11/03/15
Se habla de la admiración en las relaciones de pareja. De su diferencia con la idealización, de cómo el enamoramiento áurico idealiza y luego se desencanta; y de cómo lograr admirar a la otra persona. También se explica qué quiere decir admirar al otro.
En distintas ocasiones he explicado que hay cuatro patas en una relación de pareja: Por un lado estaría el RESPETO, por otro lado estaría el DESEO, por otro lado estaría el DIÁLOGO y por la otra estaría la ADMIRACIÓN.
Bien pues hoy voy a centrarme a hablar de lo que sería esa cuarta pata, no menos importante que las demás, que es el tema de la ADMIRACIÓN.
Cuando yo explico en distintas consultas las cuatro patas de la mesa, veo habitualmente que la pata que más suele estar ausente es la admiración y yo explico que las cuatro patas tienen que estar para que la mesa se sustente. Si no, se va al suelo y se cae la mesa de amor, ya no existe la mesa del amor. Bien, pues la admiración suele ser la pata más ausente como he dicho. ¿Por qué suele ser la pata más ausente? En muchas oportunidades he hablado del enamoramiento y de lo fuerte que es ese enamoramiento áurico que se da al comienzo de una relación afectiva, de una relación de pareja y en ese momento, en el momento del enamoramiento, no existe la admiración seguramente. Seguramente que lo que existe es la idealización. Y he explicado en distintas charlas y en distintas conferencias la diferencia entre admiración e idealización porque el que idealiza es el ego, al contrario de la admiración que es pura. La idealización es la admiración elevada al máximo grado hasta tal punto que vemos al otro envuelto en una campana de luz, vemos al otro: Si es un hombre ve a la princesita en el palacio y siempre está impecable, nunca se equivoca, siempre dulce. Si es una mujer ve al príncipe azul, siempre apuesto, siempre caballeroso, siempre pendiente de ella, que nunca tiene impulsos, que siempre está para defenderla y eso no es así. Eso no es así. Estamos hablando de que la idealización ciega a la persona hasta el punto tal que impide a la persona darse cuenta, yo no voy a decir de los errores, darse cuenta que la otra persona es un ser humano como nosotros y que como es un ser humano como nosotros es igual de falible que nosotros. Se equivoca igual que nosotros. Pero no lo digo desmereciendo a la otra persona sino que lo entendemos, y el príncipe azul no siempre es un príncipe, ni siempre va en un apuesto caballo blanco, ni siempre tiene un comportamiento caballeroso ni siempre va a estar pendiente de la de la princesa porque va entender… Ella va a tener que entender, que en un día normal va a estar en su casa en paños menores, sin arreglar, pendiente de él, con sus problemas, con sus preocupaciones que lo tumban también. Y él ha de entender que la princesa no siempre va a estar apuesta sino que va a estar recién levantada, con el pelo por hacer, sin estar arreglada, que no siempre va a ser dulce, también va a tener sus momentos malos porque tiene… porque es humana y va a tener sentimientos y va a tener emociones. Entonces diferenciar idealización de admiración es clave.
Tal vez la clave está en entender la humanidad del otro, pero entender que cuando la idealización está presente, que suele ser del enamoramiento áurico que suele durar un tiempo, que no dura para siempre porque es áurico, y no dura para siempre. Llega un momento en que la persona se acostumbra a la pareja y que mal suena lo de “se acostumbra” porque pienso que a pesar de estar juntos mucho tiempo, el amor hay que nutrirlo, hay que alimentarlo, hay que alimentarlo diariamente haciendo gestos, teniendo la magia, realizando acciones para con la otra persona, intentando pasar tiempo juntos… Creo que el amor hay que alimentarlo constantemente.
Pero ese enamoramiento áurico tan fuerte, tan fuerte que hay al principio siempre se va a perder porque es eso sólo, un factor áurico. Y cuando eso pasa, que se desvanece…si no se ha alimentado el amor, si no se ha cuidado el amor lo más probable es que la primera pata en caer sea la admiración. Cuando estamos enamorados áuricamente es como si tuviéramos una venda en los ojos que les impidiera ver los defectos de la otra persona. La tenemos en un pedestal, la idealizamos y pasamos de un extremo al otro. Cuando nos acostumbramos a la otra persona de repente: -“Oh.. bueno no era como yo imaginaba”, caemos en el desencanto y bueno claro que no es como tú la imaginabas porque tú habías imaginado a la otra persona en un pedestal, siempre de lujo… no habías imaginado que también es una persona igual que tú. Entonces la primera pata que cae es la admiración porque pasamos de idealizar a directamente ni siquiera admirar, y no es así. Entonces…¿Cual es la clave para admirar a la otra persona? La clave para admirar a la otra persona no es reactiva, es analítica. Cuando nos damos cuenta analíticamente que la otra persona es una persona igual que nosotros, y entendemos que por supuesto no siempre va a ser como la habíamos imaginado o como la habíamos visto, porque entendemos que es un ser humano que tiene falencias y que puede tener momentos bajos. Entonces nos comprometemos con la persona, tratamos si la persona nos deja de tenderle una mano – digo si la persona nos deja porque no podemos tender una mano a la persona que no nos deja porque si no quiere ser ayudada… vamos a gastar las poquitas energías que tenemos en ayudar al otro y además nos vamos a tumbar nosotros mismos y nosotros tenemos que estar bien para ayudar a todo el mundo, para poder tender una mano a otra persona que la pueda necesitar porque tender una mano a la pareja está bien, es bonito pero no quiero decir . – “Sólo tiene una mano la pareja en el sentido del otro”. No, no porque siempre va a haber gente que de alguna manera va a necesitar que lo ayudemos, y está bien que estemos pendiente más o menos del otro – Cuando digo más o menos me refiero que no podemos vivir 24 horas pendiente del otro porque también tenemos que estar pendientes de nosotros mismos, de nuestra mente reactiva, de nuestros roles del ego, de nuestras cosas a mejorar y no podemos estar 24 horas pendiente del otro por más ayuda que precise el otro. Tenemos que aprender a desentendernos de eso también por más negativo que suene porque tenemos que entender que también nosotros somos seres humanos, no sólo los otros, que nosotros también somos seres humanos y que no podemos abarcar todo. Entonces seguramente más vale más que 100 ayudas de baja calidad, 1 ayuda de gran calidad y para eso tenemos que estar primero nosotros bien, primero nosotros bien.
Pero bueno, volviendo al tema de la admiración, como decía la clave es quitarse esa venda de los ojos y darse cuenta que el otro es un ser humano igual que nosotros que sufre, que siente, que va a tener sus bajos, va a tener sus momentos malos… y en ese momento va a necesitar que lo apoyemos, que lo ayudemos, que estemos ahí, que lo escuchemos, que lo orientemos y que lo contengamos. De esos momentos no vamos a perder la admiración por la otra persona porque comprendemos que la otra persona a pesar de sus infinitas virtudes que le hemos visto es humana. El problema es que la gente tienda a verlo todo blanco o negro, idealizan a la persona y cuando ven que la persona es persona, que también tiene defectos, como todo lo habían imaginado en virtudes, automáticamente las virtudes ya no existen ¿Cómo puede ser que no existan? Sí existen. La clave de la admiración es darse cuenta de que la otra persona tiene defectos a pesar de sus virtudes, a pesar de sus virtudes. Y en tanto en cuanto tenemos en cuenta las virtudes del otro vamos a admirar al otro en sus virtudes pero también en sus defectos, porque los defectos no van a restar porque los comprendemos. Comprendemos que nadie, absolutamente nadie, es perfecto, -sólo el creador- entonces comprendemos que la otra persona va a tener unas falencias, como nosotros vamos a tener otras. Y como nos ponemos en el lugar del otro, yo tampoco quisiera ser rechazado por mis falencias porque sé que tengo virtudes a pesar de las falencias. Yo sé que esa persona tiene virtudes a pesar de sus defectos pero tampoco voy a despreciar sus defectos porque forman parte de la otra persona.
Sí lo voy a ayudar, si él quiere, a corregirlos. A estar mejor consigo mismo y por consecuencia, al estar mejor consigo mismo, yo voy estar mejor con otra persona. Pero en ningún momento voy a denostar al otro porque el otro no sea como yo me había hecho la primera imagen. Ésa primera imagen fantasiosa de la persona perfecta porque parto desde una base en que ya entiendo que las personas perfectas no existen. Entonces parto desde la base en que ya sé que esa persona con la que estoy se puede equivocar, ya sé que esa persona con la que estoy va a tener defectos.
Y ahora vamos a pasar al concepto de lo que es la admiración, porque muchos de los que ahora me están escuchando me pueden preguntar:- “Bien muy claro me queda todo lo que has dicho, pero ¿Qué es la admiración realmente? ¿Qué es la admiración? Muchos entienden por la palabra admiración algo que está por encima de ellos, muchos entienden como palabra admiración y dicen: -” Bueno, yo no puedo admirar a otra persona» porque tienen un concepto errado, erróneo de lo que es el concepto de admiración. Y muchos piensan que para admirar a la otra persona tienen que admirar a una persona que sale en la tele, tienen que admirar a una persona que es un deportista de élite, tienen que admirar a una persona que da charlas en un Congreso, tienen que admirar una persona que ejerce en su empleo, que es ingeniero o que es médico. No, para nada. No para nada. La admiración trata de algo mucho menos exagerado. La admiración trata de admirar la forma de hablar del otro, la forma de sonreír, la mirada, la forma de caminar… Admiro que la otra persona sea atenta conmigo, admiro que la otra persona esté pendiente de mí, admiro que sea una persona afectuosa, admiro que sea una persona que se desvive por ayudar al otro, admiro que sea una persona cuya cosa más importante en la vida es hacerme feliz, admiro que la otra persona sea responsable en su trabajo sea cual sea, admiro que la otra persona tenga compromiso… Hay muchas cosas que se pueden admirar de la persona y aseguro que todos, absolutamente todos, por más que sea carnicero o el barrendero o el basurero o el escritor frustrado… no importa. Parto desde la base que todas las personas son admirables de una u otra manera por una u otra cualidad. Por eso trato de hacer esta charla porque quiero que la gente se sienta admirada y porque quiero que las relaciones de pareja no se rompan por esa falta de admiración. Vuelvo al principio: RESPETO, DESEO, DIÁLOGO y no menos importante, ADMIRACIÓN.
Eso es todo, gracias por escucharme.