Amor por el conocimiento- Parte II

Como intentaba decir en el anterior texto, la sociedad presenta a los filósofos como gente pesada y pedante. Esta actitud anti-intelectualista no es nueva, ni original de nuestra sociedad. Hoy por hoy, gracias a Tetra-El, podemos saber que gran parte de los filósofos  están en planos de luz y que en aquellas encarnaciones, venían en misión para hablar sobre la espiritualidad. Platón, uno de ellos, cuando describe el famoso mito de la caverna, hace más de 2300 años, hay una frase significativa que describe la resistencia de la gente a “conocer”.

Con su fábula mitológica señala que quienes han pasado toda su vida mirando a las sombras de la cueva, sin cuestionarse nada, luego se resienten a mirar al sol. Cuando intentas girarles la cabeza en dirección al sol, reaccionan negativamente. Les duele y se resisten.

Platón utiliza esta expresión metafórica, “les duelen los ojos”, para describir el desinterés de sus ciudadanos por conocer la realidad profunda de las cosas; el porqué de las cosas. Por eso, es de suponer que la actitud anti-intelectualista es y ha sido generalizada a lo largo de la historia en cualquier sociedad occidental.

Todo es cambiante: fronteras, religiones, culturas, lenguas, los mapas, las metodologías… El propio mundo está cambiando, nosotros estamos cambiando. Parece que uno no se puede aferrar a nada. Frente a la evidencia de la falsedad de muchas creencias arraigadas y dogmas, se hacían manifiestas todo tipo de actitudes.  La actitud más ortodoxa era el cierre de filas que incrementaba del dogmatismo religioso. Esta posición defensiva se traducía en la petición de una mayor actuación de la autoridad eclesiástica. Por ejemplo, el castigo a Galileo o la hostilidad frente al conocimiento científico fluctuaba según el contexto particular de cada caso.

Frente a la ortodoxia también estaban quienes criticaban abiertamente a las fuentes escolásticas de autoridad, -pues todo estaba basado en lo que ponía en la Biblia y las ideas de Aristóteles- en busca de nuevas alternativas. Entre ellas, la actitud crítica, que se trata de uno de los valores más importantes que ofrece la filosofía. O, la ciencia acompañada de la filosofía, con ideas que «perturbarían» el equilibrio de la sociedad o herejes, si no eran amordazadas; bueno, esta era la opinión de las muchas de las personas que Platón diría que están en la cueva.

Aunque «filosofar» no es fácil y probablemente no sea posible generalizar esta actividad intelectual a toda la sociedad, es cierto que, una de las capacidades humanas es pensar, pues, todos tarde o temprano, nos cuestionamos algo en nuestra vida, pero esa mera capacidad de pensar no nos hace filósofos ni es la esencia de la filosofía. Va mucho más allá. Como vemos, con la capacidad humana del raciocinio, hay quien, entre toda la sociedad decide simplemente dar un paso más allá, cuestionarse todo, ser políticamente incorrecto, revolucionario y así llegar a hacerse un profesional en la materia. Personas que aun con mucha introspección hallada en ellos mismos, seguían buscándose y buscando el cambio en los demás. 

La filosofía, por tanto, aspira a un conocimiento fruto del examen crítico del fundamento de nuestras convicciones, prejuicios y creencias. En base a esto, pondré unos cuantos ejemplos en los que la filosofía y sus ideas han cambiado nuestra vida y la de nuestros antepasados y, en definitiva, el mundo. Pues, en todos los ámbitos de la vida, aunque no nos demos cuenta, nos encontraremos con la filosofía.

 

foto-Mauri

Adara Azgam-El