13/03/2019
De: Raúl Caballero
Se habló de la soberbia, de cómo la baja autoestima de uno te hace pensar constantemente en sí mismo. Se dan varias claves para identificar este rol y cómo integrarlo.
Siempre dije que la soberbia aparece por un rol del ego de baja autoestima. Bien, vamos a darle la vuelta: ¿Y si decimos ahora que es al revés? ¿Y si decimos ahora que el rol del ego de baja autoestima aparece porque tenemos el ego subido, porque tenemos un cúmulo de roles del ego? Y entonces os preguntaréis: ¿Por qué al revés, qué sentido tiene esto, a dónde quieres ir?
Me voy a explicar. En el momento en que una persona se siente menos, se siente inferior, se siente menos porque protagoniza en todas las facetas de su vida. Protagonizar quiere decir pensar en uno, permanentemente pensar en uno: ¿Por qué piensas permanentemente en ti? ¿Por qué piensas que no vas a poder lograr este éxito? ¿Por qué piensas que nadie te va a mirar? ¿Por qué piensas que todo el mundo te va tratar mal? ¿Por qué piensas que todo el mundo te va a ignorar? ¿Por qué piensas en ti mismo permanentemente? Yo, yo, yo yo. Por una sobreestima. Por una sobre-estima, por un acto de necesidad. La persona piensa en sí misma como un acto de supervivencia. Ocurre que la persona que piensa en sí misma permanentemente no se conoce a sí misma, en ningún caso se conoce a sí misma, porque no es capaz de mirarse al espejo. ¿Qué quiere decir esto, que si nos miramos al espejo vamos a ver una persona única, una persona valiosa, una persona diferente? nada de todo eso, nada de todo eso. Si te miras al espejo vas a ver que eres una persona más. Y el ser una persona más, una persona corriente, una persona común, es la RE-A-LI-DAD. Otra cosa es que desde nuestra mente reactiva queramos fantasear con ser el mejor, con ser el peor, con obtener el éxito que nadie consigue, con que todos nos miren. Pero eso es un rol del ego. La persona con baja autoestima como se te ocurra decirle que es único o que es especial o qué se yo, seguramente vas a tener un problema con el rol del ego de la otra persona, porque estás agrandando su ya agrandando ego, estás agrandando su ya agrandado ego.
¿Por qué digo esto? Digo esto por lo que dije al inicio, porque la persona está ya pensando permanentemente en sí misma. Tiene que darse cuenta de cómo es la realidad, de cómo es la cruda -o no- realidad. Y en la realidad todos somos pequeñas motas de polvo, todos somos pequeñas hormigas. Pequeñas hormigas, absolutamente todos y cada uno de nosotros: el que obtiene el éxito, el que no; el que tiene la fama, el que no. Todos somos pequeñas hormigas, pequeñísimas hormigas somos.
Entonces, ¿por qué queremos destacar? Vendrá un terapeuta y dirá “quiere destacar porque no tiene autoestima” ¡No! Nada de todo eso: quiere destacar porque tiene el ego muy subido, y está permanentemente visualizando las cosas desde su prisma, desde el prisma del ego, desde el prima del yo, desde el prisma del uno. Y se olvida por completo de ver las cosas desde el prisma de la objetividad, ob-je-ti-vi-dad, impersonalidad. Y realmente, viéndonos desde afuera somos uno más. Pero la persona está permanentemente pensando “no valgo nada, no obtuve nada, nadie me mira, nadie me hace caso, todos me maltratan, todos me amenazan, todos me golpean, todos están contra mí”. Es una fantasía de la persona. La persona con su mente reactiva FAN-TA-SE-A todas esas situaciones. Y de repente uno que lo critica, y en su mente reactiva todo lo exagera: de repente ya lo criticaron 20, le golpearon 5 más, lo maltrataron 17, y así vamos, así vamos. Entonces la mente reactiva tiene como costumbre siempre E-XA-GE-RAR. Exagera todo, absolutamente todo.
Entonces volvemos al inicio: si la persona está permanentemente pensando en sí misma “no valgo, no me miran” es porque quiere valer, porque quiere que la miren, porque quiere que «a mí, A MÍ», no al otro, «A MÍ», busca reconocimiento, busca reconocimiento. La persona con baja autoestima no está buscando integrarse. Nunca. Lo que busca es que le suban el ego. Y el ego ya está lo suficientemente subido porque está pensando todo el día en sí mismo. Y de repente le volvemos a subir el ego: “no, pero mírate, pero eres muy bueno…” ¡La persona se va subiendo, el ego se sigue subiendo! Y el ego ya estaba bastante subido, después todavía va a protagonizar más, todavía más, TODAVÍA MÁS desde el rol de víctima que le dio la oportunidad de crecer su ego. ¿Y entonces, qué? Entonces desde la soberbia lo que hacemos es utilizar el rol de víctima para que sigan palmeándonos. ¿Por qué? Porque el ego necesita de la aprobación de los demás, porque el ego necesita del halago. El ego es presa del halago permanentemente, el ego es presa del halago.
Y al ego lo que no le gusta es que lo critiquen, entonces al ego lo que no le gusta es que le digan las VER-DA-DES. Al ego no le gusta que le digan “eres insignificante, eres insignificante, eres uno más”. No le gusta eso que se lo digan al ego, no le gustan las verdades al ego. Le gusta que le mientan, que lo mientan y le digan “eres único, eres especial, eres el mejor”. ESO es lo que le gusta al ego, le gusta que lo mientan permanentemente. La mentira le gusta. Le gusta escucharse, le gusta que lo escuchen: YO, YO, YO, YO, ¡Agrándame mi ego, por favor! Y si vas y le dices la verdad, se ofende, se ofende: “no, pero claro, me estás diciendo que soy uno más, ya te lo decía yo que no valía nada, que no soy nadie, que soy uno del montón”. Y sigue, y sigue y sigue protagonizando desde el rol de víctima.
Está bien, está perfecto, cambiemos la actitud. Porque el problema de este tipo de rol del ego, el problema del rol del ego en general, y el problema del rol del ego de baja estima, y los problemas de autoestima, tienen que ver directamente con eso, tienen que ver con un cambio de AC-TI-TUD. Tienen que ver con la actitud. Y si con tu actitud ya piensas que la siguiente vez te van a agarrar y te van a maltratar, seguramente así sea, porque la gente, la sociedad, las personas OL-FA-TEAN, HUE-LEN la baja autoestima, la HUELEN, la OLFATEAN. La olfatean, y desde el ego de los demás la intentan aprovechar para hundir al otro para escalar uno. Entonces se olfatea la baja autoestima, la olfatea la gente. La inseguridad la olfatea.
¿Y entonces, cuál es la clave? Ni arriba, ni abajo. Comprender la realidad tal cual somos: somos una persona más. ¿Podemos lograr las cosas? Sí, si nos lo proponemos. ¿Todas? No, las que estén a nuestro alcance. ¿Las que estén a nuestro alcance para qué? Para conforme a nuestras habilidades. ¿Cuáles son mis habilidades? Busquémonos dentro de nosotros mismos, conozcámonos, la respuesta la tenemos nosotros pero todavía no la encontramos. No, todavía no. En 40, 50, 60 años de nuestra vida todavía no hemos encontrado la respuesta. ¿Algún día la encontraremos? Depende de vosotros amigos, depende de vosotros.
Gracias por escucharme.