08/09/16
De Raúl Caballero
Raúl Caballero nos habla de la dignidad y lo necesaria que es para no permitir actos hostiles pero también de la comprensión del acto hostil del otro, lo cual es muy distinto a la justificación.
A veces es muy complicado ponerse en el lugar del otro, empatizar con el otro, sentir lo que siente el otro. A veces el muy complejo llegar a entender lo que piensa la otra persona, a comprender, por qué la otra persona realiza una acción que nosotros no realizaríamos, por qué la otra persona piensa totalmente distinto a cómo nosotros pensamos, o nuestra manera de pensar.
Cuesta muchísimo ponerse en situación, cuesta muchísimo ponerse en el otro lugar, cuesta muchísimo. Tanto cuesta, que la persona trata de darle una explicación a todo y en muchas oportunidades, tendemos a juzgar a la otra parte, por pensar de manera diferente, por actuar de manera distinta, por sentir de otra manera totalmente diferente a la nuestra. Creo que, la palabra COMPRENDER va más allá de la palabra “entender”, creo que la palabra comprender abarcaría mucho más que la tolerancia. Esa palabra que se utiliza tantísimo en vuestros círculos.
La tolerancia, si bien la tolerancia es positiva, bien utilizada, porque muchos utilizan la tolerancia como con ese tono despectivo de “bueno, yo te tolero”, como, poniéndose por encima. Lo cual es un claro rol del ego. No se trata de tolerar de esa manera, se trata de tolerar sanamente. Pero creo que más allá de tolerar, COMPRENDER va más allá de tolerar. Porque COMPRENDER, cuando comprendes las limitaciones del otro, cuando comprendes, ya no las limitaciones del otro, las limitaciones propias, cuando comprendes que no todo el mundo tiene por qué que pensar igual que tú, ni actuar de la misma manera, esa comprensión, va mucho más allá de lo que dice la propia palabra.
COMPRENDER desde el espíritu, desde el alma, desde dentro, esa es la verdadera comprensión, eso es lo verdaderamente importante, eso es lo que nos hace distintos, únicos. Porque, a veces, desde nuestro egocentrismo -y, somos incapaces de verlo, porque el ego nos obnubila- tratamos de convertir a la otra persona en lo que nosotros somos, tratamos de que al otro le guste lo que nosotros nos gusta, tratamos de que el otro piense como nosotros pensamos, tratamos de que el otro haga lo que nosotros hacemos, tratamos de que el otro no haga lo que nosotros no hacemos. En ese intento positivo, y digo positivo porque realmente la persona no lo está haciendo con mala fe. Seguramente está tratando de ayudar a la otra parte que piensa que lo está haciendo mal. Pero en ese mismo momento, primero, que no se está comprendiendo a la otra parte y segundo, que la propia persona se está poniendo por encima de la otra diciendo “tengo que cambiarla porque tiene que mejorar”. Perfecto, mejorar bajo TÚ punto de vista, que no necesariamente tiene que ser real o verdad. Por eso creo que es tan, tan y tan importante esta reflexión esta pequeña charla. Creo que es importante que todos miremos a los ojos al que tenemos al lado, que todos nos pongamos en su lugar.
Cuando antes dije el tema de la tolerancia, también quiero aclarar un punto: dije que se trata de comprender los defectos del otro, de comprender las particularidades del otro, de comprendernos a nosotros mismos con nuestros defectos, nuestras virtudes y nuestras particularidades.
Porque a veces no todo son juegos de virtudes y defectos, a veces son directamente características o capacidades diferentes. Con eso no vengo a decir que se tenga que justificar, no estoy diciendo que, si el otro nos atiza en la mejilla, bueno, nosotros comprendemos que tiene una limitación y dejamos que lo vuelva a hacer.
No, no, no, también hay que tener dignidad, y dignidad es no permitir que el otro no nos haga lo que no haríamos al otro. Siempre poniéndonos en su punto de vista, en su manera de ser, es decir, tenemos que empatizar con el otro y entender esas limitaciones, pero no permitir algo que realmente sea denostante hacia nuestra parte. El problema es que mucha gente utiliza la falsa dignidad, ¿qué es la falsa dignidad?: la intransigencia. No permiten que el otro piense o actúe de manera diferente, directamente porque dice, “bueno yo no lo haría y Raúl me dijo que tener dignidad es no permitir que el otro me haga lo que yo no haría al otro” . Ojo con llevar esto a raja tabla, porque cada cual va a tener su característica, y tenemos que saber también cuando tenemos que soltar el pie del acelerador. No podemos enemistarnos con todo el mundo, se trata de aprender hasta qué punto, hasta qué límite no vamos a permitir a la otra parte, que no permitir a la otra parte no quiere decir que no la comprendamos, ponemos nuestras barreras para protegernos, pero a la otra persona la estamos comprendiendo. Porque comprender a la otra parte no quiere decir, como muchos puedan pensar, necesariamente, dejarnos pisotear por la otra parte, comprender a la otra parte no quiere decir que permitamos hacer actos hostiles hacia nuestra persona, comprender a la otra parte quiere decir, saber, entender esas limitaciones que puede tener la otra persona o esas características diferentes que puede tener la otra parte. Pero no, pero entender, que no siempre es a mala fe o a mala intención, no siempre. De todos modos, yo me quedo con lo que dije inicialmente, creo que es muy complicado COMPRENDER y creo que es muy complicado ponerse en el lugar del otro. A veces tenemos que entender que lo que el otro tiene que decir, igual a nosotros no nos agrada, pero es su manera de ser, y no tenemos por qué cambiarla, no tenemos derecho. Por qué capaz que al otro lo que nosotros vayamos a decir tampoco le va a agradar, y bueno, está bien somos distintos, distintos. No olvidemos esa esencia que nos hace únicos, la esencia del padre. Pero cada uno de nosotros somos distintos, muy distintos, y gracias a Dios que somos distintos.
Gracias a todos por escucharme.