Jesús y los Extraterrestres

Jesús y los Extraterrestres

Episodios ocurridos en Jueves Santo (14 de abril) en el canal de YouTube del Grupo Tetra-El en los que el Maestro Jesús comenta unos encuentros con varios seres extraterrestres que vigilaban o seguían su misión en vida.


 

Médium: Raúl Caballero

Interlocutora: Laura Castelló

 


Introducción

El Maestro Johnakan Ur-El (Juan Zebedeo) se presenta para dar un mensaje introductorio.

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Primer Episodio

El Maestro Jesús comenta un viaje a Alejandría en el que ayuda a un hombre que había sido arrestado. Posteriormente, cuenta un encuentro con un ser de otro mundo camuflado con apariencia humana que le habla del Maestro Serapis, un ser de otro planeta que ha cambiado la historia de la humanidad.

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Segundo Episodio

El Maestro Jesús se presenta para comentar otro episodio, un encuentro que tuvo con seres de otros mundos que le propusieron realizar misión allí.

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Transcripciones 

 

Introducción

 

Raúl: Bien, vamos a convocar al Maestro Ien-El (al Maestro Jesús) para que dé su mensaje tradicional de Jueves Santo en el marco de la Semanta Santa 2022. Empezamos.

Johnakhan-Ur-El: Querida hermana.

Laura: Bienvenido.

Johnakhan-Ur-El: Mi nombre es Johnakhan-Ur-El.

Laura: Hola, ¿qué tal?

Johnakhan-Ur-El: Me presento en este primer lugar. Voy a dejar paso después para el Maestro, MÍ querido Maestro.

Pero me gustaría comentar, inicialmente me gustaría dar un pequeño mensaje. Y también me gustaría, a todo el mundo que se concentra al otro lado que está de alguna manera queriendo absorber en el sentido positivo las palabras de mi querido Maestro, les pido a todos ellos también: apoyo, luz, amor, armonía.

Siempre en estas fechas aprovechan espíritus del error para tumbar las canalizaciones o tumbar el aspecto técnico. Así que desde aquí también les pido esa ayudita en forma de luz, como también creo que es oportuno –porque sé el enorme esfuerzo que ha realizado el Grupo Tetra-El en estos días– que se deposite toda confianza y ayuda para que la Misión pueda continuar.

Al fin y al cabo, inclusive cuando nosotros viajábamos, necesitábamos del sustento para lograr sobrevivir y había personas encargadas de lo que era la tesorería, de lo que era los bienes que ganábamos.

A todo esto me gustaría comentarte, querida hermana, inicialmente antes de dar mi pequeño mensaje (que no me gustaría cargar en exceso a este querido receptáculo que, al fin y al cabo, soy yo mismo quien lo guía), me gustaría decirte que desde la Jerarquía Planetaria tenemos planteada una idea que tiene que ver con unos mensajes, unos episodios que al Maestro le gustaría relatar, porque considera que son sumamente trascendentales.

¿De acuerdo?

Laura: (Asiente).

Johnakhan-Ur-El:  Así que, como creo que es bastante mejor y bastante más prudente, es mejor que los episodios se relaten por separado para dar una facilidad mayor a que después las sesiones se publiquen por separado también, en lugar de que la sesión sea más larga.

Así que iremos haciendo pequeños micro parones si te parece, ¿de acuerdo?

Laura: De acuerdo.

Johnakhan-Ur-El: En primer lugar, me gustaría comentar un pequeño mensaje a mí como Johnakhan-Ur-El:

Muchas personas plantean a día de hoy que los conflictos bélicos deberían de terminarse, de que es increíble que haya conflictos bélicos en pleno siglo XXI.

Yo entiendo que para vosotros la Semana Santa es importante por lo que significa, por lo que conmemoráis. Pero, para nosotros entidades suprafísicas, es exactamente lo mismo que cualquier día más.

Para nosotros todos los días son especiales y son únicos. Y todos los días son una oportunidad para querer ser como mi querido Maestro Jesús, como el querido Ien-El. No hay una fecha. Es todos los días.

El origen de los conflictos bélicos lo vais a encontrar en la mente reactiva en aquello que llamáis como roles del ego, que es un concepto que ya difundí en el año vuestro 1997 a través de mi querido 10%.

A día de hoy puedo decir que no se trata de hacer cola para intentar encarnar en Antares. La mente reactiva no se puede extirpar y va a continuar con todos vosotros. La mente reactiva es el fruto de todo conflicto bélico, es algo que existe en todos los mundos. Mientras haya intereses individuales, seguirá sucediendo eso.

Mientras la palabra de mi Maestro no llegue a difundirse de verdad y no llegue a comprenderse del todo, eso va a seguir sucediendo. Porque la clave está en ver al otro como a un hermano y no como alguien ajeno o indiferente; no como a un forastero, no como a un invasor.

Las fronteras deberían de terminar, los países se deberían de disolver. ¿Verdad que eso no es factible? Pero seguramente no sea factible en prácticamente ningún lugar de la Creación, porque la mente reactiva -como digo- acompaña a absolutamente todos los seres.

Y ese es el origen primordial de todos los conflictos bélicos. Algo que ha existido desde… que ya ocurre en el reino animal, por supuesto desde los momentos cavernarios.

Así que para conseguir un mundo mejor se necesita apoyar las misiones suprafísicas y, sobre todo, ya no digo difundir la Palabra –que debería de ser algo fundamental– sino aplicar la Palabra.

Comprenderla de verdad, interiorizarla de verdad. Dejar de vernos a nosotros como un personaje y empezar a ver al otro como a un hermano.

Ese es mi mensaje introductorio inicial para este día que vosotros consideráis “sagrado”.

Hasta todo momento, habló Johnakhan-Ur-El, 5º plano de luz.

Laura: Muchas gracias. Gracias.

 


 

Segunda Sesión (Primer episodio) con el Maestro Jesús

 

Laura: Sesión con el Maestro Jesús.

Ien-El: Hermana, hermanos.

Laura: ¡Bienvenido!

Ien-El: ¡Todos bienvenidos! Os doy mi más profundo agradecimiento por reuniros a mi lado, por acompañarme en este espacio tan hermoso que es Tetra-El. Le mando un saludo con mucha luz, toda mi luz Crística, a todo el equipo por su proyecto, y también a todas las personas, a todos los hermanos que me acompañáis en este ratito.

De cierto os digo, queridos hermanos, de cierto os digo que yo tengo fe, fe en cada uno de vosotros, fe en este proyecto hermoso que es Tetra-El. Y si bien yo ya no estoy, otros queridos hermanos están continuando con la Misión. Y tened fe en ellos, como muchos tuvieron fe en mí y como yo tengo fe en ellos.

Hay muchos episodios, queridos hermanos, que no han sido bien documentados. Y a pesar de lo mucho que habéis escrito sobre mí en vuestro sencillo grupo, todavía quedan muchos episodios porque viví muchas cosas.

Son episodios que no están documentados y otros que están mal documentados. Hay muchas cosas sobre mí que no se saben y otras muchas que se magnificaron, tal vez. Eso es lo cierto.

De mi parte, me gustaría compartiros con todo mi amor algún relato, algún episodio cada vez que me llaméis, para seguir completando las nuevas escrituras. Las nuevas escrituras que ya no son en papel, ni en papiro, sino que son digitales, como decís vosotros en vuestros tiempos.

Corría el año 22 de vuestra era y yo viajé a Alejandría. Viajé con la idea de seguir aprendiendo, mas también con la ilusión de seguir difundiendo. Esto sucedió durante mis viajes antes del episodio que vosotros llamáis Bautismo y antes de mi vida pública. Allí estuve aprendiendo de muchos sabios.

En aquel entonces toda Egipto estaba bajo el yugo romano. Se habían comenzado a perder obras, filosofías y también divinidades. Mas eso no me impidió seguir aprendiendo.

Conversaba con personas de bien que tenían una idea diferente, también por su ubicación geográfica. Aunque estaba muy cerquita, muy cerquita de Tierra Santa. Estando conversando, veo a un hombre que está apresado. Me acerco a él.

– ¿Puedo conversar con este hombre?

– No, no puede ser. Está apresado.

– Será solo un momento. ¿Qué hiciste, hermano, para estar en esta situación?

– N… no… no hice nada… no hice nada, señor. Estuve… No hice nada que merezca esto. Mi familia no tiene qué comer.

– ¡Es un ladrón!

– Querido hermano… tu Padre te mira, pero no te juzga, no te señala. Todos hemos cometido errores, todos hemos errado. A los ojos de mi Padre eres un buen hombre, un hombre de Dios. Y tu familia también.

– ¿S… señor, q… quién eres tú?

– Solo soy aquel que eres tú. Uno más. Alguien que viene a servir a los ojos del Padre.

– ¿Encontraré la salvación?

– No te preocupes, tú ya estás salvado. Mi querido Padre lo sabe todo y vas a seguirlo al reino de los cielos.

De repente el señor cayó al suelo y empezó a llorar. Dijo:

– Yo no quería robar.

Seguramente a los soldados les debió de conmover mis palabras. Les dije:

– Este buen hombre no va a hacer más daño, déjenlo libre. Y toma estas monedas. Es la mitad de lo que tengo, pero creo que va a dar para cubrir vuestras necesidades durante un tiempo.

– ¿De verdad? ¡No es necesario!

– No hace falta que digas nada. Ahora ve y difunde la Palabra, difunde lo que te he dicho.

El hombre quedó libre. Los soldados, con una mirada atónita. Les dije:

– Disculpen las molestias.

Y me marché.

Este es un episodio de los tantos episodios que no han sido plasmados. Continué mi aprendizaje…

Había una persona que se acercó a mí. Me dijo:

– Te he escuchado, te he escuchado. Eres un hombre de bien.

Le pregunté de quién se trataba. Me dijo que era -ya lo deduje por cómo iba, muy bien arreglado, muy bien vestido- el segundo al mando, el consejero del prefecto romano en Egipto. Me dijo:

– Quiero enseñarte algo.

Y yo le seguí.

Caminamos por tiempo. Me llevó hasta las pirámides. Visualicé las pirámides; no era la primera vez que las visualizaba, pero sí con una mirada mucho más madura. Había una magnificencia. Entonces, le digo:

– Esto no es un constructo del hombre, es un constructo de aquellos que pertenecen a otras moradas de mi Padre.

– Muy pocos lo saben, pero muchas cosas las hemos legado. Aquí tenemos grandes dioses, grandes divinidades.

Me estuvo hablando de Isis, de Osiris, de Horus, de Thot, de Ra. Me decía:

 – Todos ellos han tenido contacto de una manera u otra con esta tierra. Actualmente hay muchos romanos que se esconden, pero veneran a estos dioses. Se esconden de la mirada de los recelosos que se encuentran en Roma, que se encuentran en Tierra Santa. Pero desde ya, muchos de ellos los veneran. Sé tan bien como tú de dónde proceden, no temas. Y sé perfectamente también de dónde procedes tú. No temas. Te llevamos observando tiempo, desde el momento en que naciste.

– ¿Cuál es el propósito?

– Sabes que eres especial.

– No, no soy especial. Solo soy uno más.

– No. Uno más no tiene las condiciones que tienes tú. Y no somos los únicos que te observamos. ¿Sabes? Aquí hay un ser, se llama Serapis. Es una deidad, no sé si la heredamos de los romanos o los romanos la heredaron de nosotros, es un híbrido. Serapis ha traído sabiduría, ha cambiado el mundo. Es un gran Maestro. Ha vivido cientos de años.

– Algo no tan difícil para alguien que habita en otras moradas del reino de mi Padre…

– Nosotros nos hemos comunicado con él durante tiempo. Ha cambiado la historia de vuestro planeta, de vuestra historia. También puedes hacerlo tú.

Estuvimos durante no horas, días, hablando de Serapis. Un Maestro Ascendido que colabora con la Jerarquía Planetaria. Un ser divino, un ser de otro mundo, un ser mítico. Aprendí muchas cosas al lado de este ser. Aprendí mitología, aprendí muchas cosas sobre otros mundos. Me dijo:

– Seguiremos observándote. Sé que vas a estar bien.

Y se marchó, tranquilamente, tras estar varios días juntos, como si nada hubiese sucedido. Un ser a las órdenes del prefecto romano en tierras egipcias, Cayo Galerio, que era al final quien dirigía las tierras en ese momento.

Gracias por escucharme en este pequeño episodio. Toda mi luz Crística.

Laura: Muchísimas gracias.

 


 

Tercera Sesión (Segundo episodio) con el Maestro Jesús

 

Laura: Siguiente episodio con el Maestro Jesús.

Ien-El: Hermanos, de nuevo os abrazo, de nuevo os digo: la importancia de la Palabra está no solo en difundirla, sino sobre todo en la Obra. Sobre todo en la Obra, en dar ese empujoncito que necesita vuestro entorno, en vuestras humildes capacidades.

Tuve otro episodio. Este episodio fue después del episodio que conocéis como la Transfiguración.

Después de comer me alejé de mis discípulos. Tenía mucha costumbre de, cuando terminaba de comer, a veces intentaba alejarme. Me gustaba estar solo. Tenía mucho en lo que pensar.

Se me ha mitificado y ciertamente yo tenía mis dudas. Yo tenía miedo también. Yo tenía miedo también de lo que pudiera pasar. Se acercaba un momento fatal y yo lo sabía, yo lo sabía… Yo era completamente consciente, lo sabía.

Y me sentía desalentado, porque sentía… sentía que mis discípulos no me comprendían, que había muy poquitos que comprendían de verdad el Mensaje. Incluso el querido Juan –a quién tanto amaba, mi discípulo amado– tenía tantas dudas… No comprendía del todo mi palabra y me angustiaba eso.

Un día cuando me alejo de repente me encuentro dos seres. Eran los seres de aquel mundo, de Fulgor, los que me llevaron al episodio de la Transfiguración. No puedo decir que me sorprendiera su visita, se hizo casi una costumbre desde aquel episodio.

Poco a poco me iban contando detalles de su mundo, de su morada, de su planeta. Me comentaba que en su planeta hay una tremenda crisis, que nadie cree en nada, que entre ellos se matan por cualquier cosa, que se ha perdido la Fe, que no hay espiritualidad.

En su mundo propusieron que si había un ser de otro mundo que no fuera de silicio o selenio, que no pudiera sobrevivir a la atmósfera de ese mundo, y ese Maestro se atrevía a predicar,  sería una gran muestra para todos dado su sacrificio y recuperaría la fe. Y yo era el escogido, por lo visto.

Yo acepté en seguida. Si podía ayudar, si ellos –como me decía– me iban a revivir, ya nada importaba. Me iban a ayudar a que mi obra fuera todavía mayor, a que mi Palabra calara más hondo en los seres de este pequeño mundo azul.

Y les debía la vida, así que no me importaba. Yo al final ya debía estar muerto, así que no me importaba volver a sacrificarme si eso servía para el despertar de un mundo entero.

Ellos me hablaron de su composición, de la mía. Entendí lo poco que pude entender a pesar de tener tanto conocimiento para la época. Entendía que ellos tenían un nivel de conocimiento mucho mayor. Pero entendía a lo que se referían, porque los captaba, porque los captaba…

Me explicaron todo sobre su mundo, sobre su composición social, sobre su composición cultural, religiosa. Sobre la atmósfera de su mundo, sobre que mi cuerpo no podría resistirlo más de varios meses… Me comentaban muchas cosas, muchas cosas.

Pero al final, ellos iban a ayudarme a mí. Ya lo habían hecho en ese episodio de la Transfiguración al darle mayor impacto a mis palabras. Y seguramente lo que más necesitaba era impacto en mis palabras. De ahí que necesitaba esa idealización, necesitaba esa –prácticamente– exageración de mí y de mi figura.

Era la única manera de que los demás pudieran tomar ejemplo, tomar ejemplo… Era un pacto. A estos seres se les veía tan apacibles, tan serenos. Quién sabe, ¿no? Si no te conducen a una trampa… pero, yo ya no tenía nada que perder. Si ellos me salvaban de la muerte, yo no tenía nada más que temer.

Y tenía todo que ofrecerles. Acepté por enésima vez. De repente llega el querido Juan, viene corriendo. Le digo:

              – ¡No vengas! –Cuando me vuelvo, ellos ya no están.

              – ¿Qué pasa rabí?

              – N…no pasa nada.

              – ¿Seguro que estás bien? Debe ser el cansancio.

              – Sí, es posible que sea el cansancio.

Los reuní a todos y les dije:

              – Queridos, hermanos: De cierto os digo que en algún momento mi misión va a llegar a su fin, pero habéis de ser fuertes para continuar mi Misión. Hay personas, y lo sabéis, que van detrás de mí.

Y me fijé en la mirada del querido Judas, cómo miró hacia el piso en ese momento. Yo ya sabía que tenía contacto con el Sanedrín. Les dije:

              – En algún momento yo me iré. Pero de cierto os digo, queridos hermanos, que a los tres días volveré en carne para estar con vosotros y esa será la mayor muestra de la divinidad de mi Padre.

Este es el segundo de los tres episodios que quería relatarte.

Querida hermana, te abrazo con toda mi energía Crística. Os mando toda la luz a todos los demás que sé que estáis al otro lado escuchándome como si estuviéramos a apenas unos metros de distancia. Hasta siempre.

Laura: Muchas gracias.

 


 

 


 

Enlaces de interés

Vida del Maestro Jesús

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Transcripciones: Emmanuel Valiente 

Entrada/Página: Adrián Tardío