En el marco de la Semana Santa 2023, se convocó al Maestro Jesús, que explicó el episodio de la Resurrección. Raúl Caballero como médium oficial y director de Tetra-El y Adrián Tardío como documentalista de misterios e interlocutor de la sesión.
Parte I: Los Santos Sudarios
Parte II: La Resurrección
Transcripción Parte I: Los Santos Sudarios
Médium: Raúl Caballero
Interlocutor: Adrián Tardío
Entidad: Maestro Ien-El (Maestro Jesús)
Ien-El: Querido hermano.
Adrián: Querido Maestro Ien-El. ¿Qué tal? ¿Cómo estás?
Ien-El: Querido hermano, quiero agradecerte –no personalmente, pero sí espiritualmente– todo tu esfuerzo, todo tu compromiso para intentar transmitir lo más fidedignamente posible realmente lo que sucedió.
Y está claro, y me gustaría decirlo para todo el mundo: no todo el mundo va a creer; muchos cristianos o muchos católicos, o muchos teólogos, o incluso muchos ateos, gente externa, no va a aceptar por un medio como la mediumnidad que yo me comunique, no va a aceptar que un medio como la mediumnidad reescriba, porque está considerado tabú, y eso no se va a permitir.
De la misma manera que mucha gente va a desconfiar de todo lo que yo os he dicho a lo largo de este tiempo, a lo largo de estos años, con el verdadero mensaje, con la verdadera palabra, porque no tienen manera de verme; y de la misma manera que dije en aquel tiempo «bienaventurados aquellos que creen y no ven», es algo que sigue sucediendo y va a seguir sucediendo.
Entonces en cualquier relato en el que pongas extraterrestres al lado de mi nombre se va a refutar, se va a negar y se va a hablar de delirios.
No obstante queridos hermanos, es importante que esto se dé a conocer y después serán las propias personas, serán los otros hermanos, los que tomen su decisión de creer o de no creer o de que la historia les resulte lo más genuina posible, realizando una recopilación de lo que yo dije, tratar de elaborarlo en aquello que vosotros llamáis libros y tratar de hacerlo llegar al mundo entero; porque nunca nadie ha documentado todo tal cual sucedió de una manera más fidedigna y, encima, de boca directamente mía.
Sería muy importante que la Palabra, sería muy importante que el mensaje llegue a la mayor cantidad de gente posible; aunque sea defenestrado, aunque no sea creído, queridos hermanos: esa es la Misión que yo os encomiendo.
Adrián: Muchísimas gracias, Maestro Jesús, por ese mensaje introductorio. Sabe que vamos a preguntarle sobre los santos sudarios y, si quiere, comienzo con las preguntas.
Ien-El: Sí, querido hermano. Te escucho.
Adrián: ¿El denominado Santo Sudario de Oviedo es real y fue utilizado para limpiarle el rostro, o le cubrió el rostro? ¿Podría comentar el contexto de ese sudario?
Ien-El: El Santo Sudario que llamáis de Oviedo no es real, el que es real es el de Turín, la Sábana Santa de Turín.
Adrián: ¿El Sudario de Turín o Sábana Santa es el que le pusieron sobre el cuerpo en su sepulcro tras desencarnar en la cruz?
Ien-El: Correcto.
Adrián: ¿Y por qué quedó impregnada su silueta?
Ien-El: Tiene que ver con la propia radiación que utilizaron los hermanos de la morada de Fulgor cuando lograron resucitarme, la propia radiación generó que quedara la impregnación. Luego te contaré con más detalles cómo funciona esa radiación y qué es lo que logró producir en mí.
Adrián: De acuerdo. Fue la radiación que le pusieron en la Transfiguración, ¿no?
Ien-El: Sí y no. Es decir, la misma radiación que se utilizó en ese episodio se volvió a utilizar después en el episodio de la Resurrección.
Adrián: Ah, se volvió a aplicar una vez ya estaba desencarnado, ¿no?
Ien-El: Sí, porque si no, de lo contrario, me habría visto todo el mundo cuando fuera crucificado con la misma aura con la que me vieron mis discípulos en el episodio de la Transfiguración, y eso no fue así. Eso tuvo… tenía un tiempo, era temporal.
Adrián: De acuerdo. ¿Y es correcta la reconstrucción más actual realizada de su rostro gracias al Sudario de Turín?
Ien-El: Sí, no así otras reconstrucciones que se han realizado, incluso alguna con la ya tan conocida inteligencia artificial –que ahora está tan en boga en vuestro mundo– y otras cuestiones.
Adrián: ¿Y por qué las dataciones del carbono 14 no concuerdan? ¿Por qué no da la fecha?
Ien-El: Porque fue alterado, porque fue alterado. Hay que tener en cuenta que para realizar una datación de carbono 14 se precisa que el elemento esté en una condición impecable, perfecta. Por eso se busca la conservación total de algunos objetos en particular.
Pero no fue así con esa Sábana Santa, con ese Sudario, que realmente no fue bien utilizado, sino que ha pasado de manos en manos y realmente ha perdido ese carbono que permite la datación real, sino que queda completamente afectada. Es decir, que está alterado, no está en buen estado de conservación.
Adrián: De acuerdo. ¿Alguna cosa más sobre el Sudario de Turín, Maestro?
Ien-El: No, nada más que eso. Te mando toda mi Luz.
Adrián: De acuerdo.
Ien-El: Os abrazo, hermanos.
Adrián: Hasta todo momento.
Transcripción Parte II: La Resurrección
Médium: Raúl Caballero
Interlocutor: Adrián Tardío
Entidad: Maestro Ien-El (Maestro Jesús)
Ien-El: Querido hermano.
Adrián: Bienvenido, hermano.
Ien-El: Puedes preguntarme, en cuanto te comente rápidamente, que una vez se da el episodio en el que yo pierdo la vida, en el que yo desencarno en la cruz, a nivel espiritual –tal cual en el episodio que ya conté– me traslado a lo que vosotros llamáis la Octava Esfera, que muchos han explicado como el infierno. No voy a volver a relatar el episodio, pero es algo realmente muy angustioso.
Yo desciendo en 100% espíritu, porque en el momento de desencarnar mi 10% ya se une al 90%; aunque más tarde con la reanimación vuelva a unirme al cuerpo, vuelva a unirme a la unidad biológica, vuelva a unirme. Pero hay un momento, hay un lapso de unión.
Por lo tanto, «reanimación» es una palabra acertada, ya que un decodificador que estuviera completamente muerto –sin actividad, descompuesto o deteriorado– no podría haber vuelto a asumir al 10% que ya se había ido; pero se mantuvo, de alguna manera se mantuvo, y pude volver a reunirme y después volver. O sea, fue en 100% espíritu que descendí a la Octava Esfera.
Y ahora me gustaría que realizases, querido hermano, las preguntas. No voy a contar el relato per se, sino que voy a intentar explicar a medida que vas realizando las preguntas, porque no me gustaría ahondar en demasiado detalle en algunos episodios, porque realmente no tienen demasiada historia, no tienen demasiada historia.
Adrián: De acuerdo. Primeramente: ¿Fue reanimado usted desde la Octava Esfera directamente? ¿Pasó de la Octava Esfera a la reanimación y luego volvió su thetán al plano 3 o 4?
Ien-El: No. Llegué al plano 4 después de la Octava Esfera y tuve un periodo muy breve de asimilación en el que estuve pensando cómo aquello era una escuela creada por mi Padre. Yo me preguntaba, ¿no?, le preguntaba a mi Padre: «¿Cómo consientes tanto dolor?»
Era increíble el dolor que hay ahí dentro, no se puede comparar con una crucifixión, es infinitamente mayor; y me di cuenta en un estudio que he realizado posterior, porque en ese momento no me dio tiempo a reflexionar, pero una vez ya desencarno del todo y tengo tiempo para reflexionar sobre la Octava Esfera y estudiarla, me doy cuenta que muchos seres que han pasado por la Octava Esfera no han vuelto a generarse, a generar actos hostiles tan severos como para volver a acabar ahí.
Es decir, sí tiene un efecto bastante, bastante aleccionador –por decirlo de alguna manera–, sí que se aprende de sufrir un dolor tan terrible. Porque si no el Padre no sería compasivo, sería cruel, sería vengativo, ¿no?, hacer pasar a eso a otros hijos suyos que pecaron, que lo hicieron mal; y no es así, sino que sí tiene un efecto claramente aleccionador.
Adrián: Me imagino que deja muchos engramas, también.
Ien-El: Sí, es obvio, hermano. Claro.
Adrián: Nos pregunta un hermano que por qué lo buscaron a usted los seres de Fulgor. ¿Fue porque la energía crística lo envolvió?
Ien-El: No. Fue porque ellos necesitaban un mesías. En su mundo se encontraban realmente desasistidos, en una crisis terrible de espiritualidad y fe, y creyeron que yo era la persona más preparada para ayudarlos.
Adrián: De acuerdo. ¿Cuál es la fecha y hora de la muerte y de la resurrección?
Ien-El: Cuando comienza lo que llamáis la Última Cena, eso es un jueves 17 de abril del año 30, a las 6 de la tarde. Allá a las 10 habíamos terminado, comenzó mi suplicio, mi martirio espiritual en el que sufrí mucho en Getsemaní, intentando convocar, comunicarme, elevar mi pensamiento con mi Padre. Ya a eso de las 3 de la madrugada fui apresado.
En apenas 2 horas –fíjate la gravedad, ¿no?, todavía peor–, en apenas 2 horas el querido Pedro me había negado 6 veces –no 3, 6 veces– y el juicio se dio durante toda esa madrugada y mañana. Fui crucificado, o más bien fui… desencarné, digamos, porque fui crucificado a las 12 del mediodía y desencarné a las 3 de la tarde de un viernes 18 de abril del año 30.
Resucité, o fui reanimado más bien –para ser más puntuales–, porque si hablas de resurrección la gente lo va a interpretar como lo que no es y como lo que ya se ha interpretado en muchos escritos. Cuando fui reanimado fue el domingo 20 de abril a las 23 horas, es decir, a puntito de que fuera lunes 21, y ahí fui reanimado.
Adrián: ¿Y cuándo lo pusieron en el sepulcro?
Ien-El: Ese mismo viernes 18 que yo soy crucificado a las 12 del mediodía y que desencarno a las 3 de la tarde, es bajado mi cuerpo de la cruz a eso de las 5:45 de la tarde –antes de que fuera sabbat y por supuesto antes de que fuera demasiado tarde–, el querido José de Arimatea junto con Nicodemo, y fui guardado en el sepulcro, el cuerpo fue guardado en el sepulcro y fue perfumado, limpiado, y después colocada una sábana por encima, un manto por encima. A eso de las 20:30, más o menos, todo se cerró y se marcharon.
Adrián: ¿Y cuando volvieron a aplicarle la radiación los seres de Fulgor?
Ien-El: Eso fue a las 23 horas de ese mismo domingo que te estaba comentando. Te cuento.
Adrián: Sí.
Ien-El: En el episodio de la Transfiguración –el cual sucedió dos semanas y tres días antes de mi crucifixión– me impregnaron con una radiación. Realmente fue una radiación doble: lo que hicieron fue elevar mis vibraciones energéticas a la vez que impregnaron mi aura.
Elevando las vibraciones energéticas lo que hicieron fue que mi cuerpo fuera compatible –digamos– con su esencia. Es decir, me impedía que yo mismo pudiera calcinarme o quemarme con una radiación parecida o estando expuesto, por supuesto, a ellos mismos.
Esa radiación que generó una elevación –celularmente, ¿no?, también hablando– de mis vibraciones energéticas es lo que hizo que mi decodificador se conservara tiempo después. Es decir, esta radiación interna fue eterna, y por supuesto que mi decodificador se pudo mantener estable los tres días.
De otra manera, hubiera sido imposible la reanimación porque se hubiera descompuesto, y no se puede producir la reanimación si el decodificador está descompuesto, en ninguno de los casos que existe en la Creación.
Por lo tanto, el hecho de que me impregnaran con esa radiación –prácticamente interna, elevando mis vibraciones– hizo que protegiera mi decodificador y que no se descompusiera.
Mientras que la otra radiación generó una… fue áurica, que fue lo que generaba ese fulgor en mi cuerpo. Esto lógicamente se fue perdiendo y por eso yo no emitía un fulgor cuando fui crucificado.
Son dos tipos de radiación: una áurica y otra vibracional.
Adrián: De acuerdo. ¿Usted dijo que al tercer día lo iban a resucitar? ¿Y por qué exactamente ese tiempo antes de revivir?
Ien-El: Fue lo que pacté con los hermanos de Fulgor, así lo pacté con ellos. Así lo dije, correcto, así lo dije. Así fue dicho.
Adrián: ¿Y dónde se encontraba el sepulcro? ¿Queda algún vestigio del mismo en la actualidad?
Ien-El: Sí. Está muy cerquita, muy, muy cerquita de Jerusalén. Y sí que claro que queda vestigio, pero no tiene nada que ver con los lugares que se han señalado.
Adrián: ¿Y cómo fue removida la piedra del sepulcro?
Ien-El: Lógicamente ellos tenían una máquina antigravitacional muy simple de utilizar. Es la misma que la que han utilizado otros seres –o muy parecida, la máquina no tiene por qué ser la misma, pero tiene los mismos fundamentos– para construir pirámides.
Adrián: ¿Cómo lo reanimaron? ¿Lo reanimaron dentro del sepulcro o lo transportaron a la nave madre?
Ien-El: Fue dentro del mismo sepulcro, llevaron las máquinas y allí me reanimaron. Luego me teletransportaron a la nave donde terminaron de realizar algunos ajustes, me lograron curar los órganos que tenía dañados, dejaron algunas heridas abiertas porque sabían que iba a servir como prueba para la convicción de algunos que no iban a creer; y prácticamente me acicalaron, me maquillaron, e incluso me cortaron la barba para que luciera perfecta.
Adrián: ¿Y usted cómo se sintió en ese momento de ser reanimado?
Ien-El: Cuando yo soy reanimado, yo ya estaba en la… una cosa es la reanimación cerebral, otra cosa es cuando yo recupero la conciencia.
Adrián: Sí.
Ien-El: Yo recupero la conciencia cuando ya está mi cuerpo totalmente recuperado, y eso sucede dentro de la nave. Esos son los primeros momentos. Yo ya lo tenía hablado con ellos y pactado, por lo tanto, yo sabía lo que iba a pasar. O sea, no tuve sorpresa.
Adrián: De acuerdo. ¿Las marcas que dejaron en su cuerpo (por ejemplo, las heridas de las manos) atravesaban de lado a lado? ¿Se podía pasar dedos por dentro?
Ien-El: No.
Adrián: ¿Y la cara a usted se la reconstruyeron bien? Porque dijeron… Bueno, se dice que muchos discípulos no lo reconocieron cuando después se apareció ante ellos.
Ien-El: El motivo por el cual no me reconocieron es porque había… es porque en muchas oportunidades o bien aparecía con un fulgor, o bien aparecía en forma holográfica y ese holograma no era… generaba cierta transparencia, como quien ve un fantasma, diríais vosotros.
Adrián: ¿Cuánto tiempo le llevó a los extraterrestres recomponer su cuerpo?
Ien-El: No mucho, un par de horas.
Adrián: Y en esos episodios que muestra la Biblia en el que María y algunas mujeres van y se encuentran el sepulcro vacío, ¿cómo suceden realmente los hechos? ¿Usted aparece, o sólo está…?
Ien-El: Fue solamente la querida María Magdalena. Algo que pocas veces se ha explicado es que la querida María tenía un amor personal muy fuerte por mí, incluso de pareja, que yo no podía corresponderlo porque mi amor estaba con Miriam, y es algo que ya he explicado.
Pero la querida María me amaba profundamente; ella fue la primera en llegar y asistir como… bueno, se habla de dos ángeles, pero eran dos seres de Fulgor disfrazados.
Adrián: De humanos.
Ien-El: Sí. Ellos sabían que si tenían un cabello rubio y unos ojos claros iban a ser prácticamente considerados ángeles, además de que refulgían, también. Ellos movieron las rocas con una máquina, y cuando entra y ve que no está, y ella comienza a llorar y a suplicarles y a preguntarles que qué ha pasado, es cuando aparezco yo –no directamente, sino con una proyección holográfica– y le digo que no se acerque, que no me toque.
Ese episodio está completamente explicado, cuando yo le digo: «¿A quién buscas?» y finalmente cuando le llamo por su nombre y me reconoce, dice «¡Maestro!» y yo le digo: «No te acerques, no me toques, porque todavía no fui con el Señor»; y fue cuando le digo que agolpe a todo el mundo y que pronto me dejaré ver ante los discípulos, que los convoque. Y entonces el holograma desapareció.
Es cierto que yo intentaba que no se acercasen demasiado, porque si se acercaran al holograma… hay que ver que el holograma es un holograma perfectamente bien diseñado en 3D y ellos al ver eso se sentían bastante confusos, porque era como semitransparente, digamos.
Y si ellos se hubieran acercado y hubieran puesto la mano, hubieran sentido una… se hubieran sentido extraños, porque hubiesen sentido como si fuera agua mucho más ligera, como aire, como un vacío, como una textura muy, muy, muy fina, que además hubiera emitido un terrible zumbido que los hubiera aterrorizado, y por eso yo siempre insistía en que no se acercasen.
Esa es la explicación de ese episodio.
Adrián: ¿Ese episodio cuándo sucede?
Ien-El: Ese episodio sucede a la mañana siguiente de ya haber sido reanimado.
Adrián: ¿Y la esperaban a María los extraterrestres, sabían que iba a ir?
Ien-El: Si, así es. Hay que decir que ellos se encargaron también de asustar, provocando terremotos en la zona, a los guardias que estaban asentados para custodiar el cuerpo, ya que pensaban que podían sus seguidores hacer desaparecer el cuerpo para fingir una resurrección que los hiciera quedar en muy mal lugar.
Adrián: De acuerdo. ¿Entonces ningún discípulo suyo nunca vio un ser extraterrestre con su forma original?
Ien-El: Con la forma original, no.
Adrián: Hay otro episodio en el que se le aparece usted a dos discípulos que tampoco le reconocen, y al final cena con ellos, y cuando usted parte el pan es cuando lo reconocen. ¿Ese episodio es así?
Ien-El: Sí, ese episodio es cierto.
Adrián: ¿Y ahí se presentó como un holograma?
Ien-El: No, porque comía. Era yo en carne y hueso. Después me teletransportaron y desaparecí, por eso no entraba ni salía por las puertas.
Adrián: De acuerdo, o sea que se mezclaba veces que usted se aparecía con holograma…
Ien-El: Exacto, en ocasiones eran hologramas y en ocasiones era real, y luego me teletransportaban. Por eso dije que no iba a hacer demasiado hincapié en los episodios en los que me presento, porque todos tienen la misma causa y la finalidad siempre es la misma, que es la de que el mensaje se difunda en esa resurrección que ellos querían ver.
Era la manera de difundir, y los seres de otras moradas de Fulgor me ayudaron en esto, entendiendo que tenían que generar que cobrara más fuerza –digamos– el mensaje, entonces me ayudaron con toda su tecnología para que así fuera. Gracias a eso ha perdurado hasta vuestros tiempos y se ha trascendido.
Adrián: ¿Cuántas veces apareció a los discípulos? ¿Fueron 11 o fueron más? ¿Y fue durante esos 40 días que se menciona?
Ien-El: Fueron durante esos 40 días. Fueron algunos más, pero algunos no están escritos. Por ejemplo, el episodio con José de Arimatea es otra cosa y lo ayudé, por ejemplo, a salir.
Adrián: ¿Usted ordenó también a los apóstoles que permanecieran en Jerusalén?
Ien-El: Sí, al principio sí.
Adrián: ¿Y eso por qué fue?
Ien-El: Bueno, porque quería mostrarme ante ellos de distintas formas, y así debía ser en ese momento.
Adrián: Se ha comentado también que hizo alguna aparición usted a gentes de las américas, ¿esto es real o es un mito?
Ien-El: Es un mito.
Adrián: ¿Solo se ha aparecido en esa zona y a sus seguidores, ¿no?
Ien-El: Exacto.
Adrián: ¿Y finalmente qué le llevó a dejar de presentarse?
Ien-El: Tenía que partir hacia Fulgor.
Adrián: ¿Y para ya no volver?
Ien-El: Correcto.
Adrián: ¿El episodio de la ascensión es cierto? ¿Fue en el Monte de los Olivos y vieron sus discípulos a usted ascender en carne hacia, me imagino, una nave extraterrestre?
Ien-El: Correcto. Lo cual todavía hizo ganar más fuerza al mensaje.
Adrián: De acuerdo. Si quiere, ¿puede comentarnos el episodio con los hermanos de Fulgor? Y no sé si durante esos 40 días usted viajó a Fulgor o simplemente se quedó por aquí aprendiendo de ellos y siguió transmitiendo el mensaje.
Ien-El: Seguí transmitiendo el mensaje de esa manera. Y sí estuve de viaje por algunas galaxias con ellos. Ellos me mostraban otros mundos; me explicaban cómo estaba conformado –digamos– la Creación del Padre. Fue algo hermoso descubrir todo eso también. Ellos me contaban sobre el contexto de su mundo, toda la situación. Fue eso, nada más.
Adrián: ¿Con otras galaxias se refiere que lo llevaron a otros planetas, también con vida inteligente, y usted los vio?
Ien-El: Correcto, sí, así es. Pero no me presenté, obviamente.
Adrián: ¿Y podría usted comentar los episodios de su misión en Fulgor V?
Ien-El: Sí, no hay muchísimo que comentar. Fulgor atravesaba una situación muy delicada: se había perdido la fe en lo espiritual, se había convertido en un mundo extremadamente material.
En otros tiempos habían tenido varias religiones y habían tenido un cisma religioso muy grande a raíz de que todas las religiones quisieran usurpar la verdad, lo que generó un clima terrible y una sensación de desamparo para las personas, que todas se volvieron materialistas y ateas.
De tal manera que se perdió la espiritualidad en el mundo: nadie creía absolutamente en nada, todo el mundo iba a la suya, se estaban formando guerras entre territorios y países.
En el momento de llegar yo, yo estaba advertido. A mí me colocaron un potabilizador de aire porque no era capaz de respirar el aire que había en Fulgor, y ya me habían avisado.
Eso me lo implantaron en la tráquea y gracias a eso yo podía respirar, pero ya me habían advertido que el mundo tenía una radiación muy grande y que iba a afectarme físicamente, y que no resistiría mucho tiempo.
Pero era el agradecimiento que yo sentía hacia ellos por haberme permitido que mi mensaje ganara tanta fuerza, lo que me hizo pensar que debía de darles una mano, aunque eso significara morir una segunda vez, de la manera que sucedió.
El tiempo que estuve, yo logré dar todo tipo de mensajes sobre el Reino del Padre. Los mensajes eran muy, muy similares –evidentemente porque era lo que yo conocía y lo que yo sabía– que los que dije en Judea y Galilea.
Allí se había formado una especie de concilio, en el que se hablaba que si lograban traer a un maestro espiritual que estuviera dispuesto a sacrificar su vida, significaría que lo espiritual es real, porque sería la prueba en carne y hueso de que se está dando la vida por el otro; y, ¿qué hay más importante que la vida? –decían ellos–. Nada.
Por lo tanto, la gran diferencia entre que yo lograra cumplir mi misión –que la logré, en Fulgor– y que no la lograra en vuestro mundo. Además, la logré en mucho menos tiempo, porque apenas estuve siete meses, siete meses y veintisiete de vuestros días en Fulgor, y durante ese tiempo convertí a un montón de personas que eran materialistas y ateas hacia el reino espiritual.
Todos ellos comenzaron a creer en mí, el mensaje les caló muy fuerte; y sobre todo el ver cómo yo iba descomponiéndome, cómo iba afectándome físicamente, lo que todavía fortificaba más el mensaje, creo que incluso más que la propia crucifixión.
Al final hice lo mismo en un lado que en el otro, que fue sacrificarme, con la diferencia de que el sacrificio en aquel mundo tuvo su sentido y en vuestro mundo no tuvo su sentido, no logró su cometido. Es cierto que se trascendió el mensaje, pero no es cierto que la gente se convirtiera. Y esa es la historia.
Adrián: Es decir, verlo a usted morir era la única manera que tenía de cambiar a los seres de ese mundo.
Ien-El: Así fue.
Adrián: Si no hubiera muerto probablemente no hubiera sido igual, ¿no?
Ien-El: No. Y a día de hoy, por ejemplo, en su mundo tienen una especie de aristocracia en el que reinan los sabios; se tiene muy en consideración mi figura y los mensajes que enseñé, aunque solamente tuve, como digo, 7 meses y 27 días.
Adrián: ¿Y cómo terminó desencarnando? ¿Cuáles eran los síntomas y cómo terminó? ¿Es como aquí cuando alguien se ve afectado por radiación, parecido?
Ien-El: Cuando se ve afectado por una radiación mucho menor se produce un cáncer y generalmente la persona termina falleciendo. En ese caso concreto no llegó ni siquiera a dar una oportunidad de cáncer, porque el propio cuerpo se iba descomponiendo.
Entonces, era como que iba quemándome la piel, poco a poco me iba deshaciendo en vida; se me deshacían los órganos internos, también. Por supuesto fue mucho dolor, fue mucho dolor… que nadie piense que no sufrí dolor: sufrí mucho dolor, lo que pasa que os cuesta de imaginar.
Adrián: ¿Usted podía tocar y abrazar a los seres de ese mundo o tampoco podía hacer eso?
Ien-El: No, tanto como eso no. Bastante que podía estar en ese mundo.
Adrián: ¿Quiere comentar algo más sobre las enseñanzas que les dejó a los seres de Fulgor?
Ien-El: Son todas las mismas que las que ya os he dejado en estas Semanas Santas anteriores a cada uno de vosotros, queridos hermanos.
Adrián: ¿Y ellos conservaron registros de su ADN?
Ien-El: No, respetaron: hicieron una legislación y se aprobó en un consenso, en un senado, de que lo que yo iba a ser, iba a dejar de ser y que no iba a quedar ningún vestigio mío; que tal cual venía, iba a desaparecer.
Es decir, que nadie podía tomar nada de ADN ni replicar nada, sino que quedara como un espectro que fue, pasé, y dejé de ser. Después me llevaron, el cadáver –lo que quedó de mí– se trasladó de vuelta a Judea donde se enterró –en cualquier sitio, no es relevante eso– y así fue como todo terminó; lo que quedó de mí, porque quedé realmente muy, muy deteriorado.
Adrián: ¿Y a qué edad finalmente desencarna?
Ien-El: Ya te digo, siete meses y 27 días después.
Adrián: ¿Usted tenía 36 años o tenía más?
Ien-El: 36. 36, porque si tú haces una cuenta, si haces una cuenta simple, yo…
Adrián: En el año 30, sí.
Ien-El: Exacto. Yo desencarno a principios de diciembre, o sea, a mitad de diciembre más o menos; casi, casi en vuestra Navidad realmente, ¿no?, me refiero.
Adrián: ¿En ese mundo Fulgor tenía mediumnidad antes de usted, o usted ayudó a que hubiera después mediumnidad?
Ien-El: Exacto, fue lo segundo. Antes de eso no había.
Adrián: ¿O sea que se fijaron en la mediumnidad de usted?
Ien-El: Todo era tecnología, todo era… Más tarde, con el camino espiritual, se comenzó a hablar de un mundo espiritual; y mucho tiempo después, de la misma manera que mucho tiempo después llegaron a los viajes en el tiempo, también mucho tiempo después lograron comenzar a implantar la mediumnidad.
Pero todavía no han logrado decodificadores –digamos– virtuales o decodificadores sintéticos que puedan realizar una canalización fidedigna, como si lo puede realizar un ser ya sea de carbono o ya sea de silicio, selenio.
Adrián: Los ángeles, en su ascensión, supuestamente comentaron que habría una segunda venida de usted; si eso sucedió, pregunto y, ¿qué quería decir, si sucedió?
Ien-El: No, no sucedió, claro.
Adrián: ¿No hubo ese vaticinio de que usted volvería a venir?
Ien-El: Es que no existió eso. Eso se ha mezclado para también atraer. Bueno, pues eso: que la gente viva con cierta esperanza, digamos. Me toman como –todavía– el Mesías, la esperanza; pero yo ya dejé de ser el Mesías hace mucho tiempo.
Hay nuevos Mesías, hay nuevos Mesías en este mundo maravilloso que es Sol III; es maravilloso el mundo, fantástico. Y tenéis personas de mucha luz que quieren iluminar el camino, que están tan preparados como lo estaba yo. No soy el más preparado que ha habido, y está bueno que así sea; se trata de tomar las referencias adecuadas.
Adrián: ¿Por qué no ha vuelto a encarnar usted después de esa vida?
Ien-El: Considero que hago más servicio en el plano que estoy.
Me gustaría corregir una cosa, me gustaría corregir una cosa de una canalización que hubo anteriormente, tiempo atrás.
Tiempo atrás, realicé una entrevista como «Personaje Trascendente» con este querido hermano que tan gentilmente se ha prestado su decodificador y su cuerpo para transmitir todos los mensajes y rescribir todo; y él mismo me canalizó y hubo una cosa que me gustaría corregir que no estuvo bien canalizada, y que tiene que ver con un preconcepto que ya tenía arraigado el querido hermano receptáculo, que ya había –digamos– entendido, interpretado, leído, comprendido mal en otro grupo similar, que tiene que ver con que yo desencarné en el plano 4⁰.
En esa misma canalización se comenta que yo desencarno en el plano 4⁰ y que después me hacen Logos Solar estando en el plano 4⁰, y que también se podía desde el plano 4⁰ –esto no es así– y que tardaría mil años en ascender al plano 5⁰.
Esto no es real, y ahora está preparado el receptáculo para poder corregirse a sí mismo, ya que el error fue suyo y le abrazo con todo mi amor. No fue mío, no es que yo dijera eso y que ahora me desdiga. Fue él que tenía un preconcepto instalado de algo que leyó o entendió mal.
Y lo quiero explicar, y le doy también un fuerte abrazo porque eso significa que está desprovisto de ego, el querido hermano, y es capaz de –sin ningún tapujo, sin ningún rubor, sin ninguna vergüenza– corregir sus propios errores.
Es algo que otras personas que me han canalizado no han sido capaces de hacer, a quienes también abrazo con mi Luz Crística, porque significa que todavía nos queda un camino que recorrer a los más evolucionados, a los menos evolucionados, todos estamos en el camino del aprendizaje, de la luz, del crecimiento.
No es cierto que tardara mil años: yo desencarné en el plano 4 cuando desencarné en la crucifixión; después de mi misión en Fulgor, yo desencarno en un plano 5 subnivel 9. Y me encargan la tarea –una vez desencarno– como Logos.
O sea, el Logos siempre es del plano 5.9 y en mi caso concreto me dieron ese encargo porque había redimido, salvado, no un mundo, sino dos; aunque es cierto que en vuestro mundo no logré al 100% la misión o el cometido.
Pero bueno, la Jerarquía me quiso designar eso, si yo aceptaba; yo acepté. Pero, es decir, en la primera desencarnación yo estaba en el 4 y en la segunda en el 5, no es que tardara mil años o que desencarnara en el 4, y eso lo puedo ahora corregir.
Adrián: ¿Lo hicieron Logos del planeta, o Logos Solar directamente?
Ien-El: No, no, Logos Solar, claro.
Adrián: ¿Directamente de Fulgor, 5.9 y Logos Solar?
Ien-El: Sí, exacto, pero Solar vuestro.
Adrián: Correcto. Hay gente que nos pregunta por el libro de Andreas Faber-Kaiser, «Jesús vivió y murió en Cachemira». ¿Qué hay de cierto en todo eso?
Ien-El: Te lo cuento rápidamente, querido hermano. Yo tuve dos universos alternos: en uno me caso con la querida Miriam, en otro me caso con la querida María Magdalena. Este segundo no es conocido por nadie… perdón, es conocido por muchos, en distintas obras –que, por cierto, tienen mucho más de ficción que de realidad–, pero no es reconocido por mi querido discípulo amado, el querido Juan, encarnado como Johnakan en su rol, también por un preconcepto instalado.
Pero la cosa es que yo llegué a plantearme en algún momento casarme con María Magdalena, aunque yo no la amara como ella me amaba a mí, porque mi corazón estaba con Miriam, la samaritana del Pozo de Jacob. Me lo planteé porque sabía que, si yo me casaba con ella y me iba a vivir a otro lado, yo comenzaría a vivir una vida normal y evitaría de esa manera la crucifixión. No obstante, finalmente no lo hice; fue en un momento en el que ya tenía mucho miedo, porque se acercaban mis últimos momentos.
Por el contrario, el libro del que tú me estás comentando fue escrito con memoria temporal con –digamos–, estoy hablando de universos alternos, en todo caso, pero también hay universos paralelos. También hay un universo paralelo donde vivo con María o con Miriam, y donde –de alguna manera– no soy crucificado.
Como digo, tengo otro universo alterno en el que yo me caso con la querida Miriam. Resulta que yo me niego a ser crucificado, me vuelvo, hay una peste que ha matado al esposo de Miriam, con lo cual lo deja todo para irse conmigo y yo lo dejo todo para irme con ella; y nos marchamos a Cachemira, y vivimos y tenemos hijos. Estamos hablando de un universo alterno en el que yo tengo mucho miedo, y en el mismo momento en el que en un universo alterno me planteo casarme con María, también me planteo huir, irme con Miriam, que era verdaderamente mi amor.
Adrián: ¿En los demás universos paralelos existió también su rol?
Ien-El: Sí, claro que sí. Y, como digo, ese libro fue escrito con memoria temporal muchas de las cosas; hay cosas que son ficticias, hay cosas que no están bien relatadas, reescritas o escritas, y alguna otra que sí.
Adrián: De acuerdo. ¿En esos universos alternos, entonces, no cumple su misión?
Ien-El: No, no la cumplo, porque no trasciendo.
Adrián: ¿Y no se hace Logos, tampoco?
Ien-El: No.
Adrián: ¿En el resto de universos paralelos sí cumple su misión? Habrá alguno que tampoco, me imagino.
Ien-El: No, hay alguno que no. Era más sencillo no cumplirla que cumplirla. De hecho, querido hermano, no sé si la cumplí, porque no logré convertir o convencer ni a la mitad de personas de las que conseguí en Fulgor.
Adrián: ¿Y usted en vida escribió alguna cosa? ¿Dejó algún texto escrito por su puño y letra?
Ien-El: No.
Adrián: No sé si queda tiempo para más preguntas, Maestro.
Ien-El: Puedes realizar alguna u otra, rápidamente, sin extenderse mucho.
Adrián: ¿Los seres de Fulgor V siguen visitando Sol III y esperan que usted reencarne?
Ien-El: No. O sea, lo siguen visitando, sí, de vez en cuando, pero no esperan que reencarne. De todas formas, las preguntas que tengan que ver con Fulgor las puedes realizar mañana sin ningún problema; también va a haber algún ser que lo va a poder responder, para ir al grano.
Adrián: ¿Cómo de alta son las probabilidades de que vuelva usted a encarnar, ahora mismo?
Ien-El: De momento todavía son bajas. Se está planteando que otros seres de la Jerarquía vayan encarnando de a poco. Veremos, es un riesgo muy grande; la Jerarquía entera está cambiando, va a cambiar. Se están preparando cambios también relativos a lo que significan, también, vuestras fichas de ajedrez en vuestro mundo actualmente, pero eso es una historia para otro momento.
Adrián: De acuerdo. ¿De qué mundo sería el ser que se contactó con usted y le habló del Maestro Serapis en vida?
Ien-El: Lo dejamos para otro momento, porque si no me extenderé con eso. Prefiero dejar la canalización porque noto al querido hermano bastante desestabilizado, ya he dado bastantes datos.
Os agradezco, queridos hermanos, que hayáis dado esta posibilidad, estos mensajes de amor.
Adrián: Muchas gracias, Maestro.
Ien-El: Te abrazo, querido hermano. Toda mi Luz Crística para todos.
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Entrada editada por Adrián Tardío