Llevamos ya mucho tiempo hablando del cambio climático y sus consecuencias: alteración de las temperaturas, calentamiento global, deshielo de los polos, lluvias torrenciales, incremento de los gases potenciadores del efecto invernadero emitidos a la atmósfera… Nos lo enseñan en el cole, lo vemos en la televisión o lo escuchamos en la radio, leemos sobre ello en revistas o prensa…Pero,
¿Qué pasa con los animales?, ¿detectan ellos el cambio climático?
La respuesta es sí, lo detectan por ellos mismos, la naturaleza es muy sabía y los animales no han perdido (como nosotros) esa conexión con el medio. Ellos solitos se bastan para ser conscientes de lo que ocurre y toman medidas. Aunque las posibilidades de cada uno de adaptarse o no a los cambios es distinta, con el riesgo que esto implica para la supervivencia de las distintas especies.
Los animales nos están avisando de que sufren en primera persona los efectos del cambio climático enviándonos señales de alarma mediante cambios en su comportamiento. A continuación, veremos algunos de los más evidentes:
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Están modificando los patrones migratorios.
Tradicionalmente cada año, cerca de 50.000 millones de aves abandonan su zona de reproducción y migran a otras latitudes más cálidas. No lo hacen por el frío invernal, sino por la escasez de comida. Van en busca de insectos y otros alimentos que son incapaces de encontrar allí. En primavera regresan a sus lugares de origen, donde ya no tienen que competir por el alimento como lo hacían durante su estancia en los lugares más cálidos con las aves autóctonas.
Pero este patrón parece estar cambiado para algunas aves ya que, cada vez son más las que optan por permanecer en sus territorios durante el periodo invernal, aun a riesgo de no sobrevivir. Es, por ejemplo, el caso de la cigüeña. La subida de la temperatura media de la tierra está provocando que algunos insectos no desaparezcan del todo. Y las cigüeñas prefieren quedarse. Su premio: ser las primeras en reproducirse en primavera teniendo toda la comida posible a su disposición.
En el caso de las aves que siguen migrando, sus hábitos también están sufriendo alteraciones. Las que lo hacen hacia zonas más cálidas en época de frío, ahora eligen viajes mucho más cortos. Llegan antes a lugares con temperaturas acordes a sus necesidades. Por ejemplo, muchas grullas prefieren ya quedarse por Inglaterra, a medio camino, y no continuar su viaje hasta la península Ibérica.
En cuanto al cuándo, también se ha observado una tendencia muy generalizada a adelantar tanto la migración de primavera, así como las fechas de cría. En la migración de otoño también se han observado cambios: algunas aves adelantan su regreso, otras lo retrasan.
Como consecuencia de estos movimientos, ya se han detectado incluso cambios en los tamaños corporales medios de algunas especies.
«El cambio climático está poniendo patas arriba el mundo de las aves migratorias»
Se están desplazando hacia el norte de sus áreas de distribución.
Al igual que ocurre con las aves migratorias, algunas otras especies también necesitan cambiar de lugar para encontrar la temperatura adecuada para subsistir. Un ejemplo claro es una especie de mariposas que habitualmente ponía sus huevos en Cataluña y en la actualidad, se reproducen al norte de Europa. Han trasladado su área de distribución a cientos de kilómetros.
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Desde el punto de vista ambiental, podríamos decir que el sur de Europa cada vez se parece más al norte de África. En el estrecho de Gibraltar, por ejemplo, ya se encuentran más de 20 especies africanas, entre ellas: ratonero moro, buitre moteado, halcón borní, corredor sahariano, vencejo cafre, vencejo moro, bulbul naranjero y camachuelo trompetero.
Están ascendiendo a zonas más altas en las montañas.
Lo mismo ocurre con la altitud. Para tener la misma temperatura, hay especies de animales que necesitan altitudes mayores. Ocurre, por ejemplo, con ciertas especies de ranas. El problema viene con la limitación de altura de los sistemas montañosos, por lo que algunas especies corren peligro de desaparecer.
«Las señales que nos envían los animales y las plantas son de alarma, y no se están tomando las suficientes medidas»
Eduardo Galante, catedrático de Zoología de la Universidad de Alicante
Pero, independientemente de que algunos animales sean capaces de advertir el cambio climático y adapten su modo de vida a esta nueva situación, no podemos olvidar los irreversibles efectos en la biodiversidad provocados del cambio climático. Todas estas señales o evidencias no deben pasar desapercibidas. Debemos tomar conciencia sobre ellas y hacer todo lo posible para evitar las pérdidas irreparables que el cambio climático está provocando en nuestro querido Reino Animal.
Un estudio internacional ya puso de manifiesto que entre 1990 y 2008 la temperatura media europea se desplazó hacia el norte 249 kilómetros. Por lo tanto, para mantener unas condiciones climáticas parecidas, las especies deberían desplazarse los mismos kilómetros en el mismo periodo de tiempo. Sin embargo, este estudio revela que en promedio, las comunidades de aves en Europa se movieron hacia el norte sólo 37 kilómetros, mientras que las mariposas lo habrían hecho tan sólo 114 kilómetros. Por lo tanto, los investigadores alertan de que las aves y las mariposas no están siguiendo los pasos del cambio climático a una velocidad suficiente y que se está acumulando un desfase que los científicos llaman «deuda climática». Están desacoplando sus ciclos.
Al haberse adelantado la primavera, algunas especies no consiguen ajustar sus calendarios de migración, llegan “tarde” y no encuentran comida suficiente para alimentar a sus crías.
Se están viendo también alteraciones en la propagación de enfermedades infecciosas en áreas en las que comúnmente no ocurría. El incremento en las temperaturas del planeta está afectando a las poblaciones naturales de los mosquitos transmisores de enfermedades como malaria, dengue, fiebre amarilla y virus del Nilo occidental. También podría estar influenciando en la duración de los periodos de transmisión.
Otra grave consecuencia es lo que está ocurriendo con los arrecifes de coral. Estas estructuras subacuáticas están sufriendo cada vez más episodios de blanqueo. Se trata de una respuesta al estrés causada por su exposición a temperaturas oceánicas elevadas. Cuando el blanqueo es severo y prolongado, muchos de los corales mueren. Y con ello, desaparece el hábitat de innumerables especies marinas. Sin olvidarnos de que nos protegen frente a fuertes oleajes, colaboran en la absorción del CO2 de la atmósfera, favorecen la generación de cientos de organismos marinos, son fuente de alimento, evitan la erosión de las playas, entre otras cosas.
Además de las innumerables especies animales en peligro de extinción:
Oso polar. Es el mayor ejemplo de cómo afecta el cambio climático a los animales. El calentamiento está causando que el hielo marino -el principal terreno de caza de los osos- disminuya. También gastan más energía, por la inestabilidad de su suelo, por lo que necesitan comer más. Los investigadores creen que el 80% de los osos polares podrían morir si el hielo marino continúa desapareciendo.
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Koala. Se alimenta prácticamente en su totalidad de hojas de eucalipto, y hoy en día estas hojas se desmejoran como consecuencia del aumento de CO2, producto del cambio climático.
La tortuga laúd. Ve su hábitat destruirse como consecuencia del incremento en el nivel del mar y de las tormentas. Esta especie de tortugas pone sus nidos en las orillas del mar, por lo que está en grave riesgo su reproducción.
La ballena beluga. Se ve afectada por la pérdida de hielo y la dificultad creciente relacionada a encontrar presas. Así como el calentamiento global en sí, la actividad humana relacionada a la sobrepesca influye directamente en este problema.
El zorro ártico. Se encuentra en peligro debido a que su hábitat, la tundra ártica, está desapareciendo y convirtiéndose en bosque.
El pingüino emperador. Se vio en la necesidad de desplazarse como consecuencia del deshielo, teniendo que hacer grandes viajes a causa de la poca disponibilidad de alimentos. Anteriormente, esta especie no tenía esa necesidad, ya que las condiciones en la Antártida eran las adecuadas y se encontraban perfectamente adaptados a ella.
La foca anillada. Es otro de los animales afectados por el derretimiento del hielo. También tuvo que desplazarse al norte, y se encuentra en la constante y ardua lucha por sobrevivir.
El tigre de Bengala. Debido al crecimiento anual del nivel del mar, contabilizado en 4 mm, se considera que antes del año 2060, se va a perder alrededor del 70% de su hábitat.
La pérdida de biodiversidad es una de las principales consecuencias del cambio climático. Está en nuestra mano tomar medidas para evitarla.
Mauricio Masiello Mail: mauri.masiello@tetra-el.org |