Jesús de Nazaret: Los años «perdidos»

 

RESUMEN DE DATOS HISTÓRICOS 

 

Herodes I el Grande:

Abuelo de Jesús de Nazaret. Fue nombrado gobernador de Galilea en el año 47 a. C. Herodes fue investido «rey de los judíos» por el Senado romano, como vasallo del Imperio romano, para que apoyase los intereses de este. Desterró a su mujer Doris y a su joven hijo Antípater.

En el Evangelio de Mateo (2:1-23) se describe un suceso conocido como la Matanza de los Inocentes: Tras el nacimiento de Jesús, algunos magos de Oriente vieron una estrella en el este que les indicó que iba a nacer el rey de los judíos.

Estos magos fueron a preguntar a Herodes por este asunto. Herodes, como rey de los judíos, se asustó por la aparición de un usurpador. Herodes reunió en una asamblea a los sacerdotes y a los escribas y les preguntó dónde había nacido «El Ungido» .

Ellos le respondieron diciendo que en Belén. Por ello, Herodes envió a los magos a Belén, con instrucciones de que buscasen al niño y que, tras encontrarlo, le informasen a él para que fuese a rendirle culto. No obstante, cuando los magos encontraron a Jesús, fueron advertidos en un sueño de no informar a Herodes.

Del mismo modo, José (padre de Jesús) fue advertido en un sueño de que Herodes intentaría matar a Jesús, de modo que él y su familia fueron a Egipto. Cuando Herodes se dio cuenta de que había sido ignorado, dio la orden de matar a todos los niños menores de dos años en Belén.

 

Herodes Antípater:

Hijo mayor de Herodes I el Grande, se casó en secreto con María y tuvieron un hijo: Jesús de Nazaret. A la muerte de Herodes Antípater, María tiene 3 hijos con José de Nazaret: Judas, José y Jacobo (Santiago apóstol), hermanos maternos de Jesús.

 

Herodes Antipas:

Hijo ilegítimo y tío político de Jesús de Nazaret. Ordenó decapitar a Juan el Bautista a petición de Salomé. Heredó junto con sus otros hermanos, Arquelao y Filipo, el reinado de diferentes ciudades, entre ellas Galilea.  Jesús compareció ante él y este lo mandó a Poncio Pilatos.

 

Árbol genealógico de Jesús e historia

Ver sesión anterior: Jesús – Nacimiento a juventud

 

MANUSCRITOS DEL MAR MUERTO Y VIDA DE JESÚS

 

El gran hallazgo de los manuscritos del Mar Muerto ha permitido introducir la historia bíblica en la época que se recoge desde el Antiguo Testamento hasta el Nuevo Testamento.

Estos Manuscritos del Mar Muerto, también llamados Qumrán (ya que se encontraron en las grutas situadas en Qumrán, a orillas del mar Muerto) son una recopilación de 972 manuscritos, gran parte redactados en hebreo y arameo y el resto redactados en griego.

Pero estos pergaminos solo narran el periodo de la vida de Jesús desde el nacimiento de Jesús hasta los casi 13 años, y desde los 29 o 30 años hasta los 33, época de la crucifixión, muerte y resurrección de Jesús, dejando vacío el espacio temporal de entre los 13 y los 30 años de la vida del profeta aproximadamente.

 

CONCILIOS ECUMÉNICOS

 

El periodo de los primeros años de Jesús solo es recogido según la postulación ortodoxa de la Iglesia Cristiana, que se basan principalmente en los Cuatro Evangelios fundamentales del Nuevo Testamento de la Biblia Hebrea, que son Mateo, Marcos, Lucas y Juan.

Estos Evangelios narran la historia de los primeros años de Jesús pero de forma muy escueta, para luego directamente dirigirse a los años de la la misión de Jesús con treinta años de edad y su posterior muerte.

El emperador romano Constantino I en el año 325 d.C. reunió a más de 300 obispos del Imperio Romano con el FIn de realizar el primer Concilio Ecuménico de Nicea. Su intención era crear una unificación entre Iglesia y Estado.

Para ello, suprimieron y se añadieron diversos textos a la doctrina cristiana. En este momento fue cuando se adjudicó el carácter de “Jesús, el hijo de Dios”, el único hijo engendrado por él.

En el año 389 d.C. la Biblioteca de Alejandría se quemó y con ella todos los documentos que se apartaron por la doctrina cristiana o documentos apócrifos que estaban en contra de la única doctrina del credo del Concilio de Nicea del año 325 d.c., iniciado por Constantino I, emperador de roma.

¿Fue la Iglesia cristiana responsable de este incendio por “celo exagerado” para así seguir con una única doctrina pura basada en sus postulados?

Con el incendio de la Biblioteca de Alejandría se borró gran parte de la vida de Jesús desde los 13 a los 29 años.

En el año 553 d.C. el Papa Virgilio formó un nuevo concilio ecuménico por el cual anulaban gran parte de los restos temáticos relativos a Jesús y sus años perdidos, además de falsear reseñas relativas a sus sabias enseñanzas.

 

MANUSCRITOS EN LA INDIA

 

En la India se recogieron registros históricos y enseñanzas espirituales provenientes de los textos Vedas y los Upanishads, que serían las escrituras más antiguas del mundo conocido y donde se establecieron las ciencias del Yoga, y de la búsqueda del camino de la comprensión del Dios verdadero.

Esta zona fue el lugar de nacimiento de enseñanzas que a través de ancestrales dioses y hombres santos, como serían los dioses Rama, Krishna y Buda.

En un monasterio tibetano en el valle indú de Kasmir, al noroeste y cercano a la cordillera del Himalaya en la frontera con la India y China, lo que antes fue el Tibet, se sitúa la ciudad Leh que es la capital de Ladakh, que se encuentra en el valle del Lindo cerca del Valle de Kashmir.

La ciudad de Leh está llena de antiguos monasterios donde se guardan documentos ancestrales que guardan los relatos históricos y leyendas de la India. A 13 Km de la ciudad de Leh se encuentra este remoto Monasterio de Himish, donde se hallaron estos manuscritos antiguos que narran la historia, vida y muerte del Santo Issa y de las enseñanzas espirituales e históricas de la época de los dioses y hombres santos.

La historia del Santo Issa tiene una gran similitud con la vida del Jesús bíblico, y revelan los años perdidos de Jesús entre los 13 y los 29 años. Estos registros son una traducción al tibetano, ya que los manuscritos originales (realizados en material de madera-tablas de Abedul) fueron escritos en el idioma antiguo Palí, y se hallan en la actualidad en la Biblioteca de Lasa, en el Tibet, en la residencia del Dalai Lama.

 

Santo Issa = Jesús de Nazaret
Santo Issa

 

LA HISTORIA DEL SANTO PROFETA ISSA y JESÚS

 

Según leyendas, Isa viajó por tierra y mar, y estos viajes concluyeron resumidamente de la siguiente manera:

Desde niño siempre estuvo hablando de lo poco que importaba el cuerpo físico y la grandeza del alma y enseñanzas espirituales. También habló de un solo dios único e indivisible.

Con 13 años, Jesús realizó el voto de Nacir, ya que era el hijo primogénito de José y María. Con esos votos políticos romano y religiosos con el Templo de Jerusalén, el niño se convertía en hombre que podía casarse, viajar con hombres y no acompañado por mujeres y podía estudiar en los Templos y sinagogas y podía heredar las haciendas y enseres de sus progenitores. Como Nacir debía llevar el pelo largo.

Con 14 años se muere su padre José y Jesús como primogénito y Nacir pasa a ser el cabeza de familia de sus hermanos y de su madre. Para mantener a la familia se dedica al oficio de carpintero o tallador de piedras, según estudios.

Este trabajo lo compagina con sus estudios en el templo con los sacerdotes y doctores de la Ley. En este periodo crea la Oración del Padre Nuestro y proclama su gran primer sermón en la sinagoga. Casi a la edad de los 14 años realiza su primer viaje.

 

PRIMER VIAJE DE JESÚS

 

Con 14 años marchó Jesús desde Jerusalén a las Islas Británicas donde estudió las tradiciones druidas y celtas. Posteriormente se dirigió a Galilea donde encontró a Zebedeo, amigo de su padre, quien le buscó trabajo en el embarcadero de Capernaúm y definitivamente se volvió a Jerusalén.

 

EL SEGUNDO Y GRAN VIAJE DE JESÚS POR LA RUTA DE LA SEDA

 

Ruta de la Seda
Ruta de la Seda

 

Su tío José de Arimatea, un gran mercader de estaño, le propuso acompañarle en su gran viaje de búsqueda y ampliación de conocimientos espirituales.

Desde Jerusalén quería llegar a la India, pero previamente pasó por distintas doctrinas como el Mar Negro, donde aprendió las enseñanzas de los esenios, para después atravesar Cesarea, Alejandría, Creta, Cartago, Isla de Malta, Nápoles y Siracusa, Roma, Tarinto, Carinto, Atenas, Éfesos, Islas Rodas, Chipre, Antiopía o Siria, Sidón, Damasco, la Costa del Golfo Pérsico y la India.

En la India llegó hasta Sin, donde estudió con los Jainas en sus templos los conocimientos divinos y las enseñanzas de los dioses y Buda. Posteriormente se dirigió a Orisa para ampliar sus estudios de los textos Vedas y los Upanishads con los brahmanes.

Los brahmanes le enseñaron a leer y comprender los escritos sagrados, a curar a través de plegarias, a enseñar a otros las sagradas escrituras y a exorcizar el demonio del cuerpo del hombre.

En la India, Issa o Jesús, mientras estuvo en el Oriente, alternó los estudios hindúes, budistas, zoroastristas y paganos.

Con 16 años fue al Himalaya, al norte de la India, para estudiar las santas escrituras de maestro Buda.

Con 20 viajó hasta Persia, hoy Irán, y llegó hasta Persépolis, donde se situaba el centro espiritual.

Con 26 años viajó hasta Atenas, centro filosófico de Grecia y de Sócrates, Platón y Aristóteles.

Posteriormente viajó a Alejandría y Egipto donde aprendió y amplió los conocimientos secretos de las grandes pirámides.

Con 29 años regresó a Palestina, Nazaret para definitivamente cumplir con su misión y destino bíblico.

 


 

MISTERIO REVELADO A TRAVÉS DE CANALIZACIÓN CON EL MAESTRO JESÚS SOBRE «LOS AÑOS PERDIDOS»

 

14/04/2017 (Parte I)

Médium: Raúl Caballero

Interlocutor: Adrián Tardío

Entidad que se presentó a dialogar: Ien-El (Espíritu puro de quien fuese el Maestro Jesús de Nazaret y Logos Solar actual)

Se presentó el Maestro Jesús para relatar lo sucedido durante lo que hoy se conoce como «los años perdidos» o «años oscuros» de su vida.

*Tal vez te interese escuchar antes: Jesús de Nazaret – Nacimiento a juventud y Mensaje del Maestro Jesús previo a resolver los «años perdidos»

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15/04/2017 (Parte II)

Nuevamente se presentó el Maestro Jesús para ampliar datos con la información de la sesión anterior.

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Parte I

 

Raúl: Sesión con Ien-El, el 100% espíritu puro de quien fuera el Maestro Jesús, y voy a dar paso a Adrián para que lea una pequeña introducción del tema como interlocutor de la sesión.

Adrián: Vamos a tratar los años perdidos de Jesús.

Con los años perdidos de Jesús se hace referencia al periodo indocumentado entre la infancia de Jesús y el comienzo de su ministerio según relata el Nuevo Testamento.

Los evangelios relatan el nacimiento de Jesús, y el subsiguiente viaje a Egipto para librarse de la furia de Herodes (Mateo 2:13-23). Hay una referencia general a que María y el joven Jesús vivieron en Nazaret (2:23 Mateo; Lucas. 2:39-40). También hay un relato aislado de la visita de José, María, y Jesús a la ciudad de Jerusalén para celebrar la Pascua, cuando Jesús tenía doce años de edad (Lucas 2:41-50).

Después de ese episodio, hay una laguna en la historia que cubre dieciocho años en la vida de Cristo (desde los 12 a los 30 años). Aparte de la alusión genérica de que Jesús avanzaba en sabiduría, estatura, y en el favor de Dios y el hombre (Lucas 2:52), la Biblia no dice nada más acerca de la vida de Jesús durante este período de tiempo. Una suposición común entre los cristianos es que Jesús simplemente vivió en Nazaret durante ese período.

Raúl: Muy bien, vamos a arrancar entonces. Voy a intencionar directamente al Maestro como para que dé su propia explicación al tema. ¡Arrancamos!

Ien-El: Siempre a todos, queridos hermanos, siempre agradezco toda oportunidad que se me brinde para lograr aclarar algunos malentendidos que se pudieron causar con los años de los años con lo referente de lo que fuera mi vida. Vida que al fin y al cabo no la considero tan relevante, considero más relevante La Palabra.

Adrián: ¡Bienvenido, Maestro!

Ien-El: Gracias por permitirme asistir. Gracias. Quiero continuar dando, querido hermano, un pequeño mensaje, un pequeñísimo mensaje que para mí es importante transmitir.

Cuando yo encarno, cuando yo comienzo a crecer, soy quien soy, fui quien fui gracias -sobre todo gracias- a las bendiciones, a las palabras, a las enseñanzas y al amor de quien fuera mi queridísima madre.

Mi madre -biológica, por supuesto- era una apasionada, además de una experta en teosofía. Conocía muchas cosas sobre la religión, amaba el tema.

Se ha dicho en distintas oportunidades que los grandes maestros se forman desde las grandes curiosidades. La persona que incentivó esa curiosidad en mi interior fue mi querida madre, cuyo espíritu se llama Nian-El.

Me enseñó a amar, me enseñó a respetar, pero sobre todo y por encima de todo, no sería quien fui si no me hubiera motivado en esa curiosidad: querer conocer sobre religiones, sobre filosofía, sobre ética, sobre lo que pensamos que es correcto, sobre lo que hoy vosotros llamáis preconceptos, que entonces yo lo llamaba de otra manera.

Todas estas cosas, yo me interesé gracias a su figura maternal, gracias a su gran obra fui quien fui.

Ella, desde muy pequeño, me enseñó a preguntarme el porqué de las cosas, el porqué de todo. Yo era muy inquieto de pequeño. No era para nada el niño perfecto, responsable, que tal vez han querido dar con la imagen, sino que yo era travieso, rebelde.

Tenía un carácter fuerte. Tenía mis propias ideas, mis propios pensamientos.

Yo no era ni fui en toda esa vida una persona frágil de carácter a pesar de mis mensajes, a pesar de mi Palabra; todo eso lo fui aprendiendo, moldeando y modificando a medida que fui aprendiendo religiones y filosofías distintas, porque yo tenía un carácter muy fuerte.

Y es que, pensadlo: ¿Quién hubiera podido unir a tanta gente en una causa -enseñar lo que yo enseñé- si no hubiera tenido el carácter fuerte? Tuve carácter fuerte para confrontar, que no para enfrentar. Cuando yo era pequeño tenía mis dejes de ego, no era un niño perfecto, tenía mis dejes de ego.

Tenía un contacto elevadísimo tanto con mi Yo Superior como con mi Padre, pero no dejaba de tener mis roles del ego, no dejaba de tener mi propio carácter, no dejaba de tener… pues el típico ego de niño, de cualquier niño.

Y fue mi madre quien me enseñó a amar, a respetar, a valorar. Hoy por hoy, si vuestra generación es como es (no la prejuzgo ni la etiqueto, cada uno que le ponga la etiqueta que quiera), es por los padres. Es por los padres.

Los padres son el 70%, el 80% de un niño. Si vuestras generaciones son buenas o son malas yo no las voy a prejuzgar ni a etiquetar nunca, más también os digo que no etiquetéis, pero de cierto os digo a todos que son el fruto -tanto para bien como para mal- de sus padres, así como yo lo fui de mi queridísima madre.

Aprendí, crecí y me motivó.

Desde muy pequeño ya sentía la curiosidad sobre el alma, la curiosidad sobre quién somos, para qué estamos aquí, qué debemos enseñar y qué hemos venido a hacer. Desde muy pequeño yo era rebelde.

Rebelde con las leyes, rebelde con la política, con el gobierno. Más tarde, mucho más tarde, fue cuando entendí que yo había venido a cumplir la Ley, nunca a romperla. Más tarde, mucho más tarde, porque de pequeño no pensaba así.

A medida que crecí me convertí en un pequeño experto de la religión y de la teosofía, de muy pequeño ya lo era. Muchos os pensáis que ya daba las respuestas que daba a mi edad de 12 años porque tenía un contacto muy, muy elevado con mi Padre.

De cierto os digo a todos que yo tenía un concepto elevado con él, pero que el concepto más elevado lo logré cuando aprendí las distintas filosofías, las distintas ideas, los distintos conceptos… pero que para entonces no tenía un concepto tan elevado.

Muchas respuestas las daba desde mi coherencia, otras respuestas las daba desde lo que me enseñó mi madre, pero por sobre todo tenía un conocimiento teosófico muy grande para mi época, para mi edad.

No porque supiera más que los doctores especializados, sino porque de bien pequeño mi vida había girado en torno a eso. Si bien había aprendido el oficio de quien cumplía las veces de mi padre, de José, sobre todo lo que me apasionaba y lo que más aprendí fueron estos temas, por eso conocía sobre tanto ya de tan pequeño.

Cuando yo, a mi edad de 12 años hablo con los doctores en el templo, los prejuzgué desde mi rol del ego. Lo reconozco, tuve en deje de ego en ese momento, porque sentí decepción y la decepción proviene de las expectativas.

Me moría de ganas de poder hablar de tú a tú con los mayores expertos del tema que más me interesaba en la época y, cuando por fin hago mi sueño realidad (y no sin antes desobedecer las órdenes de María y de José), me doy cuenta de que esas personas tenían un concepto mucho más primitivo del que yo pensaba.

Aprendí muchísimas cosas de ellos, aprendí del daño que hace el dogma. Me enseñaron muchas cosas -cierto es- que yo desconocía, pero yo debatía con ellos: ¿Por qué?

Mi querida madre, me había comentado:

-Vigila, querido hijo, porque las enseñanzas que se dan muchas veces son perniciosas porque acometen contra el sentido común, porque son dogmáticas.

Cuando yo hablaba con los doctores, yo les decía:

-Si Dios es todo Amor, no castiga. Entonces, ¿por qué teméis por vuestros pecados? ¿Por qué temer por el castigo de él y no por vuestros propios actos? ¿Por qué dejáis en manos de terceros algo que es implícitamente responsabilidad vuestra? No es responsabilidad de Dios juzgar. Es responsabilidad vuestra aceptar vuestros errores, que vosotros llamáis pecados, pero que no tienen culpa. Se asume, se acepta, se contempla. Porque la persona que se corrige está en manos del querido Padre, más la persona que prolonga su pecado va a ser destruido, pero no por Dios, sino por su propia culpa.

Les decía:

-¿Por qué orar en un templo? ¿Por qué no mezclarse con la gente? ¿Por qué estar aislado de todo el mundo? Para conectarse con el Padre no es necesario vivir fuera ni vivir dentro, ni vivir en un templo, ni vivir en una sinagoga. Porque el Padre no se encuentra fuera ni dentro, ni en un templo, porque el Padre se encuentra dentro de nosotros mismos. Somos nosotros con nuestros actos altruistas, con nuestro amor desinteresado, los que nos mostramos dignos de él. Pero el amor es estéril si uno no se mezcla con los demás, porque el único amor que sirve no es el amor que se siente, es el amor que da: el Amor hecho Obra.

Eso fue lo que les expliqué a mi tierna edad de 12 años y todo lo que dije no lo aprendí en otro país, por eso reivindico la figura de la querida María. Esa es mi pequeña introducción.

Adrián: Bien, maestro, nos habíamos quedado por el período que usted sale de viaje a los 12 años y si nos puede contar qué fue lo primero que hizo exactamente.

Ien-El: José era muy amigo, tenía una relación muy profunda con una persona llamada Zebedeo, quien sería el propio padre de mi discípulo amado, el querido Juan, el querido Johnakan.

Yo le dije a él… conversaba, dialogaba porque teníamos una fuerte relación… Yo le decía que me sentía atado, que sentía que tenía que aprender, que había aprendido mucho de mi madre; que la amaba, que la respetaba, que no quería hacerla sufrir, pero que me limitaba.

Entendía que quería ser protectora, pero me cortaba las alas. Yo quería hacer algo para lo cual entendía que había venido. No era más que dar la Palabra de mi Padre, pero yo sabía que no estaba preparado.

Para yo estar preparado tenía que viajar, tenía que conocer. Yo era consciente que más allá, en otras fronteras, en otros lugares, en otros reinos había personas tan sabias, tan y tan sabias como mi madre y mucho más sabias que yo que podían enseñarme, que podían darme el conocimiento que anhelaba.

Esa curiosidad que la propia madre mía me había dado fue a la vez su «traición», porque decido dejarla de lado. No por nada, solo por eso, sentía que me cortaba las alas.

Yo hablaba con el querido Zebedeo, él me acompañaba muchas veces a la sinagoga. Aprendí muchas cosas en Jerusalén, aprendí muchas cosas sobre Dios que yo después pude modificar… A Zebedeo yo le decía:

-Solo confío en ti para esto. Sé que puedes ayudarme, sé que puedes hacerlo.

Él era pescador, conocía las vías marítimas. Me embarqué con él en un viaje para conocer otras culturas, otras historias. Me embarqué sin el permiso de María y José, pero debía hacerlo porque sabía que ellos no me lo iban a permitir.

Viajé con 12 años y estuve 9 meses conociendo la tradición druida y celta. Aprendí formas distintas de entender a Dios. Aprendí la paciencia, que yo entonces no tenía.

Aprendí muchas cosas allá, cosas que no voy a pararme a matizar porque tenemos tiempo limitado por el querido hermano que hace de receptáculo, pero regresé a los 9 meses y había aprendido mucho.

Me disculpé delante de María y delante de José:

-Sé que me he equivocado para vuestra opinión, pero también sé que no me he equivocado para la opinión de mi Padre.

Esas fueron mis palabras en ese momento:

-Asumo mi responsabilidad, pero tengo que saber y tengo que conocer.

Rompieron a llorar. Tuve una charla muy profunda con mi querida madre, le supliqué que me dejara marchar, que quería emprender un nuevo viaje. Que lo iba a hacer solo, que no iba a ir con el querido Zebedeo.

Que aquella había sido mi primera toma de contacto, pero esta vez tenía que aprender a valerme solo. Ello lo entendió, no sin lágrimas en los ojos. Para entonces yo ya tenía 14 años. Le dije:

-Ya soy adulto, aquel viaje me cambió, pero todavía no soy digno de mi Padre. Sé que más allá, más al este, más al sur hay enseñanzas, hay culturas y voy a aprender más que lo que he aprendido.

Así que partí. Esa sería la última vez que yo vería a José, cuando yo volviera él ya habría desencarnado. Así que partí, en aquel entonces había una conexión muy grande de rutas comerciales con la India, así que ese era mi rumbo.

Ese fue mi camino, ese fue mi rumbo. Aprendí de los arios, aprendí de las ideas brahamanistas, con la cual no comulgaba, pero me enseñaron y me acogieron. Viví mucho tiempo con los grandes sabios, estaban encantados de tener un nuevo discípulo y más uno tan avanzado -decían- como yo.

No comulgaba con la idea del karma de los brahamanistas. Ellos hablaban de un karma de culpa a pagar en el que justificaban todo mediante el karma. Yo debatía con ellos.

Aprendí el concepto de karma, que no está en mi vocabulario, pero lo adopté a mi manera.

Yo hablaba con los brahamanistas:

-Pero no tiene sentido que sea una culpa a pagar si Dios no castiga. En cambio, soy consciente que de las malas experiencias y de lo negativo se aprende, por eso entiendo el concepto de karma como una lección a aprender.

Formé, desarrollé algunas ideas importantes, importantes para mí, y me marché hacia una leyenda viva como es hoy el Himalaya donde pude aprender el verdadero budismo de las ideas del querido Siddhartha, que habían quedado contempladas.

Me enseñaron la perspectiva diametralmente opuesta al karma antes de yo haber entendido -aprendido- esos conceptos. Ya para entonces había dado mi definición de karma exacto, tal cual me lo enseñaron los budistas que me enseñaron tanto. Aprendí la meditación.

Anteriormente los brahamanistas me habían enseñado a leer distintos pergaminos. Aprendí a cultivar la paciencia. Aprendí la meditación.

A medida que iba viajando iba elevándome en consonancia con mi Padre. Lo que vosotros diríais que llegué a aumentar mi grado de thetán operante (OT). Fui conectándome cada vez más con mi Padre. Aprendí la iluminación.

Hubo un momento concreto mientras estuve en esa montaña sagrada en que me conecté con mi Padre por primera vez como si fuera que estoy hablando con cada uno de vosotros, queridos hermanos. Me dijo que yo no era el elegido, que el elegido era el planeta, porque era necesario que todos aprendieran de la Palabra.

Después de esa experiencia me levanto, les agradezco a todos las enseñanzas y les digo:

-Aprendí todo lo que tenía que haber aprendido aquí, pero mi camino ha de continuar.

Viajé a más lugares. Viajé a Persia, aprendí sobre distintas divinidades. Les enseñé la no importancia de algunos conceptos que predicaban y a medida que fui pasando por países, por lugares, no solo fui aprendiendo, sino que fui predicando.

Empecé mi predicación antes de volver a Nazaret.

Adrián: ¿Qué edad tenía ahí?

Ien-El: Cuando yo vuelvo, vuelvo a la edad de 29 años. Pero mi viaje no fue constante, sino que fui volviendo a Nazaret de tanto en tanto. Viajé, como dije, por Persia.

Viajé hasta Atenas, donde pude charlar con grandes, grandes sabios. Me enseñaron sobre ética. Aprendí tantas cosas en distintos lugares que después aplicaría en mis discursos, en mis charlas.

Viajé hasta Egipto. Viajé a muchos lugares y aprendí mucho. No estuve estático y dejé «escritos», escritos que se harían más tarde de mi estancia allí en esas tierras, en algunas de esas tierras.

Agradezco que todo el mundo me acogió mucho y entendieron que humildemente solo tenía ganas de aprender.

El gran maestro antes de enseñar tuvo que aprender y mientras sigue enseñando sigue aprendiendo, por eso cuando comencé a predicar continué aprendiendo de cada uno de mis discípulos que me seguían.

Esa sería mi historia, esa sería mi historia.

Adrián: ¿Da tiempo para preguntas?

Ien-El: Apenas un par porque el receptáculo está bastante cansado, querido hermano.

Adrián: Vale. ¿A usted en la India se lo conoció como el Santo Issa?

Ien-El: Sí, así es, te lo confirmo.

Adrián: ¿Cuántos idiomas conocía?

Ien-El: Con sus distintas variables y variantes, pudieron ser 13.

Adrián: ¿Existen hoy en día manuscritos que reflejen con buena fiabilidad sus años perdidos?

Ien-El: (Ríe) Te voy a contestar, querido hermano, con una frase: vosotros le llamáis ‘mis años perdidos’, yo digo que no hay nada de perdido, porque fueron mis años más provechosos cuando todos os habéis centrado en lo que yo predicaba y os habéis olvidado de lo que yo aprendía.

Porque necesitáis maestros, porque necesitáis gurús, pero eso os lo ponéis a vosotros mismos por vuestra propia inseguridad. Yo te contesto querido hermano, que os habéis limitado a estudiar tanto mi vida que habéis logrado detallar con bastante exactitud esos supuestos años perdidos y conocéis más -paradójicamente- de mis años perdidos que de mis años de predicador, porque muchos estudiosos han querido estudiar mi vida y se han olvidado del mensaje, se han olvidado de La Palabra y han estudiado antes mi años perdidos -han estudiado antes mi vida- que estudiar mi Palabra.

Adrián: ¿Se enamoró de alguna mujer o tuvo descendencia en esos años o en toda su vida?

Ien-El: No tuve descendencia, no tuve descendencia. Pero no porque no hubiera querido, como contrariamente se puede creer, sino porque entendí que era un limitante en mi misión y que mi misión estaba por encima de eso.

Más no quiero decir que no me enamorara, porque el amor personal yo lo viví en mis carnes como cualquier hombre, porque era un hombre como cualquiera.

Adrián: Cuando habla de que aprendió de los druidas y los celtas: ¿Fue en Inglaterra?

Ien-El: Sí, te lo confirmo. Una pregunta más.

Adrián: Perfecto. ¿Era conocedor o tuvo contacto con extraterrestres en esos 18 años?

Ien-El: Contacto no tuve, pero tonto no era. Lo dejo ahí.

Adrián: ¡Gracias, Maestro!

Ien-El: Gracias a todos por haberme permitido expresarme, quiero dejar con toda mi compasión descansar a este queridísimo receptáculo hermano mío. Gracias a todo el mundo, gracias a todos, porque vuestra labor sinceramente es impagable. Hasta todo momento y toda mi Luz Crística.

Adrián: Hasta todo momento, muchas gracias.

 


 

Parte II

 

Raúl: Estoy reunido con Adrián al otro lado de Skype y con Laura a mi lado. Voy a intencionar a Ien-El, el 100% espíritu puro de quien encarnara como el Maestro Jesús para continuar la sesión del otro día hilando unos cabos sueltos que pudieron quedar en el aire.

Laura: ¡Bienvenido!

Ien-El: Nuevamente hermanos es un honor que me convoquéis para poder dilucidar/aclarar conceptos sobre mi vida.

Adrián: ¿Podría hacer una breve cronología sobre los dieciocho años que pasó en lo que se conoce como ‘los años perdidos’?

Ien-El: Voy a contar sin tantos detalles, pero de forma ordenada como para que lo podáis entender. Después del episodio que tuve en lo que vosotros lo habéis llamado con ‘los doctores en el templo’, después de ese episodio fue cuando decido marcharme con Zebedeo.

Entendí que tenía que buscar algo fuera de mi entorno, así que él me acompañó y viajé sin autorización de María ni de José.

Marché a las islas británicas donde pude estudiar el druidismo, nueve meses estuve. Aprendí formas distintas de concebir la religión, formas distintas de vivir. Aprendí que realmente hay otras maneras totalmente válidas y diferentes de enfocar las cosas a como yo las había aprendido con María.

Mi madre me había enseñado muchísimo, pero tenía esa necesidad de conocer nuevas religiones, nuevas enseñanzas. Y así lo hice.

Tras los nueve meses volví. Sí, marché del primer viaje a los doce. Hasta los catorce no volví a viajar. Durante ese tiempo estuve ubicado en la sinagoga aprendiendo, dando charlas.

A los catorce decido marcharme a un viaje distinto en busca de nuevas enseñanzas. Estuve viviendo con mi primo Juan durante casi dos años con los esenios, al oeste del Mar Muerto.

Aprendí sobre manuscritos ocultos. Aprendí a interpretar distintos escritos, pero tenía un serio problema con la gente en ese tiempo que viví: No terminaba de simpatizar con su manera de hacer.

Era como que les cuestionaba, les cuestionaba no desde el ego, pero era como que les hacía ver que de nada sirve el retiro, de nada sirve estar alejado, que la única manera de prestar servicio es viviendo, es mezclándose junto con el prójimo. Junto con los demás.

De nada sirve el estar alejado de todo, el conocer tanto, si después no lo aplicamos con los demás.

Muchos han malentendido que mi primo Juan era mi maestro cuando no fue mi maestro, no cumplió ese cometido. Era un apoyo para mi, una persona familiar, pero yo discrepaba profundamente con él. En muchas cosas discrepaba.

Le decía lo mismo, que de nada sirve retirarse a orar, a leer, a interpretar… Que la única manera de llegar al camino del Padre era sirviendo al otro de la mejor de las maneras. Casi dos años estuve con los esenios.

Cuando regreso de mi viaje encuentro que el querido José ya no estaba entre nosotros, estaba con mi Padre. Yo lo amaba, porque a pesar de saber que yo no era hijo suyo aceptó y amaba de forma hermosa a mi querida madre y me amó y apoyó en todo momento.

Él me enseñó su oficio, yo lo aprendí lo mejor que supe, pero no tenía un apego importante hacia su persona; era como que entendía que él ya no estaba aquí, pero que él seguía estando allá en el Reino de mi Padre. Incluso recuerdo una pequeña discusión que tuve con mi madre en que me achacaba que lo viviera de una forma tan impersonal.

Ella, mi madre, era una persona bellísima, bellísima. Era muy sencilla, pero con mucho amor. Pero tenía muchísimos apegos, vivía de una manera profundamente apegada. Cuando José desaparece de su vida es como que se torna todavía más posesiva conmigo.

Yo le expliqué lo que ya le había explicado dos años antes: Que quiero vivir, que quiero viajar y que quiero experimentar y que no puede cortar ese libre albedrío mío.

Fijaos que yo durante mucho tiempo en mi infancia tenía debates muy profundos con mi madre, pero incluso llegué a tener… muchos de esos debates se tornaban incluso en discusiones, incluso en discusiones.

Yo le intentaba hacer entender lo que yo pensaba, pero ella me decía:

-La gente no está preparada para conocer esto. Cuando seas más mayor lo entenderás.

Pues se ve que no entendí nada. Ella sabía que mi vida digámoslo así, por un instinto maternal, corría peligro. No fue entonces, sino más adelante cuando empecé a predicar.

Después de la muerte de José, yo parto nuevamente en busca de enseñanzas. Mi siguiente punto de destino fue la India. Había oído hablar de grandes maestros, incluso de una forma totalmente distinta de concebir la vida.

Mi propia curiosidad solo me orientaba a llegar lo más lejos posible para aprender; aunque luego comparta o no comparta siempre sacaba algo en claro, estuviera más o menos de acuerdo con las enseñanzas.

Así que llegué con los aryas y aprendí de los brahamanes. Los brahamanes me enseñaron a interpretar manuscritos. Ahí aprendí sobre sus dioses, sus divinidades, sobre su religión, su cultura.

Aprendí yoga. Aprendí a calmar esos impulsos, esos pequeños impulsos del ego que tuve en varios momentos de mi infancia.

Aprendí la idea del karma, aunque como ya expliqué en la sesión anterior, no me cerraba.

Les explicaba a los brahamanes por qué esa idea del karma no podía ser correcta, aún sin haber estudiado la idea del karma de la corriente de Siddhartha que aprendería más tarde.

Cuando aprendí todo lo que tuve que aprender, los brahamanes me consideraron un traidor. Me acogieron muy bien cuando llegué, era un gran alumno con mucha predisposición para aprender. Me acogieron, viví con ellos. Viví con ellos año y medio aproximadamente.

Durante ese tiempo se encargaron de mí, después me trataron como si yo fuera un traidor. No entendía las desigualdades sociales, no estaba a favor de las desigualdades sociales; entonces comencé a predicar con los shudras, que era el pueblo esclavo, era el pueblo trabajador y humilde.

Los brahamanes me decían que si ellos estaban en esa condición era por algún karma y que palabras tan elevadas no deberían ser compartidas con gente de clase más baja.

Discrepaba profundamente con ellos. Enseñé a estas humildes personas, fui uno más con ellos. Me acogieron. Fui humilde al igual que ellos, porque yo no era más por haber estado con brahamanes, por haber aprendido todo lo que sabía.

Daba charlas contra la esclavitud, contra las desigualdades sociales. Les hablaba de un único Dios, les hablaba de mi Padre. Que mi Padre abría la puerta al humilde a su morada. Seis meses estuve con ellos, después seguí las indicaciones.

Llegué a un famosísimo pico nevado, lo que vosotros conocéis como el Himalaya y aprendí una corriente totalmente distinta. Una idea de karma absolutamente distinta. Aprendí, me enseñaron a canalizar energía.

Anteriormente, los brahamanes me habían enseñado a exorcizar a demonios, algo que yo sabía no tenía ningún sentido porque el demonio no se va con ningún ritual, sino con amor.

Con los budistas aprendí a canalizar energía y a proyectarla. Aprendí sutras, el poder de la oración. Aprendí… si bien yo discrepaba con ellos porque pensaba que uno se tiene que inmiscuir con la sociedad para ese servicio, aprendí del desapego en ese momento, lo cual en su justa medida es correcto.

Es correcto, ¿por qué no iba a serlo, queridos hermanos? ¿Por qué no iba a serlo?

Tuve un momento que ya expliqué el otro día. Durante la estancia que estuve allí, estuve muy cerca de mi querido guía Gabriel y también estuve muy cerca de la Energía Crística.

Llegué a tener una conversación incluso con El Buda, la energía del séptimo nivel, que me hablaba sobre qué era la iluminación.

En ese entonces llegué incluso a alcanzar esa iluminación. Llegué a alcanzar un grado de OT 14 para vosotros. Todavía me quedaba un último paso, que haría más tarde, mucho más tarde. Antes de mis episodios finales. De mis trágicos episodios finales.

Cuando hube aprendido todo lo que creí, me levanté y proseguí mi camino.

Volví a Nazaret. Estuve 4 años con los budistas. Volví a Nazaret y de cierto os digo, queridos hermanos, que era otra persona. Había aprendido mucho y traté de enseñar todo lo que pude en mi camino de vuelta.

Más tarde emprendería un nuevo viaje hasta Persia. Estaría cerca de tres años, casi tres años en Persia: en Persépolis, en el centro religioso.

Daba charlas sobre la esclavitud, sobre las desigualdades sociales, sobre mi Padre, sobre la no necesidad de un culto al Sol o a un Dios del Bien o a un Dios del Mal; que nada tenía sentido de todo eso porque mi Padre es todo Amor.

Mi Padre es todo amor. No hay ningún Dios del mal, ningún Dios negativo. No lo hay.

Volví de nuevo a Nazaret y más tarde viajé a Atenas, porque había oído hablar de grandes sabios. Aprendí ética, sobre todo aprendí ética. También aprendí sobre el alma, pero sobre todo aprendí sobre el qué hacer.

Volví a enseñar en esa estancia también todo lo que pude que ya había aprendido.

Me marché después a Alejandría y a Egipto. Eliópolis concretamente. Allí estudié sobre cosas distintas, una religión distinta. Estudié sobre seres que habían venido de otro lugar. Aprendí sobre las Pirámides.

Continué enseñando lo que sabía. Y ese fue mi último viaje antes de regresar a Nazaret con 29 años. En Grecia estuve casi 1 año. En Alejandría y Egipto estuve más de 2 años. Ya después comenzaría con mi primer gran episodio, el bautizo con mi querido primo Juan.

Adrián: ¿En todos esos viajes hubo algún maestro que fuera especialmente relevante para usted?

Ien-El: No me gusta señalar, de cierto os digo que aquellos que me acusaron de traidor tal vez fueron quienes más me enseñaron.

Adrián: ¿Cómo sobrevivía usted viajando solo? ¿O no viajaba siempre solo?

Ien-El: No viajé siempre solo, no viajé siempre solo. No viajé siempre solo, pero sí viajé mucho tiempo solo. No era un problema para mí, porque estamos hablando una diferencia muy grande también con vuestra época, cuando yo encarné era todo como distinto.

Me acogían, me daban de comer, me escuchaban. La gente que me atendió era gente de luz, gente elevada, gente avanzada; los sabios siempre querían tener nuevos alumnos con quien aprender y de quien aprender y a quien enseñar.

Entonces no tuve ningún tipo de problema en ese sentido. Además, yo no era nada tímido. Si necesitaba ayuda directamente la pedía. Siempre había algún mezquino que te giraba la cara, que no te miraba, pero gente buena la hay. Claro que la hay.

Adrián: ¿Usted fue capaz también de utilizar la Energía Crística, incluso para sanar, antes del bautizo?

Ien-El: Sí, llegué a utilizarla en un par o tres de oportunidades, pero fue muy irrelevante. Fueron sanaciones muy sencillas y nada tiene que ver con lo que lograría después con la Energía Crística ya incorporada.

Adrián: ¿Con el bautizo se activó su gen sanador?

Ien-El: Digamos que siempre estaba activo, pero no sabía cómo utilizarlo. El momento de la comunión con la Energía Crística fue el momento en el que hay una apertura total de conciencia y empiezo a darme cuenta de que puedo hacer cosas que antes no sabía.

Adrián: ¿Y qué sucede? ¿Cómo es esa apertura? ¿Recibe un mensaje?

Ien-El: ¡No, es distinto a cualquier cosa! Fue algo muy similar a lo que sentí durante el tiempo de meditación búdico, era como una apertura de conciencia total.

Como que me daba cuenta que de alguna manera podía hacer muchas más cosas, pero estaba mucho más expuesto. En ese momento, me di cuenta…

En ese momento, me di cuenta de mi destino. De mi destino: Que todo estaba escrito, que era la voluntad de mi Padre y que iba a sufrir finalmente.

Por eso vi que me sentía expuesto. Fue ahí cuando realmente tomo conciencia tanto de mi misión como de mi trágico final y aun así continúo.

Adrián: ¿Fue algo -digamos- que va más allá de la iluminación?

Ien-El: No, no, no. No quiero ser tan prepotente. No, es algo distinto. Es algo distinto.

Adrián: ¿Y cuando usted habla de que leyó textos o aprendió de seres que venían de otro lugar exactamente a qué se refiere? ¿Cómo eran los textos?

Ien-El: No, no me malentendáis. Yo había estudiado astronomía con sabios, había estudiado muchísimas cosas. Sabía, por mi pura lógica sabía. Tal vez porque así me lo señalaba mi Padre era consciente de que no estábamos solos, pero no fue hasta mi último momento de aprendizaje en Egipto cuando de alguna manera esas ideas cobraron forma con las enseñanzas que allí me transmitían.

Adrián: ¿Se puede decir qué enseñanzas eran?

Ien-El: Tiene que ver con sus dioses, tiene que ver con aquello que se considera mitología, pero que ellos sabían perfectamente que venían de las estrellas. Después, mis propios conocimientos que ya tenía de astronomía, mi propia lógica y mi conexión con mi Padre hizo el resto.

Adrián: ¿En esos tiempos había convivencia también con seres de las estrellas en alguna región?

Ien-El: Claro, es una pregunta trampa. Si tú me dices lo que yo percibí, no. Si tú me dices lo que yo percibí como thetán, sí. ¿Me entiendes, querido hermano?

Adrián: Sí. ¿Qué percibió?

Ien-El: ¿Cómo thetán?

Adrián: Sí.

Ien-El: Como thetán era absolutamente consciente de que habían seres que buscaban sus intereses, que se habían mezclado con nosotros, que habían manipulado las tribus anteriores. Gente importante. Como thetán. Como Jesús, podía intuir, pero no tuve nunca ningún contacto con alguien así.

Adrián: Está bien, Maestro. ¡Gracias! Si quiere dar un último mensaje o le dejo que se exprese como usted quiera.

Ien-El: Solo os digo a todos y cada uno de vosotros, queridos hermanos, que la verdadera trascendencia no está en quién sois ni está en lo que hacéis. Está en algo más allá.

Porque al igual que yo no fui más que el instrumento de mi Padre, vosotros formáis parte de mi Padre también y, algún día, solo algún día -como civilización- vais a entender todavía más lo que yo quise enseñar.

Mi mensaje hubiera pasado desapercibido como tantos otros si no fuera por mi trágico final, que decidí afrontar.

Gracias por todo, queridos hermanos.

¡Os dejo con toda la Luz Crística!

 


 

*Resumen en PDF : Cronología de los Años Perdidos de Jesús

 


 

REFERENCIAS

 

Años perdidos – Wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/Años_perdidos_de_Jesús

Concilio ecuménico: https://es.wikipedia.org/wiki/Concilio_ecuménico

Concilio de Nicea: https://es.wikipedia.org/wiki/Concilio_de_Nicea_I

Años perdidos documental:

Parte I: https://www.youtube.com/watch?v=3TdRCLzunMg

Parte II: https://www.youtube.com/watch?v=garBNIKRTXU

Parte III: https://www.youtube.com/watch?v=3VO8yeNokHo

Esenios: https://es.wikipedia.org/wiki/Esenios

La Biblia: https://es.wikipedia.org/wiki/Biblia

Evangelios apócrifos: https://es.wikipedia.org/wiki/Evangelios_apócrifos

Años perdidos de los 13 a los 30: Misteriosdelatierra.es