De la Perfección

Los maestros, incluido el Maestro Jesús, una y otra vez a través de grandes sesiones nos indican constantemente sus fallas, su mente reactiva, sus personalizaciones…¿Por qué será?

En mi camino buscando una “perfección absoluta de la espiritualidad” o una búsqueda de una concepción de algunas leyes espirituales dedicadas al “éxito” en la vida, me llevó a toparme con una espina conceptual muy arraigada en nuestra sociedad.

Me di cuenta que muchos roles del ego míos relacionados con la humildad, con la tolerancia, con la soberbia o con la preocupación de la imagen dada al exterior…tenían de fondo esta llaga.

Incluso pude sentir que ciertas corrientes espirituales a veces caían en la misma idealización, llegando incluso a acarrear cierta frustración o culpa por no alcanzar ciertas dotes de «santidad» o “alquimia espiritual”. Y me di cuenta que esa espina era un lastre, no sólo en mi, sino en gran parte de la población.

Una espina basada en una educación que ha prefijado cual es el fin a perseguir de nuestra existencia: Una especie de éxito laboral y social continuo basado en un patrón de “ciudadano modelo” a seguir. Una imagen mental inconsciente muy arraigada ya, que busca un comportamiento y tipo de resultado muy concreto.

Si bien unos intentan simplemente sobrevivir en este mundo, otros han asociado su sentimiento del “yo” a esta imagen mental de lo que se considera «éxito». Y la corriente es grande.

Como consecuencia de seguir consciente o inconscientemente bajo esa visión y patrón, tendemos a una búsqueda ideal de un humo que no existe. Una mente inquieta constante, que imagina situaciones de demostración hacia los demás, de qué hacer y qué no hacer, de hechos pasados o posibilidades futuras. Nunca presentes. Un “Sí…pero” perpetuo. Un “tendría que haber dicho”, una imaginación de como tendría que haber sido o como me gustaría que fuese. Y por supuesto, una comparativa y cuestionamiento constante de uno mismo y sobretodo de los demás por alcanzar una cúspide de humo.

Esa búsqueda de ese ideal está tan arraigada en el conjunto social que hace que las personas sólo muestren una parte de sí mismos. La parte que muestra sólo esa imagen acorde con la del “ciudadano modelo”. La que les hace sentirse mejor de acuerdo a su sentimiento del “yo”. Nadie quiere aceptar su propia sombra.

Sin embargo, lejos de sentirse mejor, el rechazo de una parte de si mismos lleva consigo una infelicidad perpetua. Nadie quiere ver su lado oscuro, de hecho preferimos aferramos a una luz artificial de acuerdo a nuestro propio sentimiento del “yo” o nos agarramos a la de otros desesperadamente. Esta situación se agrava aún más con el miedo latente a sentirse juzgados por el resto, los cuales gran parte de ellos se sienten mejor señalando la paja en el ojo ajeno por no encarar a su vez, sus propias sombras.

Y así el ciclo continúa y continúa.

( Observen los shows televisivos donde ridiculizar o despellejar a otros está a la orden del día, observen los foros de internet. Observen las redes sociales. Observen. Sólo eso.)

Creo que es una sociedad regida por la mente. Y una mente muy reactiva. Falta aceptar-nos. Aceptar nuestro lado oscuro, comprenderlo y comprender el mundo y a los demás. La gente sufre por ello. A veces creo que nos falta corazón. Mostrar sólo una cara nos lleva a una “no aceptación continua”, a una disconformidad eterna y un cuestionamiento diario de uno mismo y sobretodo de los demás.

Me di cuenta que ciertas comunidades y las personas que las integraban ( algunas familias, amigos, fundaciones, grupos reducidos…) eran más felices y se sentían mejor sabiendo internamente que había una aceptación recíproca de como eran, con sus luces y sus sombras.

¿Podemos nosotros extender ese campo?

Es hora de dar un paso al frente y empezar a alumbrar nuestra propia sombra. Y es que, quien no conoce su oscuridad no disfruta realmente de una claridad real, la que viene del SER.

Haciéndome eco de un principio hermético ya antiguo:

Polaridad. Todo es doble, todo tiene dos polos; todo, su par de opuestos: los semejantes y los antagónicos son lo mismo; los opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado; los extremos se tocan; todas las verdades son medias verdades, todas las paradojas pueden reconciliarse.

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Debemos interiorizar que la luz y la oscuridad no son opuestos, sino complementarios. Muchas personas creen entender la Dualidad del Universo, pero no interiorizaron la suya propia.

 

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Luis Sanmartin . ( Febrero 2019)