Del Ritmo o Ley del Péndulo

ΜΗΔΕΝ ΑΓΑΝ (Nada en exceso)- Templo de Apolo. Delfos. (Grecia)

A veces lloramos, a veces reímos, a veces tenemos desalientos y otra veces estamos contentos.
Tenemos nuestros ciclos una y otra vez. No estamos ni bien ni mal eternamente, aunque nos queramos aferrar a uno de los dos polos.

Esta es la Ley del Péndulo en el Hermetismo o Ley del Ritmo donde todo fluye y refluye, donde todo tiene sus períodos de avance y retroceso.

Quizás sea una de las leyes más fáciles de entender de todas, y sin embargo de las más difíciles en su aplicación. La gran mayoría comprende esta ley cíclica del universo y sin embargo nos apegamos una y otra vez a uno de los dos polos…¿Saben por qué?
Porque estando encarnados estamos “hechos” de ello y percibimos en base a ello. De ahí su gran dificultad. No estamos fuera del Plano físico. Nuestro propio cuerpo también está sometido a dicha Dualidad. Y nuestra percepción también se adecua a ello.

De hecho, nuestra “Personalidad” y con la cual nos identificamos en nuestra existencia, se formó en base a Éxito- Fracaso, Felicidad- Desaliento, Ensayo-Error “o” Bueno- Malo.

Nuestra Percepción al tener un cuerpo físico se adecua a la naturaleza Dual de todo lo observado. Incluso luego nos llevamos dichas imágenes y emociones formando parte de lo que llamamos “nuestras experiencias”, tanto como 10% y como 90%. Piénsenlo.

 

 

De hecho en nuestra mente y en algunos planos de la gran mente de Eón, cientos de millones de entidades pierden la perspectiva con opiniones y emociones encontradas. 
Así lo percibieron y así se supeditaron a ello. Muchísimas psicoauditaciones giran en torno a entidades que necesitan expresarse en el llamado “batallar de las antítesis”.  De ahí que sean planos de superación y de cuestionamientos.

Por ello la verdadera sabiduría está mucho más allá de cualquier memoria o conjunto de percepciones.

Cuando entendemos dicha ley, nos acostumbramos a observar cualquier circunstancia de forma Integra, despersonalizada y con sus dos caras evitándonos muchos desengaños, sufrimientos y frustraciones. Creo que uno de los errores graves de la vida es querer ver sólo una cara de un suceso, una cara de una circunstancia, una cara de un objeto cualquiera. En el momento en que nos aferramos a un polo y el péndulo se mueve, comienza nuestro cuestionamiento particular, se genera una resistencia, nuestra queja interna. Nuestro «batallar de la antítesis». Hay que aprender a ver cada cosa en sus dos caras y no identificarse ni con la una ni con la otra pues ambas son pasajeras.

La llamada polarización consiste en retraer el péndulo a un estado neutro cuando está en uno de sus extremos. ¿En qué consiste esto? En caso de que estemos ante una situación “negativa”, debemos hacer foco en el pequeño círculo blanco ( coloreado en rojo) del extremo, donde por muy mala que sea una situación siempre se puede traducir en un nuevo reto, en sacar lo mejor de nosotros mismos o incluso ver el lado positivo de las cosas. E igualmente, cuando nos encontramos en el extremo “positivo”, fijarnos en el punto negro nos saca de la inconsciencia de ver el mundo de color de rosa, del autoengaño y de los apegos. Esto nos lleva a retraer el péndulo a un estado neutro o de equilibrio de las cosas, UN ESTADO DE ALERTA donde volvemos a ser conscientes del estado Dual y cíclico del universo.

Cientos de roles en cada polo: Desde acomodarnos en la negatividad con roles de víctima y sus justificaciones hasta emociones desorbitadas, imaginaciones, falsas expectativas y apegos en el “polo positivo”.
Es necesario INTERIORIZAR el dualismo del plano físico y su naturaleza mecánica  y dejar de lado la inconsciencia que nos hace caer una y otra vez en aferrarnos a uno de los polos. 

Siddharta y muchos maestros estando encarnados llegaron incluso más allá del Estado Neutro y de la Interiorización de dicha ley. Dejaron atrás todo sufrimiento. Llegaron al eje del péndulo, dentro de nosotros mismos. Directamente salieron. Dejaron de identificarse con nuestra personalidad, su percepción limitada y el mundo de la forma.

Sólo confrontando nuestro propio “yo” y rompiendo la identificación con el mismo podemos llegar al eje de nuestro péndulo.

 

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Luis Sanmartin . ( Octubre 2018)