Confucio y Lao-Tse: El Encuentro

Médium: Raúl Caballero

Entidad: Kor-El-Dan, espíritu 100% puro de quien fue Confucio.

Interlocutor: Laura

El thetán de Confucio primero explica la importancia y la relevancia que tiene la figura de Nagarjuna y después relata un encuentro con LaoTse.

 

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Raúl: Vamos a canalizar nuevamente al Maestro Confucio para hacerle unas cuantas preguntitas que tiene Laura agendadas. Empezamos.

Kor-El-Dan: Cuando tiempo después de mi encarnación como K’ung-fu-tzu apareció un maestro que conocéis como Nagarjuna, y estaba de acuerdo en mi filosofía en el sentido de que yo me mezclaba con la gente, él estaba de acuerdo con esto, cuando Nagarjuna explica y comienza con su filosofía, él logra desarrollar algo muy importante como era la teoría del Shuniata o la teoría de la Vacuidad, del Vacío, que es una teoría y una filosofía que todavía hoy en vuestro mundo causa debate, que se ha estado incluso debatiendo durante un milenio en China –Nagarjuna, que nació en la India-, pero él hablaba de la teoría de la Vacuidad, del Shuniata, explicándolo como que cada cosa que existe en el mundo está sujeta a condiciones, por lo tanto todo está condicionado, no tiene naturaleza misma ninguna cosa. Al no tener una naturaleza propia, entiende que las cosas están vacías y que dependen de nuestra interpretación.

El maestro muchas veces lo explicaba con el siguiente ejemplo: el fuego no existe sin la leña, por lo tanto vive sujeto a una condición. No existe por sí solo, es la leña la que hace que exista. La leña de por sí sola tampoco existiría sin el fuego, puesto que perdería su condición de leña y serían trozos de madera comunes. Entonces sólo -las dos cosas- existen en un estado de vacío esperando la otra para comenzar a ser. Este estado que presentaba el Maestro Nagarjuna trataba de disociar el apego del Yo, o trataba de diluir el apego del Yo. Tratar de fluir es tratar de estar menos apegado al Yo, tratar de clasificar menos las cosas. Como el Maestro Nagarjuna explicaba, la palabra, el concepto, la etiqueta la ponemos nosotros, porque las cosas no son, sino que fluyen en un estado de vacío, y sólo son cuando nosotros comenzamos a etiquetarlas. En eso yo no estaba de acuerdo con él. Yo siempre había creído, y siempre había enseñado que todo era necesario de ser clasificado para que la gente lo entienda y para tener un orden lógico en las cosas, porque de la ilógica se forma el caos, y con la lógica se forma el orden. Esa era la discrepancia entre mi filosofía y la filosofía del Maestro Nagarjuna.

Pero el Maestro Nagarjuna decía otra cosa. Decía aparte, de que en un estado de vacío no se sufre, porque en un estado de vacío no hay apego al Yo, por lo tanto no hay sufrimiento porque hay vacío, porque está fuera de emoción, porque la emoción aparece cuando uno deja de ser vacío y comienza a ser, comienza el Yo. También decía otra cosa el Maestro Nagarjuna: decía que la virtud había que sacrificarla, había que sacrificar la Luz, había que sacrificar la Iluminación en pos de la gente que lo necesitaba, en pos del pueblo, y seguramente de no haber sido por Nagarjuna, la religión se hubiera quedado viviendo con los monjes en su monasterio, y nunca se hubiera mezclado con la gente, esa necesidad de mezclarse con los demás. Porque el servicio, la guía, la virtud, está para compartirla, y el servicio es servir de guía a los que no la tienen. Esto es lo que creía Nagarjuna y en esto es en lo que yo estaba de acuerdo con él. Esto era lo que quería explicar.

Laura: Muy bien. Muy importante, y además el mérito de no dejarse llevar y no corromperse también por la sociedad y por todo lo negativo que hay. El Maestro Lao-Tse dijo en una entrevista que le hicimos que tuvo ciertas discrepancias con usted. ¿Nos puede relatar esto?

Kor-El-Dan: Cuando yo cumplí las cinco décadas comencé a ejercer cargos importantes dentro de los magistrados, comencé a tener mis seguidores y comencé a crear el Confucianismo como tal. Incluso llegué a enseñar a nobles, a emperadores, a reyes y a reinas. Me convertí en una persona respetada, muy respetada, todo el mundo me conocía, todo el mundo se postraba ante mí cuando me veían porque yo era el guía, el faro de reyes y gobernantes. Me preocupé mucho de la alimentación de los niños pobres en obras sociales. Me preocupé mucho de las personas indefensas en mal estado, de las personas discapacitadas y enfermas. Establecí un código de moral ético que hablaba de la moral y de la ética. La virtud y la forma en que se difunde la virtud, y la inmoralidad y la forma en que se difunde lo inmoral. Explicaba que los gobernantes inmorales contaminaban el pueblo y que no podían gobernar con inmoralidad, sólo desde lo moral; el gobierno ha de ser siempre moral y justo. En mi filosofía hablaba de que todo tenía un orden moral y justo, un orden casi matemático y lógico. Los hombres superiores, los caballeros, los sabios, eran las personas justas, morales y con virtud que habían logrado vencer la codicia, la avaricia y la ambición. Y esos seres superiores eran, éramos los que teníamos que gobernar, y eran, éramos los que teníamos que enseñar a los demás a cambiar su condición.

Yo creía permanentemente en la gente. Yo creía permanentemente en la gente, creía en sus virtudes, creía en su bondad. Creía en su virtud y creía que podía cambiar sus estados de codicia a sus estados de virtud, lo creía así, y así me mezclé con ellos desde dentro. Creía que las cosas tenían que estar todas clasificadas, porque como dije antes, sino se convierte en caos, y lo clasificado se convierte en orden. Y entonces no todos somos iguales, porque hay seres más justos que otros, y hay seres con mayor bondad y virtud que otros. Esa era mi filosofía, esa era mi idea. Mi idea era esa.

Y al final comencé a sentirme solo, solo comencé a sentirme porque me di cuenta que no era feliz, ¿y yo no era feliz por qué?, yo no era feliz porque otros sí eran felices dependiendo de mí. Y me di cuenta que yo me había convertido en una persona útil, muy útil, seguramente para los demás, pero poco útil para mí mismo. Me sentía vacío, no me sentía pleno y feliz, sentía que los demás estaban bien por mí pero que yo no estaba bien, y no podía recurrir a nadie, no conocía a ningún sabio que pudiera ayudarme, ya que yo era maestro de sabios y de eruditos.

Y en mi propia búsqueda, un día escuché hablar de un sabio que se llamaba Lao-Tse. Este sabio, decían que tenía más de 90 años. De hecho la traducción del nombre Lao-Tse significaría “viejo maestro”, o sea que ni siquiera era su nombre real. Y en la búsqueda, me di cuenta que no sabía nadie nada de Lao-Tse: ni dónde había nacido, ni quiénes eran sus padres, ni cómo había vivido. Ante esa incertidumbre y teniendo en cuenta que yo me cualificaba un caballero porque yo creía que la caballerosidad se tenía que cultivar, que el carácter se tenía que cultivar, el buen carácter, el buen ambiente, el buen humor. La persona que es sabia es respetada, la persona que se comporta con sabiduría es respetada, la persona que es caballerosa es respetada. Yo me desplacé a conocer a este maestro, así fue cuando lo hice. Yo pensaba que se postraría ante mí, como los demás hacían, puesto que yo era una persona respetada, yo era amigo, guía y maestro de reyes y reinas, de emperadores y gobernantes, y pensaba que el Maestro sería un gran caballero. Más cuando llegué encontré a un anciano sentado. Lo miro, enseguida noté que había algo diferente en él, pero me ignoró, no me dirigió la palabra. Y yo pensé: “¿pero qué clase de maestro es este? No se levanta para saludarme, no me ofrece un asiento”. Así fue como se lo dije:

–¿Pero qué clase de maestro es usted, dónde está su caballerosidad? ¿Dónde está el caballero, dónde está el maestro? ¿Dónde está la virtud de carácter, la persona que es honorable? ¿Dónde quedan los modales, el respeto, la educación?

Y él me contestó:

–Si quiere quedarse de pie, quédese de pie. Si quiere sentarse, siéntese. Es libre. Es su vida. Y yo no interfiero en su vida.

En ese momento me quedé perplejo, perplejo me quedé. Así que me senté y le comenté:

–¿Qué opina del hombre superior, del caballero? ¿Qué opina poniéndole a prueba por su auténtica falta de caballerosidad?

Si él no era un caballero, él no era un maestro. Así qué le dije qué opinaba del hombre superior y de la caballerosidad, de lo honorable. Lao-Tse me contestó:

–¿Qué es eso del hombre superior? No existe el hombre superior. Hasta donde yo he conocido, no he conocido nunca hombres superiores. Porque ningún hombre es superior a otro y ningún hombre es inferior a otro, porque todos son hombres, y todos obedecen a su mismo fin, a su misma naturaleza, al igual que los árboles son árboles y los animales son animales. No tiene sentido el más y no tiene sentido el menos, todos confluyen en su mismo ser. Son tonterías, lo que me estás diciendo son tonterías y no tienen ningún tipo de sentido. Deja de preocuparte por aparentar, deja de preocuparte por tus modales, y empieza a preocuparte por fluir, por ser. Y deja de preocuparte y comienza a ser uno con la naturaleza. Empieza a fluir y empieza a sentirte.

–¿Entonces qué opina del hombre moral y del hombre inmoral? –le pregunté yo. Entonces se rió a carcajadas y me dijo:

–No seas tonto, no existe lo moral ni lo inmoral, todo es lo mismo. Sólo una persona inmoral hablaría de moralidad. Igual que con el carácter: sólo aquella persona que no tiene carácter se preocupa por el carácter. El que tiene carácter no piensa en el carácter. El que es moral no piensa en lo moral, no habla de lo moral. Habla de lo moral el que es inmoral.

Me volví a quedar perplejo. Entonces me dijo:

–La vida es paradoja. Y como la vida es paradójica acepta las paradojas, y sé uno con las paradojas. Conviértete en paradójico porque la vida es paradójica. Trágate todas las paradojas y digiérelas. Digiere todo: cuando estés bien y cuando estés mal, el sufrimiento y la bondad. Todo. No seas tacaño en tus elecciones, no seas tacaño en tus elecciones, asúmelo todo. No asumas solo lo bueno. Asume lo bueno y asume lo malo, y fluye fuera de toda emoción. Sólo así quedarás libre de tu propio ser. Sólo así fluirás con la naturaleza. Sé uno con el Tao, el Tao es la naturaleza, y sólo así se confluye con el ser. Sólo se preocupa el que no es puro. La caballerosidad es una tontería, es una auténtica tontería. Deja de preocuparte por tus modales, la persona que es libre se comporta naturalmente. Y nunca forzadamente de acuerdo a unos intereses, sino que fluye naturalmente. Compórtate de forma natural, como persona que eres, y asúmelo todo de forma natural. El que intenta tener buenos modales porque intenta agradar a la sociedad, no es puro. Es puro quien se comporta de forma natural, sin intentar agradar, ni no agradar, sin intentar cambiar nada. Porque yo te digo: sepárate de tu vida rodeada de los desmedidamente ambiciosos, sepárate de esa vida rodeada de corruptos, pues no te hace ningún bien; y cuídate de destacar los defectos de los gobernantes, cuídate de destacar los defectos de los corruptos, porque ellos no te van a perdonar si hablas mal de ellos.

Lao-Tse no creía en la moralidad de la gente, en que la gente pudiera cambiar. Creía que la sociedad era suficientemente corrupta e incambiable que no merecía la pena hacer el esfuerzo, así que él no se mezclaba, era una persona solitaria. Yo creía en poder cambiar las cosas desde dentro, y en eso discrepábamos completamente. Él creía en el poder de la naturaleza, en ser natural; en aceptar todo, tanto el bien como el mal como propio, como una forma de vivir, y no sufrir por el mal porque se acepta de forma natural. Desde luego que yo salí del encuentro asustado, nervioso, como no me habían visto nunca mis discípulos. Estaban esperando bajo un árbol, y cuando me ven tan nervioso… estaba acostumbrado a verme con reyes, con emperadores y nunca había estado tan nervioso: –¡¿Qué le sucede, Maestro?!

Estuve tres días sin hablar del tema, hasta que les dije, tras meditarlo mucho:

–Ese hombre es peligroso. He podido ver aves que vuelan a miles de millas cerca de la tierra; he podido escuchar sobre bestias marinas que nadan y sé cómo nadan; he visto pájaros que vuelan a grandes velocidades y sé que cómo vuelan; he podido ver cómo se desplazan los tigres por tierra y sé cómo caminan; pero ese hombre… ese hombre es como un dragón volador: impredecible. No sé cómo piensa, no sé cómo vuela. No sé cómo lo hace, pero vive. No sé nada sobre él, sólo sé que es peligroso. Es una persona que cree en una vida solitaria, cree en el individualismo. No cree en mezclarse con la gente. Es un hombre que es impredecible. Si oís hablar de Lao-Tse huid de él, separaos de él, es peligroso, es peligroso. Es peligroso e impredecible. Porque no cree en nada que no sea la naturaleza, no cree en la condición humana, no cree en el cambio.

Laura: ¿Cómo se encuentra?

Kor-El-Dan: Bien, es un episodio importante.

Laura: Sí. ¿Coincidió alguna vez más con Lao-Tse?

Kor-El-Dan: Tuve suficiente con ese encuentro. Seguramente no coincidíamos en la forma de pensar. Eso es todo, y creo que he dejado muchísima información.

Laura: Sí, muchísimas gracias.

Kor-El-Dan: Hasta todo momento.

Laura: Hasta todo momento.

 


ENLACES RELACIONADOS:

Confucio: https://tetra-el.org/mediumnidad/personajes-trascendentes/confucio/

Lao-Tse: https://tetra-el.org/mediumnidad/personajes-trascendentes/lao-tse/

 

Sobre Raúl Caballero 552 artículos
Especialista en Psicología Transpersonal y Psicoterapeuta Cognitivo Conductual. Más de 15 años de experiencia en el campo de la mente humana y en el campo esotérico y la mediumnidad.