22/04/2019
Médium: Raúl Caballero y Adara
Entidad: Ien-El (espíritu 100% puro de quien encarnó como Jesús de Nazaret, Jesús o Jesucristo) y Johnakan Ur-El (90% o thetán de quien cumplió el rol como Juan el Apóstol).
Interlocutor: Laura
Canalización dual donde los dos Maestros, cada uno canalizado a través de un médium, dialogan entre ellos.
Raúl: Canalización doble. Voy a incorporar al Maestro Jesús Ien-El. Adara incorporará a Johnakan-Ur-El, de alguna manera servirá como diálogo y servirá también para apuntillar la Semana Santa. Comenzamos.
Ien-El: Hermanos, hermana, estoy aquí comunicándome, enviando luz, conciliación, amor. Sólo quiero que sintáis el respaldo y le doy la bienvenida a mi querido discípulo amado, que tanto a mí, que tanto admiré y que tanto amo y admiro.
Johnakan-Ur-EL: Hola a todos. Un gusto. Un gusto estar aquí y sobre todo compartirlo contigo.
Ien-El: Gracias, gracias, gracias, querido maestro, por haber venido. Gracias, querido hermano.
Johnakan-Ur-EL: Reviviendo ahora con palabras de estos 10 porcientos. Lo que en un día vivimos en nuestras carnes.
Ien-El: Es hermoso, es hermoso eso, es hermoso. Conceptúo, conceptúo que los tiempos cambian, pero hay cosas que perduran y siempre habrá querido hermano, siempre habrá nuevos maestros, los nuevos discípulos y los discípulos de hoy serán los maestros del mañana. ¿Recuerdas, querido hermano? Cuando esto te lo comenté a la orilla del río un día cuando te dije:
-Querido Juan, un día tú como discípulo vas a ser un nuevo maestro. Ese día llegará hoy, mañana o en otros tiempos, y para entonces tú difundirás mi palabra.
Johnakan-Ur-EL: Sí, lo recuerdo perfectamente. Y fíjate que luego, cuando desencarnamos y hablamos en el plano supra físico, incluso me lamento por no haber entendido muchas veces tu mensaje. Ese mensaje que me diste a orillas del río.
Ien-El: Sí, sí, sí.
Johnakan-Ur-EL: Lo tomé. Porque yo luego, luego de coger ese mensaje, lo tomé y lo llevé conmigo. Pero, aun así, creo que no logré entender la magnitud del mensaje. Aunque ese mensaje estaba lleno de amor para que yo encontrara mi camino, aunque luego no tuviera tu presencia en un futuro.
Ien-El: Yo sé, querido Juan, que hoy eres un gran maestro a mi nivel, que eres un espíritu respetado por muchos. Míralos a ellos, cómo te miran, cómo te escuchan, cómo están contigo, míralos, te admiran de verdad, así como admiraron mi palabra. Y por eso estoy tan orgulloso de ti. Fíjate cómo estás encarnado con un 10% cumpliendo misión y fíjate cuánto te admiran. Entonces, en aquel momento, en aquel momento, muchas veces no lo comprendiste. Muchas veces eras tan ansioso, propio de la edad. Eras tan joven, tan joven, tan ansioso, que buscabas muchas veces el reconocimiento.
Y yo te decía:
-Querido Juan, el reconocimiento no tiene que venir de terceros. El reconocimiento viene del propio Padre y te ama en todas tus cualidades.
Johnakan-Ur-EL: No me imagino qué hubiera hecho sin esa mano en la espalda tuya, con ese mensaje. Porque yo muchas veces buscaba tu aprobación. Muchas veces llegué a hacer actos solo para buscar tu aprobación, en vez del servicio puro.
Ien-El: Y yo lo entiendo, lo entiendo, lo entiendo que así sea, querido Juan, pero como ya te lo comentaba, mi aprobación es sólo la aprobación de una persona que hoy es tu maestro. Es verdad, pero es sólo la aprobación de una persona. Pero lo comprendo, lo comprendo y es lógico. Es lógico tener esa necesidad de aprobación de un Maestro. Lo comprendo.
Johnakan-Ur-EL: Y venía dada por la admiración que sentía por ti. De alguna manera, el verte superior. Quería tenerte conmigo siempre.
Ien-El: La admiración es lógica, es lógica. Querido Juan, yo también te admiraba. Toda una vida entera admiraba tu manera de aprender, tu interés, tu interés en intentar comprenderme, en intentar comprenderme… Y eso para mí era algo especial, porque tú lo sabes, querido Juan, te lo he confesado muchas veces, mi querido hermano, mi querido discípulo, te lo he comentado muchas veces cómo sufría porque los otros hermanos no lo comprendieran, porque tus otros hermanos no lo comprendieran, porque yo decía que era el Hijo del Padre, el Hijo del Hombre. Ahora me río. Tú siempre comentabas eso de mí, tu siempre comentabas eso del Hijo del Hombre para referirte a mí. Y es que no me comprendían los demás cuando yo decía que era el hijo de todos, que yo era el Padre. La gente no me creía. Los discípulos, tus hermanos. Mis hermanos no me comprendían. Y tú lo sabes, querido Juan. Cuántas veces te he llorado, por eso me has visto humano.
Johnakan-Ur-EL: Yo muchas veces te miraba y me ponía pensativo e intentaba mirar en mis adentros. E intentar profundizar en mí para lograr entender. Para lograr entenderte, la trascendencia de tus palabras… Yo realmente tenía… tenía una preocupación por querer entenderte, porque sentía que nadie lo hacía. Y de alguna manera quería… quería ser el único o de las pocas personas que pudieran llegar a entenderte algún día.
Ien-El: Hermano, hermano, hermano, hermano. Tú sabes, cuando me hablabas de la admiración hacia mí y yo te decía:
-Mira las estrellas. A mí no me debes admirar. Debes admirarla a ellas. Debes admirar al Padre. El padre está dentro de ti también.
Esas palabras en ese momento no las comprendiste y hoy tú 10% y tú mismo las enseñáis al mundo. Por eso estoy tan orgulloso.
Johnakan-Ur-EL: Las estrellas son los hijos de EÓN. Y el servicio que hay que prestarles. A todas y cada una de las estrellas.
Ien-El: Cada una brilla de distinta manera, cada uno de nosotros tenemos ese brillo. Cada una de las estrellas es uno de nosotros.
Johnakan-Ur-EL: Es único.
Ien-El: Así es.
Johnakan-Ur-EL: El servicio, como comenta Padre, es entender los puntos altos y bajos que emiten las estrellas.
Ien-El: Y eso sería dar servicio. Eso sería el servicio. El servicio al prójimo de una manera figurativa tenía que hablar en esa vida. Mas no todos estaban preparados para comprender.
Johnakan-Ur-EL: Así se entendía mejor el mensaje.
Ien-El: Seguramente, y seguramente no todos lo comprendieron, como hoy el mensaje de este querido receptáculo, este hermano, no es comprendido por todos, y está bien que así sea. Está bien que así sea, porque todo el mundo tiene tiempos evolutivos distintos.
Johnakan-Ur-EL: Sí, así es. Y este hermano también tiene tiene una luz que intenta siempre estar encendida para los demás. Pero tenemos que entender que también pueda apagarse. Pero su servicio y su luz están por encima.
Ien-El: Ay, querido Juan. No puedo decir que te añoré, porque tal vez la añoranza sea un rol del ego, pero de alguna manera los recuerdo con cariño. Cuando tendí mi mano, te toqué la cabeza y te dije:
-Querido discípulo, querido Juan. Yo estoy dentro de ti. El Padre vive dentro de ti también. De ti depende levantarte y hacer obra en nuestro nombre.
Johnakan-Ur-EL: Como siempre, tus palabras levantan. Y yo también añoro. Pero me queda el recuerdo de esa vida. Porque en el plano supra físico. Cuando quiera contacto. Pero ahí a veces era tan difícil.
Ien-El: Sí lo era.
Johnakan-Ur-EL: Mirarnos entre todos nosotros. Tal y como tú lo hacías. Era difícil mirar de la manera que tú hacías en la que tú lo hacías.
Ien-El: Te amo, te amo impersonalmente, te admiro, querido maestro, porque hoy ya no eres solo mi alumno amado, sino un gran maestro. Nunca he amado tanto impersonalmente a nadie. Te amo, te amo de verdad y te admiro. Y ahora, como en aquella encarnación, puedes volver a sentirme y puedes volver a sentir esa mano en tu espalda apoyándote. Gracias por estar aquí y por haberme permitido expresarme. Gracias, querido maestro.
Johnakan-Ur-EL: Gracias.