Somos Partículas del Universo

Somos partículas del universo Una Gota en el Mar Tetra-El AYS -

Poco se habla de la mucha importancia de una pequeña gota en el mar. En una gota de agua hay 2·10^21 moléculas de agua. Como en una molécula de agua hay tres átomos (1 de oxígeno y 2 de hidrógeno), el número aproximado de átomos en una gota de agua es 6·10^21. Cada una de estas moléculas es tan importante como la demás.

Existen aguas de todo tipo: están las estancadas y las que fluyen, las que dan vida y las que la quitan. Absolutamente todas son la misma molécula, aunque no estén en el mismo lugar, ni bajo las mismas condiciones. Todas ellas tienen en su esencia el potencial de fluir, de evaporarse o de congelarse, de quitar la vida o de saciar la sed.

Es algo así como el libre albedrío expresado en el ciclo del agua. Los átomos fluyen por el universo y cumplen funciones distintas a lo largo de las eras.

Átomos

Los átomos que conforman el agua son distintos entre sí: oxígeno e hidrógeno. Las micropartículas que conforman un átomo también lo son entre sí: protones, electrones y neutrones. Esas micropartículas a su vez están formadas por otras más pequeñas, y adivina: son también diferentes entre sí.

Sabemos pues que, por orden natural, de lo pequeño surge lo grande y de lo diferente la vida y las distintas creaciones por combinación. No somos más que la unión de millones de estas pequeñas micropartículas, que se coordinan y trabajan entre sí de forma ordenada, casi con «respeto» las unas por la otras, generando un orden del cual surge la vida.  No todo son formas de vida, pero sí existentes, formas complejas que respaldan la vida y/o la complementan.

Tú eres una forma de vida que no te debes a ti mismo, sino a otras formas de vida, que a su vez se deben a otras formas de vida y de no vida. Como podrás comprobar, tú ni yo no podríamos existir sin los demás y tampoco sin lo demás. Así que es posible que ya vaya siendo necesario que nos demos cuenta que no somos mucho los unos sin los otros. Que somos una gota más en el océano que lo conforma. Una molécula diferente, un átomo distinto, un fermión complementario a otro.

Y que de ninguna manera tenemos una función si no tenemos en cuenta al otro hermano que nos complemente y trabajemos arduo con él para formar algo mayor, distinto, más complejo, más bonito. Crear. Y así hasta el infinito y más allá, porque esa es nuestra función y objetivo, relacionado a su vez con el goce de existir.

Sinergias

Podemos establecer que esas diminutas partículas que somos nosotros trabajen en sinergia mediante nuestra voluntad o, por otra parte, chocar y generar el caos, porque poseemos ese libre albedrío. Somos partículas con voluntad propia. Podemos buscar un mundo en el que el común denominador viva en armonía, o uno en el que la mayoría esté mal y solo unos pocos con «suerte» estén bien.

Desde ya, decir que la suerte no es de aquellos que no miran a los ojos a sus semejantes, solo encontrarán desazón en todo su mar de riquezas vacías. Porque lo importante no es lo que tienes, sino lo que das. Porque un átomo que no comparte energía con otro átomo no genera una molécula. Si no existiese el compartir, entonces no existiríamos.

Por lo tanto, es lógico pensar que quien no comparte tiende a la autodestrucción, a deshacerse y deambular en el caos, chocando con otros como si de radicales libres se tratasen, y generando ese daño/destrucción a su alrededor de forma descontrolada. Esa soledad del ir por tu cuenta, sin el respeto a lo demás, ni a los demás.

Energía

Por ejemplo, el dinero es energía. La energía es potencial, capacidad de y movimiento. Un alma mezquina es un alma pobre, porque estanca su energía. De nada sirve almacenar millones de euros si esa energía queda estancada de forma egoísta. De nada sirve acumular si no hay un objetivo de servicio detrás (cesión de energía y creación de flujos).

La energía puede destruir y puede crear. Es algo que fluye mediante las ideas. Tus ideas son energía y según las dirijas se crearán flujos positivos o flujos negativos. Y te llevarán a algún lugar.

La vida es movimiento, el movimiento es energía. La vida es amor. El amor es la energía que mueve a la vida. Amar es compartir, y compartir, amar. Todo aquello que se estanca, se convierte en un desecho. No fluye, no sirve. Aunque nada se desaprovecha en el flujo universal, pues todo se reconduce gracias a los mecanismos del Padre y su amor por nosotros.

El dinero se pudre igual en el interior del alma mezquina y se convierte en un desecho más una vez la vida está perdida. Compartir esa energía es amar al otro y amarse a uno mismo.

Cuando un átomo está excitado, decimos que posee un mayor nivel de energía. Ese mayor nivel de energía permite a su vez una mayor cesión de energía. Algunos lo llaman entusiasmo. Somos importantes en tanto y en cuanto utilicemos esa energía en función de los demás.

Equilibrio

Supongamos ahora que buscamos alcanzar un equilibrio universal. El interno va primero. Es necesario revisar tus niveles de energía.

Si tienes poca energía debes aprender (aprehender, coger, acumular). Si tienes mucha energía debes desprender (enseñar, dar, ceder). Eso garantizará que tu flujo sea constante y que el equilibrio sea buscado, sostenido, acercado y/o alcanzado (y se alcanza de forma indefinida en el tiempo, en la eternidad). Y con ello encontrarás el equilibrio de tu energía.

Un deportista mantiene o mejora su nivel solo con entrenamiento. El espíritu es igual, acción constante. Si hacemos, somos. Si dejamos de hacer, dejamos de ser.

Complementariedad

En nosotros, partículas humanas/espirituales, puesto que somos diferentes, hay una cierta energía en un aspecto determinado y en otros no. No somos seres completos, sino que nos completamos por complementación con los demás, las demás energías que nos construyen. Por lo tanto, uno tendrá aquello que yo no y yo aquello que no él. Igual que los átomos, distintos entre sí, pero que unidos generan nuevas existencias y formas de utilidad.

Por ejemplo: el agricultor sabe cultivar la tierra y el entrenador saber cultivar el cuerpo. El entrenador ayuda a cultivar el cuerpo del agricultor para que este pueda realizar su trabajo que le es propio, y que solo él sabe hacer, de una forma más efectiva.

Tendremos, por lo tanto, un agricultor sano que arará la tierra con mejor salud y eficiencia para ofrecernos alimento. Este alimento es utilizado por el entrenador a su vez para vivir y poder seguir ayudando al agricultor gracias a lo que el mismo agricultor le ofrece. Así se completa un ciclo de vida, que como ejemplo es cerrado, pero en la vida es abierto.

Existen millones y millones de estas cesiones energéticas día a día en todo el universo, en busca de un equilibrio (porque esa es la tendencia universal). El uno y el otro se complementan y se dan lo que carecen, y entonces la energía de ambos aumenta y se da un equilibrio buscado. El universo, tal cual está creado, “obliga” al servicio.

Hemos de buscar este equilibrio también en nosotros mismos. Poseemos miles de virtudes y capacidades de cesión (servir, servicio) y miles de defectos y/o capacidades de aprehensión. Ayudamos al otro al permitirle sernos útil, somos útiles al otro a su vez aportándole nuestra suma. Es una doble suma. Y, además por partida doble, lo cual significa una multiplicación. Hagamos esta multiplicación constante. Creemos el equilibrio con el universo. Complementémonos entre todos.

¿Qué sería del mar sin cada una de sus gotas? Sé una gota más del océano y aporta tu pequeño granito de arena, porque eres necesario/a al ser uno más.

Ama y fluye.

PAZ.

 

Texto escrito por Adrián Tardío.