, de hecho, José de Arimatea le dejó el sepulcro que él tenía reservado con mucho dinero para él.

Porque la gente que tenía dinero tenía su sepulcro, y el suyo se lo dio a Jesús. O sea, imaginad si le tenía aprecio. Y me solicitó que rompiera la ley. La ley romana.

Yo no quería acceder, por supuesto, porque no quería tener problemas con el César. Pero sí es cierto que me otorgó monedas, es cierto eso. No para dejarlo vivo, porque cuando José de Arimatea se dio cuenta Jesús ya había expirado en la cruz, pero sí para sacarlo de la cruz junto a Nicodemo.

Fueron los que lo bajaron de la cruz. Y después, fueron al sepulcro y yo lo permití porque es cierto que hubo dinero de por medio, pero nunca para salvarle la vida. Eso no es verdad.

Laura: Para terminar la sesión: ¿Cómo desencadenaste?

Guiranel: Pues es mentira todo lo que se dice. No es cierto que yo muriera de una forma violenta, no es verdad que yo me suicidara. Nadie me cortó la cabeza. Me retiré de la vida pública y pude vivir tranquilo y en paz el resto de mi vida hasta que desencarné por muerte natural. Eso es todo. Me marcho, me retiro.

Laura: ¿Quiere decir o destacar alguna cosa más?

Guiranel: No, porque he descargado bastante de todo este episodio y al final me tiraría bastante tiempo contando cosas.

Aún me quedan cosas por contar, cosas que tienen que ver con Herodes que también pasaron, etcétera. Son muchas cosas las que me pasaron. ¡Nos vemos!

Laura: ¡Muchísimas gracias!

Guiranel: Nos vemos.

 


 

Enlaces de Interés

Misterios Revelados

Misterios Revelados: Vida de Jesús

Personajes trascendentes: Entrevistas

 


 

Referencias

 

Wikipedia (consultado 7 de mayo de 2022). Poncio Pilato. https://es.wikipedia.org/wiki/Poncio_Pilato

 


Transcripciones: Raringo (Paco) y Adrián Tardío. 

Editor de la Entrada: Adrián Tardío.