Muchas veces, nos cuesta ver el ego cuando hemos dicho o hecho algo no correctamente. El ego es independiente en cierta medida, porque realmente forma parte de nosotros mismos. Al ego no le importa en qué situación nos encontremos, siempre va a intentar conseguir sus objetivos sin tener en cuenta nada, ya sea de ti o de los demás. Bien, dicho esto, hablemos de rebajarse.
Nos hemos encontrado en situaciones con personas a lo largo de nuestras vidas, muchos/as piensan que el rebajarse es correcto, que está bien, ellos/as lo ven así, ven bien que cuando hayan discutido con alguien, sea ese alguien el que vuelva a esa persona, ya sea para seguir discutiendo o disculparse, porque estas personas no ven correcto que sean ellas las que den el primer paso. Bien, ahora pongamos el ejemplo de un pequeño diálogo entre dos personas que están discutiendo por teléfono:
Pedro: María, no veo bien lo que has hecho con Carlos, creo que deberías disculparte!
María: ¿Yo? ¿Disculparme? que lo haga el, yo no hice nada!
Podemos analizar lo que dice María claramente «Que se disculpe él» está dando a entender que ella no va a ser la que se rebaje con la otra persona, está dando a entender que para ella, esa persona es menos que ella, y que por ser menos que ella, no se va a rebajar, ¿no creéis que está actuando egoicamente? Ya sea ella la que hizo algo incorrecto o la otra persona.
Yo creo que sí que es una actuación egoica, porque aunque María no haya hecho nada y todo lo haya empezado la otra persona tenemos que entender que no somos más ni menos que nadie y que si le debemos dirigir la palabra al otro, se la dirigiremos, ya seamos nosotros los que empecemos la conversación o los demás.
Ahora veremos otro dialogo entre Carlos y María donde podremos analizar otro acto egoico.
Carlos: María, por tu culpa una personas se enteraron de esto!
María: ¿Por mi culpa? si no dije nada! Ahora no me vengas con estupideces y toda la culpa la tienes tú! (y cuelga el teléfono).
Aquí vemos que María «según ella» no tiene la culpa de nada de lo sucedido, pero, en el final, vemos como cuelga el teléfono, esperando que sea la otra persona la que vuelva a llamar ya sea para disculparse o seguir discutiendo.
Bien, en este caso, debería de ser ella la que deba ir a Carlos y disculparse por haberle colgado el teléfono, pero vemos que actúa egoicamente y no piensa disculparse por ello, ella ve correcto cómo actúa, el ego le ciega el pensamiento y ella no es consciente de ello. El ego puede manipular y ser manipulado, sin importar lo que suceda.
Si nos damos cuenta, realmente María está pensando desde el ego «¿Yo rebajarme? que lo haga é!» no está siendo digna. Ahora, lo que realmente nos rebaja, son las actitudes egoicas, si percibimos que el otro tiene actitudes egoicas, debemos hacérselo ver, si esa persona decide no escucharnos, ahí ya no podemos hacer nada, porque cada ser encarnado tiene su libre albedrío, y eso lo tenemos que respetar, nos guste o no nos guste.
También tenemos el caso de no rebajarnos con la persona que nos gusta «Oh, yo no voy a ser el que le hable, debe ser ella la que tiene que hablarme a mí» , ahí también podemos ver como el ego nos empuja a hacer semejantes cosas, el ego quiere que las demás personas vengan a ti, no que tu vayas a ellas, porque para el ego, nadie es más que tú, tú eres más que nadie, nos nubla la mente de distintas formas que hace que no veamos ningún error en lo que hacemos.
Tenemos que pensar que si realmente queremos dialogar con esa persona, que lo hagamos, pero que si nos lo impide algo, que no sea el ego, si algo nos lo tiene que impedir, que sea la dignidad, la dignidad como por ejemplo «No voy hablar con esta persona porque no estoy preparado para ello, debo admitir mis errores tal como son», no nos dejemos llevar por el orgullo, seamos también nosotros los que debamos acudir a otras personas, seamos dignos, gracias por leerme.
Texto elaborado por un colaborador.
Nota de Raúl Caballero sobre el texto:
A pesar que en el texto se explique que hablar con la persona con la que ha habido conflicto es lo correcto, en ocasiones hay que tener suficiente dignidad para alejarse de las personas nocivas que puedan dañarnos negativamente. Si una persona ha cometido un acto hostil realmente importante o distintos actos hostiles sin ponerle remedio, es lógico y coherente no ir a hablar a la otra persona, sino esperar a que la otra persona sea la que reconozca sus errores, recapacite y vaya a nosotros.