Arresto, Juicio y Crucifixión de Jesús

Juicio y Crucifixión de Jesús de Nazaret

Se realizaron tres sesiones telepáticas con el Maestro Jésus (Ien-El, espíritu 100% puro) sobre los juicios y su trágico final en la cruz. Como canalizador: el Maestro Raúl Caballero, médium oficial y director de Tetra-El. Domingo 17 de abril de 2022.

 

SESIONES EN AUDIO

 

Parte I (17/4/2023)

Médium: Raúl Caballero

Entidad: Maestro Jesús (Ien-El) 

Interlocutor: Laura Castelló y Adrián Tardío 

El Maestro Jesús explica todo los episodios acontecidos desde su arresto hasta su crucifixión, descargando todos sus engramas.

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Parte II

Mensaje y preguntas finales de despedida de la Semana Santa 2022. Comenta la veracidad de la película La Pasión de Cristo de Mel Gibson y del Santo Sudario de Turín o Sábana Santa.

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Parte III (21/04/2022)

Se presenta de nuevo el Maestro Ien-El para aclarar algunos detalles referentes al misterio de la crucifixión.

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VIDEOPROGRAMA COMPLETO

 


 

SESIÓN EXTRA

 


 

Transcripciones

 

Parte I: El Arresto, el Juicio y la Crucifixión

 

Raúl: Vamos a hacer esta sesión con el Maestro Ien-El (el Maestro Jesús) para relatar la Pasión de Jesús.

Laura: Así es.

Raúl: Con Laura y con Adrián. ¡Vamos a ello!

Maestro Jesús: Queridos hermanos… Llegó el momento en que, abrazado con el querido Juan, yo le decía a mi discípulo amado:

–Por favor Juan, tú no te desvíes del Camino. Hay muy pocas personas que han podido comprender mi Palabra. Continúa con mi Misión. Sigue mis pasos, sigue adelante. Tienes una enorme misión por delante.

Seguramente fueron las últimas palabras, las últimas enseñanzas, hacia cualquier discípulo mío.

Después, escucho… Estaba aterrorizado. Escucho que llegan los del Sanedrín. Llega Judas también. No es cierto que hubiera en ningún momento soldados romanos. Y no hubo ningún tipo de orden de parte del prefecto.

Fue únicamente el Sanedrín quien vino a por mí. El Sanedrín tenía el poder de ajusticiar a cualquier rebelde. Lo que no podía era realizar pena de muerte, algo que solo podía el prefecto romano.

Después de la señalización de Judas –quien me vendió a cambio de unas monedas, de unos denares– y después de detener al querido Pedro cuando se lanzó a defenderme en el episodio que es considerado como mi último milagro, pero que realmente no hubo tal…

Simplemente ayudé con mi energía Crística a cicatrizar una pequeña herida en una oreja de mi enemigo -que en realidad era mi hermano-. Después de ese episodio, yo le digo:

–Quien espada empuñe, por espada morirá.

Y le señalicé a Pedro que dejara la espada. Él siempre había sido la segunda persona más violenta que me acompañó y esto vuestros escritos no lo demuestran. Después de Judas era el que más esperaba que yo me rebelara. El que más.

Después de eso, acepto mi destino y… realmente son las dos cosas las que suceden: Yo me identifico y también lo hace el propio Judas Iscariote.

Adrián: ¿Cómo se sintió en ese momento en el que Judas le dio el beso y comprobó usted que le había traicionado?

Maestro Jesús: ¿Cómo puede vender así al Hijo del Hombre?

Eso le dije y eso pensé. Me sentí decepcionado, aunque yo ya lo sabía. Tal vez había una ligera esperanza en mi interior, un ligero… no sé si rol del ego, en que no se atreviera a hacerlo. Pero lo hizo.

Después, el resto de la historia de Judas ya la conocemos… (suspiro). Así que admito, acepto ir con ellos, no sin antes encadenarme a mí. Me encadenan. Antes de eso, me encadenan.

Adrián: ¿Y los discípulos huyen? ¿O qué paso con los discípulos a partir de ese momento?

Maestro Jesús: Simplemente observan cómo me encadenan y se me llevan. Y nada más que eso. Cómo digo, hasta el querido Pedro –que más tarde me negaría– quiso defenderme en ese momento.

Laura: ¿Se lo esperaban los demás?

Maestro Jesús: Que se esperaban, ¿qué?

Laura: Que se lo llevasen.

Maestro Jesús: Ya lo habíamos hablado y ya me había despedido de ellos. Ellos sabían lo que iba a suceder si no huíamos. Así que me encadenaron y fui con ellos.

Adrián: ¿Después los discípulos le siguen en su arresto o quedan en otro lugar?

Maestro Jesús: Ellos siguen el camino hasta Jerusalén y simplemente observan acontecimientos, se camuflan entre la multitud. No intentan dar ningún tipo de problema al enemigo, por decirlo de alguna manera. Sí es cierto que hay una conversación con el querido Pedro en la que él me comenta:

–A donde vaya yo lo seguiré, Maestro. Aunque sea a la muerte.

Y yo le dije:

–No, Pedro. Antes de que cante el gallo me habrás negado tres veces.

Eso que comento es cierto. No es que yo estuviera intuyendo nada, simplemente lo conocía. Conocía a mis discípulos mejor que ellos se conocían a sí mismos. Al final, había pasado mucho tiempo con cada uno de ellos.

Yo sabía que Pedro era uno de los que no entendían mis enseñanzas. No entendía la palabra del Padre. Uno de los que a veces, sin querer hacerlo, me discutía. Yo sabía que sus intenciones eran nobles, pero no lo podía juzgar tampoco.

Como espíritu puro, tampoco puedo hacerlo. Me pongo en su lugar y comprendo que tuviera miedo, que él tuviera miedo de ser aprehendido también. Él tenía miedo de sufrir, de que lo apresaran, de sufrir lo mismo que yo. Y por eso me negó.

Yo sabía que me iba a negar porque sabía que no estaba preparado, que no había comprendido mis enseñanzas realmente; que no era capaz de seguirme hasta allá donde iba. Tal cual yo ya dije: “Allá donde voy, no me podéis seguir”.

Fuera como fuera, no me negó tres veces: Me llegó a negar hasta seis veces el querido Pedro. Me llegó a negar hasta seis veces. No tres. Seis veces me negó.

Adrián: ¿Cómo se sintió usted al ver que le negaba?

Maestro Jesús: Lo comprendí, querido hermano. Lo comprendí. Como digo, ya sabía lo que iba a suceder y me puse en su lugar. Y le quisieron interrogar también:

–Tú eres de los que vas con Jesús, tú eres de los que vas con el nazareno.

Y le quisieron interrogar y él decía:

–¡No! ¡No lo conozco de nada! ¡No sé nada de ese hombre! ¡No tengo nada que ver con él!

Fueron seis veces, no tres. Fueron seis, esa misma noche de mi juicio.

Laura: ¿Cómo se sintió usted al comprobar que le negó el que era su discípulo o que lo conocía?

Maestro Jesús: Como digo, ya me lo esperaba. Ya lo conocía bien.

Adrián: ¿Y es cierto que usted se refirió a Pedro como que “sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”? ¿Eso lo dijo usted, refiriéndose a Pedro?

Maestro Jesús: Se ha malinterpretado. Sí lo dije, pero no refiriéndome únicamente a él, sino refiriéndome a mis discípulos: «Ellos construirán la Nueva Iglesia». Me refería a que ellos construirán mis enseñanzas, aquellos difundirán mis enseñanzas.

Yo sabía que ellos iban a ser perseguidos, y también les dije. Yo estaba convencido de que ellos iban a hacer todo lo que pudieran –cuando finalmente se separaran– de por lo menos predicar con la Obra.

Es decir: Amarse los unos a los otros, No Juzgar, Difundir la Palabra del Padre, el Amor. Y estaba absolutamente convencido de que ellos lo iban a hacer. No tuve en ningún momento ninguna duda de que ellos lo iban a hacer.

Y así fue. Así fue. Me negaran o no me negaran, ellos trataron de continuar con mi filosofía después. Y en eso me siento con sano orgullo. Unos lo hicieron mejor, otros hicieron lo que pudieron. Alguno se desvío un poco.

Tuvieron contratiempos (algunos por miedo). Pero, honestamente, creo que no podían hacer mucho más en eso en esa época, en esos momentos, en esos tiempos…

Adrián: Gracias, Maestro. ¿Puede relatar lo que sucedió a continuación en el arresto?

Maestro Jesús: Me llevaron a ver a… En primer lugar, no fui directo -digamos- al Sanedrín. Primero me llevaron a ver a Anás, que generalmente es lo que se hacía con los arrestos. Primero pasaban por Anás antes de llegar a Caifás.

Anás no tuvo ningún tipo de reparo conmigo. Su gente -que le acompañaba-, me golpearon y él también. Me gritó. Me dijo que iba a morir de la manera más atroz, que iba a morir en la cruz. Me amenazó. Yo le respondí a Anás:

–Lo que tenga que ser, será. Mas la Palabra de mi Padre no podrás silenciar.

Después acontecieron varios episodios de golpes y me llevaron ante Caifás.

Laura: ¿Por qué tenían tanto odio? ¿Tanto miedo tenían sobre su Palabra?

Maestro Jesús: Ellos pensaban que yo iba a generar una revolución, que yo iba a alzar en armas al pueblo contra ellos. Eso pensaban, eso pensaban. Tenían miedo de eso.

De repente… yo los comprendo, porque al final, cuando el miedo se apodera de ti, es muy difícil superar eso. Y entiendo que para ellos era una defensa.

Me pongo en su lugar, y los amo y los comprendo, no guardo ningún rencor al respecto.

Cuando me llevan con Caifás, Anás insiste en que soy culpable, en que se tienen que deshacer de mí, en que voy a generar una revuelta, en que me autoproclamo rey de los judíos…

Entonces, Caifás me dice… Porque Caifás al principio intentó… Anás fue el que más insistió, pero Caifás también. Querían falsear el juicio, encontrar un motivo. Trajeron a gente a testificar contra mí. Nadie quiso testificar contra mí.

La gente decía: «Es un buen hombre»; «yo le he visto ayudar a la gente»; «solo ha predicado con la Palabra del Padre».

Y los callaban, y los sacaban del templo a ellos. Y alguno decía:

–Yo le he visto hacer milagros.

–¡Eso es Blasfemia! –Decían–. Utiliza al Demonio para quitar demonios. Utiliza al Demonio para, con su magia, curar a la gente. ¡Es un hereje!

Me preguntó Caifás si yo era rey de los judíos. A lo que yo le respondí:

–Eso lo dices tú, no yo. Si tú lo dices, así será.

Entonces fue el episodio en que Caifás me condena delante de todos:

–Lo dice él mismo –dice–. Él mismo se ha autoproclamado rey de los judíos.

Y me empiezan a golpear y me llevan encadenado a ver al prefecto, a ver a Poncio Pilato. Ellos tenían prisa por hacer el juicio porque los juicios solo los hacían por la mañana los romanos. Así que en cuanto salió el Sol, me llevaron. No fue un juicio tan rápido, ya que estuvo hasta que salió el Sol.

Os digo la verdad: No tenía tanto miedo. Pensaba en que se estaban condenando a ellos mismos; pensaba en la gente a la que estaba abandonando; pensaba en mi madre, pensaba en mis discípulos; pensaba en todos ellos y en la gente que necesitaba un guía.

Pensaba: “Dios, no te separes de ellos y por favor tampoco te separes de mí, Padre. Sabes que tengo miedo, sabes que el cuerpo sufre. Por favor, Señor, no te separes de mí tampoco”.

Llego hasta el palacio de Poncio Pilato. Él pregunta :

-¿Qué ocurre?

Dicen que traen un prisionero. Entonces él dice que no quiere tener nada que ver. Que me ajusticien ellos. Pero Caifás le dice:

–Solo tú puedes. Solo tú tienes poder sobre la pena de muerte.

–¿Y por qué queréis que lo mate? ¿Qué ha hecho?

–¡Es un hereje! Y se autoproclama rey de los judíos.

–¿Y qué quieres que haga con él?

–¡Crucifícalo!

Estaba todo el pueblo, mucha gente detrás. Todos aquellos que me aclamaban de repente se alegraban si me crucificaban. Entonces, Pilato pidió que me acercaran para interrogarme. Estuve dialogando con él en su palacio. Había algunos guardias, pero no demasiados. Allí dentro él me preguntaba:

–¿Qué has hecho para que quieran una pena tan gorda? ¿Qué has hecho? ¿Ahora qué has hecho? ¿Qué pasa ahora? ¿Cómo lo solucionamos? ¿Qué has hecho? Cuéntame.

Yo le dije:

–Solo predico la verdad. Solo predico la Palabra del Padre.

Entonces fue cuando se enteró que yo era galileo. Dijo delante de todo el pueblo que no había detectado más que inocencia en mí y ningún crimen; y ya que era galileo, que me juzgara Herodes.

Como Herodes se encontraba en la ciudad por el motivo del Pésaj y de la Pascua, simplemente me llevaron hasta su palacio que tenía en Jerusalén.

Laura: ¿Hasta ahí estabas un poco más tranquilo de poder salvarte de la crucifixión? ¿O tenías claro que…?

Maestro Jesús: Pero querida hermana, yo quería trascender. Y sabéis que esa era la manera. Sí había ese deje de ego que pensaba: “¿Y si me sueltan?” Eran los demonios. Yo pensaba que era Lucifer jugando conmigo. “Debo trascender, es mi voluntad. No la de mi Padre, es la mía”.

Luego me llevaron hasta el palacio de Herodes y él estaba muy interesado en conocerme. Había escuchado hablar de mí y decía que quería que le hiciera milagros. Así que dijo que le hiciera algún milagro y yo no respondí ninguna palabra ante él. No tenía nada que responder ante él. Dijo que yo era inocente, que era un loco.

Adrián: ¿Por qué no respondió nada? ¿Por qué no le respondió ninguna pregunta? Solo quería los milagros, ¿no?

Maestro Jesús: Sí. Me humilló allí, se burlaron de mí. Todos. Me puso una túnica y un bastón que hacía de cetro. Y me devolvió con Pilato diciendo que si era un rey, que fuera como uno; humillándome así.

Ya de vuelta con Poncio Pilato vi su preocupación en su rostro. Decía:

–¿Y ahora qué hacemos contigo?

Yo le dije:

–La Voluntad de mi Padre.

Y en ese momento yo pensaba: “Mí voluntad”. Me dijo incluso que lo sentía. Lo comprendo. Yo le dije:

–Tu pecado no es más que el de quienes me han traído aquí. Suyo es el pecado, suya es la responsabilidad.

Pidieron nuevamente mi crucifixión. Él dijo que no iba a ser así, que iba a castigarme y luego a soltarme; pero no lo aceptaban. Todos en mi contra… Todos en mi contra. No quedaba ningún discípulo mío aparte del querido Juan. Admito que me sentí solo. Los comprendo, pero me sentí solo.

Laura: Claro. El pueblo… nadie aparte de Juan lo apoyaba. O sea, al principio sí que lo aclamaban y después…

Maestro Jesús: Seguramente había algunos que sí, pero no se atrevían. Todos aplaudían, como si esperaran que los romanos les dieran algo, no sé. Y el Sanedrín también.

De repente comenta Pilatos que puede soltar a un prisionero por la Pascua y habla de Barrabás. Él me llega incluso a decir en pocas palabras que esa es su última carta y que probablemente así me salve.

Él pensaba que me iba a dejar libre -el pueblo- porque Barrabás no era alguien cualquiera: había generado muchos problemas –era un asesino– y generaba muchos disturbios.

Pero no fue así. Caifás insistió en que Barrabás se salvara y que a mí me crucificaran. Todo el pueblo aclamó detrás, gritando: “¡Sí, que Barrabás se salve!», «¡que Barrabás se salve!», «¡que Barrabás sea libre!”, “¡que el Sanedrín tenga la razón!», «¡y si no, eres enemigo del César!”. Refiriéndose a Pilatos.

Adrián: ¿Usted le influyó a Barrabás? Porque dijo Pilato en una sesión anterior que después no generó tantos disturbios y demás. ¿Usted tuvo contacto con Barrabás?

Maestro Jesús: No, no. Para nada. Solo sé a nivel conceptual que él (suspira) presenció mi castigo y tomó bastante miedo, y se marchó a vivir tranquilo. Después de ver lo que me sucedía a mí pensó: “De la que me he salvado”.

Caifás era aclamado. Todo el mundo iba con el sumo sacerdote. Le pusieron en un gran aprieto, ¿eh?, a Pilato. Presentía que su cabeza podría correr peligro ante el César. Fuera como fuera, se disculpó ante mí y ante mi Dios.

Mandó que me castigaran más duro de lo normal. Yo sé que él quería que yo desencarnara antes de pasar por la cruz. Yo sabía que él quería que yo no llegara a pasar por la cruz: por la humillación, la humillación pública de la cruz. Por eso.

Él creía que era mejor ahorrarme eso. Pero yo tenía una constitución fuerte y me alimentaba bien: comía cordero, bebía vino. Aparte, sabía elevar mi pensamiento para no sentir tanto dolor. Algo que aprendí en la India meditando, trabajando el Vacío.

Aun así, los latigazos eran… era otra cosa. Me desgarraban la piel. Me insultaban, me escupían. Ahí comenzó la flagelación. “Dios mío…” –pensaba yo– “…perdónalos porque no saben lo que hacen”.

El dolor era intenso. Fue una flagelación mayor de lo normal, pero resistía. Me llegué a desmayar varias veces por el dolor. Me despertaban con agua helada.

Adrián: ¿Cuánto tiempo duró?

Maestro Jesús: Duró horas, duró horas.

Adrián: ¿Cuántas horas?

Maestro Jesús: Un par de horas duró.

Laura: ¿Cómo se encuentra ahora que está reviviendo el…?

Maestro Jesús: He trabajado mucho ese episodio con el querido Johnakan desde el plano suprafísico. Es un episodio que lo tengo bastante superado, muy superado para lo que fue.

No puedo contar mucho más de eso, porque al final es repetir lo mismo una y otra vez. Una y otra, una y otra. Claro que gritaba del dolor. Y como digo, me desmayaba. No importa lo mucho que elevara la conciencia, era bestial.

Adrián: ¿En qué pensaba en ese momento?

Maestro Jesús: Pensaba en mi Padre. No pensaba en otra cosa.

Adrián: Bueno, aguanta. Al final aguanta usted y, posteriormente: ¿sucede que le ponen una corona de espinas…?

Maestro Jesús: Inmediatamente después me colocan una corona de espinas. Me dicen:

-¿Eres rey? Ahí tienes, rey.

Y se burlan de mí. Pero yo casi no podía ya ni tenerme en pie.

Adrián: ¿Y le pusieron también una huella de calor en la frente?

Maestro Jesús: No, eso no pasó.

Adrián: ¿No pasó en ese momento y en ningún momento?

Maestro Jesús: No.

Adrián: ¿Le pusieron también un manto escarlata después de la tortura?

Maestro Jesús: Sí, la corona y el manto.

Adrián: ¿Y después qué ocurrió?

Maestro Jesús: Me llevan ante Caifás y ante el pueblo. Entonces, Pilatos comenta:

–¡Ya es suficiente creo! ¡Ya es suficiente! Este hombre ha sido castigado de forma ejemplar, más que ningún otro criminal. Lo hallo completamente inocente –comenta–. ¡No es necesaria la cruz!

Pero Caifás insiste:

–¡Sí es necesario crucificarlo! ¡Hay que crucificarlo!

Tenía tanto miedo de una revuelta, él… Se lava las manos y pasa todo aquel suceso. Entonces, ordena que me crucifiquen. Yo pensaba que… no sé qué pensaba realmente. Pensaba que no podía pasar algo peor ya que aquello.

En la humillación pública tuve que cargar un madero. En ningún momento cargué una cruz, solo fue un madero. “Solo». No podía ni tenerme en pie.

Adrián: ¿Era el madero que constituía la cruz?

Maestro Jesús: Sí. Un travesaño.

Adrián: Y usted lo transporta hasta el Gólgota y, ¿qué sucede ahí?

Maestro Jesús: El camino es un calvario total –haciendo un juego de palabras con el nombre real–. Todo el mundo me escupía. Me insultaban, se burlaban… Todos aquellos que antes me aplaudían, que me recibieron de forma triunfal, como si esperaran aceptación de los romanos, como si esperaran… no sé qué esperaban de los romanos, ¿que les aplaudieran? ¿Qué esperaban que les dieran?

No lo entendía, no lo entendía. Y me sentía solo e incomprendido. Admito que me sentía muy profundamente incomprendido. Todos aquellos con los que yo había… les había dado la Palabra, y no habían entendido nada.

Y me golpeaban. Con el madero a cuestas, me golpeaban. ;e escupían. Me golpeaban también los soldados mientras me daban latigazos. Me seguían flagelando por el camino.

Adrián: ¿Apareció esa mujer, Verónica, para limpiarle la sangre?

Maestro Jesús: Ese suceso no es real, querido hermano. Ese suceso no es real. No había nadie que estuviera de mi lado. Había alguna persona… Yo las veía como podía ver.

Y ellos estaban… miraban con una cara de compasión, algunos. Yo sabía que eran el prójimo, pero eran la minoría, eran la minoría. La mayoría me lanzaron piedras, me escupieron. Tenía todo el rostro de saliva y también los hombros. Me tiraban al piso, también… (suspiro).

Laura: ¿Cómo está?

Maestro Jesús: Es un episodio muy duro. Llegado a ese punto ya casi no sentía el dolor, ya casi no sentía el dolor…

El dolor más grande que tenía era la humillación, el sentir la incomprensión, el sentir que no tenía a nadie a mi lado. Y el sentir que dejaba solo a mis hermanos, que dejaba a lado a mis discípulos, que dejaba sola a mi madre, que no le quedaba mucho tampoco, pero… (suspiro).

Todo eso pensaba mientras elevaba mi conciencia al Padre.

Adrián: ¿Le ayudaron, le ayudó alguien a cargar el madero? ¿Simón de Cirene?

Maestro Jesús: Llegado a un tramo eso sí sucedió porque yo no podía continuar; un buen hombre que no quería problemas. Y así fue como, con un sufrimiento espantoso y… no puedo repetirlo eternamente. Es una y otra vez lo mismo. Luego paso al episodio de los clavos.

Adrián: La cruz, ¿era la forma clásica de cruz? ¿La cruz compacta immissa?

Maestro Jesús: Sí, era… se ancló, con el madero que yo llevaba el otro madero y se hizo una cruz. No solo fui yo, había dos personas más conmigo. Pero digamos que cada uno tenía su propia cruz. No es que tenía solución de continuidad, sino que eran cruces individuales.

Adrián: ¿Y cómo fue?

Maestro Jesús: Y entonces comienzan con los clavos por las muñecas.

Adrián: ¿A qué altura de las muñecas? ¿En las manos o en la muñeca?

Maestro Jesús: En la muñeca, me ataron por el antebrazo. Fueron hasta cincuenta martillazos para hundir los clavos. Utilizaron un clavo para los dos pies. Contrariamente a lo que la gente piensa, no me dolió tanto el episodio de las manos. Con un solo clavo, clavaron los dos pies. Eso me dolió mucho más… mucho más…

Adrián: ¿Había el reposapiés en la cruz? ¿Eso existía?

Maestro Jesús: Sí, sí.

Adrián: ¿Y cómo se sintió en ese momento?

Maestro Jesús: Me dolía más el espíritu que el cuerpo ya llegado a ese punto. Seguía con la corona de espinas, querido hermano. Ya después quedo clavado en la cruz y me desatan, digamos. A muchos les rompían las piernas para que murieran antes: a mí no. Aun así, no pude soportar tanto debido a las torturas infligidas.

Adrián: ¿También le clavaron una lanza?

Maestro Jesús: Estuve tres horas en la cruz… tres horas. No, lo de la lanza es muy al final. Mucho antes, yo veo al querido Juan, a mi madre, a María Magdalena, y a la otra María con la que fui a su casa.

No tenía ningún otro discípulo. Yo le dije a Juan que se ocupe de mi madre porque sabía que no le quedaba mucho tiempo tampoco, pero… Y aunque yo tenía hermanos, no es que no confiara en ellos, pero sé que tenían sus cosas, sus compromisos y sabía que Juan la iba a tratar mejor. Y lo hizo.

Hablaba, pero con un tono muy bajo ya. No tenía casi fuerzas para hablar. Yo cerraba los ojos pidiendo al Padre que me llevase. Pero no podía porque gritaban, la gente me insultaba todavía y no podía.

Había otras dos personas crucificadas conmigo. No es cierto la leyenda de que uno fuera bueno y otro fuera malo. Ambos decían lo mismo. Dijeron:

–Si eres el hijo de Dios, ¡sálvanos! ¡Sálvate tú y sálvanos a nosotros!

Dijeron:

–¡Por favor, matadnos a nosotros pero liberad a este hombre! ¡Es un hombre justo, es inocente, nosotros no! Hemos violado, hemos matado…

Yo les dije que de verdad me iban a acompañar al Reino de mi Padre y que iban a estar conmigo. No fue una mentira.

No existe el karma por el daño realizado. Aunque muchos de vosotros queráis pensar que el karma debería de sucederse porque vosotros veis el karma como un castigo; y el karma no es un castigo, es una lección a aprender.

Y esos queridos hermanos ya habían aprendido la lección: ya habían visto que lo que habían hecho no estaba bien. Así que no tenían karmas que arrastrar. Se dieron cuenta en el momento. Se convirtieron en el momento. Eso fue lo que sucedió.

Si tienes alguna pregunta, te escucho.

Adrián: Sí. ¿Entonces al final le clavan una lanza?

Maestro Jesús: Eso es muy al final, sí, eso es muy al final. Por el costado.

Adrián: ¿A qué altura del cuerpo?

Maestro Jesús: Por las costillas, más o menos.

Adrián: ¿Y cuál es la causa final de la muerte de usted?

Maestro Jesús: Yo acabo desencarnando por un colapso debido a la gran pérdida de sangre que alcanzo, por culpa sobre todo de la flagelación. Había gente que duraba mucho tiempo en la cruz. Yo aguanté solo tres horas debido a la flagelación.

Había perdido mucha sangre. Ya lo de la lanza casi ni lo noto, en ese momento ya casi ni lo noto.

Adrián: ¿Y es cierto que se ahoga con su propia sangre, también?

Maestro Jesús: Con tanta sangre no puede ser de otra manera, pero la causa real es un colapso a costa de toda la sangre que había perdido. Pero ya da igual, tenía órganos perforados y mucha asfixia también.

Adrián: Cuándo usted desencarna, ¿se producen esos temblores, o terremotos, o fenómenos meteorológicos que dice la Biblia?

Maestro Jesús: Sí, así es. Eso lo generarían estos seres que más tarde me devolverían a la vida.

Adrián: Aparte de eso, ¿produjeron otros efectos como hologramas haciendo ver que resucitaba a los muertos o alguna cosa…?

Maestro Jesús: No, eso ya no. No.

Adrián: Y se dice que usted descendió a los infiernos, que cuando desencarna desciende a la Octava Esfera.

Maestro Jesús: Hablamos de eso en otro momento, hermano. Hablamos de eso en otro momento si te parece. Ya el receptáculo está muy, muy, muy, muy desestabilizado.

Os mando toda mi Luz Crística y esta vez soy yo quien os tengo que agradecer porque también habéis hecho Obra conmigo, queridos hermanos.

Y a todos los que estáis allá al otro lado escuchando esto, os abrazo con mi Energía Crística.

Tranquilos, estoy a vuestro lado igualmente.

Adrián: Muchísimas gracias, Maestro. Hasta todo momento.

 


 

Parte II: Aclaraciones sobre la Crucifixión

 

Maestro Jesús: Queridos hermanos. Me comunico para cerrar este año, este curso para vosotros, a través de este hermano que sé que se lo he hecho pasar mal; que me disculpo por ello, que lo voy a recargar con Energía Crística, no os preocupéis.

Gracias por hacer eco de mis palabras, que a su vez son las palabras del Padre, Eón. Puedes preguntar, querido hermano.

Adrián: Gracias Maestro por volver a presentarse, primero de todo. Y bueno, la primera pregunta sería si es cierto que estando en la cruz usted dijo: “¿Padre, por qué me has abandonado?”.

Maestro Jesús: No, eso no lo dije. No.

Adrián: ¿Y tendría alguna cosa más que comentar acerca del episodio de la cruz? ¿Algo que dijera, algo que…?

Maestro Jesús: Rápidamente, rápidamente. Yo sé que a ti te interesan algunas curiosidades. Te puedo comentar que el madero, por ejemplo, pesaba unos aproximadamente 50 kilos.

Adrián: ¿Y de altura?

Maestro Jesús: No, no era tan alto. Fíjate que yo estaba… claro, depende también, porque el madero que yo llevaba era el madero, digamos, horizontal. El vertical ya estaba clavado.

El madero horizontal por un lado y el madero vertical por otro lado. Fíjate que yo estaba a una altura de apenas 1 metro. No es tan alto como sale en alguna de vuestras películas.

Pero sí que os puedo confirmar que hay una película vuestra que se llama “La Pasión de Cristo” que es bastante fidedigna en cuanto a los episodios que viví, sobre todo, todo lo que tiene que ver con la tortura, con la flagelación, etc., que directamente no puedo decir que sea exagerada –no, no lo es–, pero tampoco me parece que se quede corta.

Creo que plasma muy bien los hechos; aunque tiene una fidelidad de un 80%, porque todavía tiene algunos errores. Por ejemplo, todo lo que tiene que ver con Lucifer, presentando al Diablo como si fuera una mujer, cuando directamente sabemos que el Diablo no existe.

La figura del Diablo no existe; lo único era mis roles del ego, ¿no? Mis roles del ego. Pero bueno, es una manera de…

Laura: De plasmarlo, ¿no?

Maestro Jesús: De plasmarlo de forma visible, digamos. De forma simbólica.

Después, tampoco es cierto el episodio de Verónica, de la mujer que decís.

Y tampoco es cierto que mi madre tuviera un carácter tan duro como se la presenta: Ella era de un perfil mucho más bajo, mucho más bajo -diríais vosotros-. Tanto es así que yo tenía ascendencia sobre ella y no al revés. Ella nunca tuvo ascendencia sobre mí.

Y estuve aproximadamente un poco más de medio kilómetro hacia la zona de la ejecución donde se crucificaban. Fue mucho para mí, que no podía ni levantarme mientras me iban golpeando.

Este episodio lo noto enteramente descargado, enteramente descargado. No noto ningún tipo de carga conceptual al respecto. Y lo que más me dañó -como digo- fue el apartado emocional, más que el apartado físico.

Más que las torturas, fue eso: la sensación de estar dejando desamparados a mis hermanos y el hecho de sentir incomprensión; el hecho de sentir que nadie me comprendía, que me sentía solo.

Eso fue lo que más me dañó -digamos- de alguna manera. El hecho de saber que no tenía a mis hermanos, que el pueblo no me había escuchado… Eso me dañó mucho. Realmente todo lo que tiene que ver con la humillación y la tortura psicológica.

Nada más que eso, digamos. La carga de las penurias y los dolores físicos ya quedó atrás.

Adrián: En la cruz, en la cabeza, ¿había algún cartel que pusiera algo? ¿Y qué ponía?

Maestro Jesús: Jesús de Nazaret, Rey de los Judíos.

Adrián: ¿Le clavaron la lanza por compasión?

Maestro Jesús: Estaba en un estado lastimoso al lado de mis dos compañeros de cruz, que no habían sufrido esas flagelaciones. Realmente, lo hicieron porque tenían órdenes y, seguramente, las órdenes sí provenían de un poco de compasión, probablemente.

Pero desde luego que el soldado que lo ejecutó no fue por eso. Se regodeó haciéndolo.

Adrián: El denominado Sudario de Turín o Sábana Santa es la sábana con la que lo taparon en su sepulcro, ¿es real? Y si fuera real, ¿por qué quedó impregnada su silueta?

Maestro Jesús: Sí, sí, fue real. Y tiene que ver con la propia radiación a nivel extraterrestre. De todas maneras, querido hermano, ya te doy más detalles a la próxima vez, ¿te parece?

Sé que has hecho un trabajo audiovisual también, pero quiero que lo rescates la próxima vez y así te cuento todo lo que tiene que ver con la radiación.

Adrián: De acuerdo. Perfecto, Maestro.

Maestro Jesús: Es importante que eso te lo rescate a la próxima porque hay bastante asunto que se desconoce, como por ejemplo –y tú lo sabes– desde cuándo fue datado, digamos, la fecha de datación. Ya lo hablamos -de eso- en otro momento.

Adrián: De acuerdo. Y como última pregunta que teníamos es que usted en una sesión anterior mencionó a una entidad llamada Abba, cuando intencionó la voluntad más alta que pudiera captar, y luego captó a Eón. ¿Quién era Abba? ¿Qué es Abba?

Maestro Jesús: Abba es la entidad más alta que existe. Es el creador de Todo. El padre de todo y de todos.

Me gustaría terminar aclarando eso. Sé que todos mis discípulos huyeron. Huyeron porque tenían miedo de ser apresados también. Como digo, el propio Barrabás pudo ver lo que me sucedió y de alguna manera corrigió su conducta. Así que al final creo que también sirvió para algo.

Desde ya os digo, queridos hermanos, que no creo en ningún tipo de conquista que no sea la conquista de uno mismo. La conquista de uno mismo es la conquista del ego.

Gracias a todos por permitirme expresarme durante este tiempo. Me gustaría desearos mucha luz y felicidad para todos y cada uno de vosotros; que apoyéis esta querida misión de este querido hermano, de estos queridos hermanos.

Gracias a Tetra-El por permitirme expresarme y a todos vosotros por apoyarlo. Estaré con todos vosotros, si mi Padre quiere.

Hasta todo momento, queridos hermanos. Toda mi Luz Crística para todos. Hasta siempre, hasta siempre. Os amo.

Adrián: Gracias, Maestro.

 


 

Parte III: Mensaje Final sobre la Crucifixión

 

Raúl: ¿Qué tal, amigos? Vamos a ir con una canalización con el Maestro Jesús a ver qué nos cuenta referido a la Semana Santa 2022.

Maestro Jesús: Corría el 18 de abril del año 30. Un momento recordado por muchos, aunque pocos conocen la fecha auténtica. Mucho se ha especulado sobre aquello que sucedió.

Muchas personas continúan intentando dar importancia a las flagelaciones, a mi sufrimiento, cuando realmente lo auténtico importante y lo que más me dolió no fueron las torturas físicas –que lógicamente fue algo muy grande– sino otro tipo de tortura, una tortura mucho más espiritual:

Las burlas, las risas de todos aquellos que antes me aplaudían. Me dolió dejar de lado a mis discípulos y también que ellos me negaran y me abandonaran en cierto modo. Aunque no les reprocho, comprendo el miedo. Comprendo el miedo que tenían de que alguien los relacionara conmigo.

En el momento del juicio, muy poquitas personas quisieron hablar. A favor no hubo nadie que quisiera apoyarme aun después de yo haber hecho lo que hice por ellos. Pero, como digo, también lo comprendo, porque había miedo.

Tampoco hubo tantas personas que testificaran en mi contra, tampoco tantas. Y claro que yo tenía miedo porque sabía que el cuerpo sufre. El cuerpo sufre porque es débil.

Y yo elevaba mi conciencia al máximo en esos momentos de suplicio, pensando en mi Padre, poniéndome en el lugar de esas personas que estaban tan equivocadas.

De verdad os digo, queridos hermanos, que no juzguéis a nadie por mi muerte. Por ese momento que aconteció hace dos milenios y para el que todavía buscáis culpables. No lo hagáis, queridos hermanos.

Aun con todo el autocontrol que yo tenía del dolor y el conocimiento de mi cuerpo, sufrí mucho, mucho dolor físico también. Y claro que hubo momentos en que pensaba que a ver si no me crucificaban, pero sabía que era lo mejor para trascender.

En ese mismo momento tenía mucho miedo, pero ya tanto no sentía el dolor físico, ya tanto no.

Me encontraba semidesnudo, simplemente cubierto con un taparrabos, como vosotros los llamáis. Los clavos en las manos, como ya expliqué, me dolieron, pero no tanto como muchas veces se comenta. Me dolió más el clavo en los dos pies que se utilizó.

Eran clavos de 14 centímetros de largo, 7 u 8 milímetros de grosor. A una altura de 1 metro del suelo aproximadamente. Fueron como cincuenta martillazos los que tuve que soportar para que se clavaran los tres clavos. Cincuenta martillazos.

Mucho se ha especulado sobre mi auténtica muerte: Desencarné de shock hipovolémico. Por la pérdida de sangre, por las tantas torturas. Y si bien la asfixia era común en los casos de crucifixión, no es cierto lo que tanto se ha especulado de parte de expertos de que los crucificados todos morían de asfixia.

En algunos casos sí y claro que era una tremenda tortura respirar, pero no es cierto que en todos los casos o en la mayoría la gente desencarnara –los crucificados– por asfixia.

En la mayor parte de casos desencarnaban por infecciones de las heridas, lo que se llamaría choques sépticos, o bien por shocks hipovolémicos. También había quien moría por insolaciones. La carne era arrancada y masticada por animales salvajes. Algunos también desencarnaban porque les caían rayos encima.

Y esto no es fantasía, esta es la realidad. Y también se morían por deshidratación las personas que estaban crucificadas durante días.

Si bien yo solo soporté casi tres horas, es verdad que había personas que estaban tres, seis días crucificadas. Pero lógicamente no con las torturas que yo tuve que soportar.

No a todo el mundo le hacían torturas –o no tan agresivas– antes de ser crucificados. Lo mío fue excepcional y por eso no pude soportar tanto tiempo. Ya prácticamente no me veía, hacia el final, y no tenía casi voz para poder hablar.

Pude hablar con un tono de voz muy bajo cuando le pedí a Juan que se ocupara de mi madre, que sabía que tampoco le quedaba tanto tiempo de vida. De alguna manera ya casi no podía ver. Y aunque yo quería entregarme al Padre, las risas y las burlas de los demás impedían que pudiera dejarme llevar.

Es cierto que fue una tortura muy grande. Es cierto que no tengo nada de carga engrámica ya respecto a este episodio, pero creo que también es bueno hacer algunas aclaraciones al respecto, algunas aclaraciones de lo que significa la crucifixión y de lo que significó lo que yo pasé.

Porque sé que muchos de vosotros lo estudiáis el tema, y es bueno que no hayan misterios, que no haya ningún tipo de misterio.

Y si bien después hubo terremotos a causa de los seres de otro mundo que intentaron de alguna manera resucitarme más tarde, es cierto también que se resquebrajó parte del templo, pero todo esto fue para generar una sensación más extraordinaria de mi muerte.

Me ayudaron a elevar mi Palabra de alguna manera y a trascender. Pero realmente no tiene más de extraordinario que lo que estoy contando. No tiene más que lo que estoy contando.

Lo que más me dolía eran los pies. Era lo que más me dolía, pero sobre todo, el tremendo dolor espiritual que puedo decir que tenía.

Las dos personas que estaban a mí alrededor se arrepintieron inmediatamente de lo que habían hecho y en el momento que empezaron a pensar en mí, y no en ellos, pidiendo por favor que a mí me soltaran para que los crucificaran solo a ellos… porque yo era un hombre justo –decían–, en ese mismo momento se redimieron de todo: porque el karma no es un castigo, el karma es una lección a aprender; y una vez el karma se entiende no queda nada de todo eso, no queda nada, queridos hermanos.

Y por supuesto que esos espíritus se elevaron conmigo a pesar de todo el daño que habían provocado –que también es verdad– porque dejaron de pensar en ellos para pensar en mí, en el último momento. Para pensar en el otro. Y se habían dado cuenta que lo que habían hecho estaba mal. No importa que sea al final de su vida. No existe la penitencia, de ningún tipo.

Eso es todo lo que quería decir. Tengo mucho más por contar, no de este episodio. Lo único que puedo decir es que el querido José de Arimatea se apresuró mucho porque se acercaba el Sabbat.

Ya que en la forma de entender el mundo judía… faltaban pocas horas para que fuera Sabbat y en Sabbat no se trabajaba. Y se hubiera quedado mi cuerpo mucho tiempo ahí antes de lanzarme a una fosa común.

Entonces, es cierto que José de Arimatea le pidió a Poncio Pilato que bajara mi cuerpo para darme un trato distinto al del resto de los crucificados que se entregaban en fosas comunes. Y aunque Pilato se negó, finalmente con dinero logró sobornarlo, de alguna manera.

Pilato se negó y quiso una prueba también de que yo estaba muerto. Y de ahí el momento de la lanza. Fue cuando se clavó la lanza como para demostrar que yo ya había muerto. Fue por eso que se apresuró el tema de la lanza del centurión llamado Longinos.

Después de todo eso, ya con la prueba en la mano, aceptó las monedas y José me bajó, me llevó a un sepulcro y sucedería una historia para contar en otro momento.

Solo quería matizar algunos detalles, dar algunos datos extra. Creo que es importante que conozcáis estos detalles del tema de la crucifixión lo más posible.

Y, queridos hermanos, ya podemos cerrar este capítulo. Un capítulo en el que os aseguro, queridos hermanos, que no queda carga alguna gracias al querido trabajo, al estupendo trabajo de este querido hermano llamado Raúl.

Ahora os digo: Os envuelvo con mi Luz Crística a todos, queridos hermanos. Estaré con vosotros no en la próxima Semana Santa –como vosotros llamáis– sino cada día de vuestra vida, cada segundo, estoy con vosotros transfiriendo mi luz a todos.

Solo basta con pensarme, con intencionarme, y estoy a vuestro lado, de cada uno de vosotros.

Toda mi Luz. Hasta todo momento.

 


 

La Pasión de Jesús

 

Pasión de Cristo o de Jesús es la denominación convencional utilizada para englobar los episodios evangélicos que narran los sucesos protagonizados por Jesucristo entre la última cena y su crucifixión y muerte (el ciclo narrativo puede detenerse ahí —comprendiendo aproximadamente una noche y el día siguiente— o continuarse con su entierro y resurrección, al tercer día —el cómputo cronológico ha sido históricamente objeto de debate—).

 

Crucifixión Jesús

 

Crucifixión

 

La crucifixión de Jesús se narra en los evangelios y se hace referencia a ella en las epístolas bíblicas. La mayoría de los historiadores y especialistas en el Nuevo Testamento reconocen que la muerte en la cruz de Jesús de Nazaret es un hecho histórico,​ atestiguada por historiadores y otros autores no cristianos de los siglos i y ii d. C. que la mencionan. Sin embargo, no existe un consenso entre historiadores sobre las circunstancias o los detalles de la crucifixión.

Según el Nuevo Testamento, Jesús fue arrestado, juzgado por el Sanedrín de Jerusalén y sentenciado por el prefecto Poncio Pilato a ser flagelado y, finalmente, crucificado. En conjunto estos acontecimientos son conocidos como «la pasión de Cristo». Algunas fuentes no cristianas, como Josefo o Tácito, también aportan una imagen histórica, aunque muy esquemática, de la muerte violenta de Jesús.

El sufrimiento de Jesús y su muerte representan los aspectos centrales de la teología cristiana, incluyendo las doctrinas de la salvación y la expiación. Los cristianos han entendido teológicamente la muerte de Jesús en la cruz como muerte en sacrificio expiatorio.

 

Sudarios 

Santo Sudario de Oviedo

 

El Santo Sudario de Oviedo (conocido también por Pañolón de Oviedo, o Sudarium Domini) es una reliquia de la Iglesia católica que se encuentra depositada en la Cámara Santa de la Catedral de San Salvador de Oviedo, Asturias, España.​ Se trata un pañuelo de lino con varias manchas,​ de forma rectangular con unas medidas de 85,5 × 52,6 centímetros.

La palabra sudario proviene del latín «sudarium», que literalmente significa «trapo de sudor».​ En la antigua Roma se refería a un pañuelo para limpiarse la cara. Era un elemento usado en múltiples ceremonias y rituales romanos, desde los cuales pasó a la liturgia católica. 

Los rituales funerarios judíos incluyen el envolver el cadáver en uno o varios trozos de lino. En el caso de la Resurrección de Lázaro, se menciona que las extremidades estaban atadas con trozos de lino y que su rostro estaba envuelto en un sudario.​ En el caso de la resurrección de Jesús se menciona fue envuelto en telas aromatizadas, según la costumbre judía de dar sepultura.

Por otro lado. 

El Sudario de Turín —también conocido como la Síndone, la Sábana Santa o el Santo Sudario— es una tela de lino que muestra la imagen de un hombre que presenta marcas y traumas físicos propios de una crucifixión.

 

Santo Sudario de Turín, Sídone, Sábana Santa

 

​El sudario mide 436 cm × 113 cm. Se custodia en Turín, en la capilla de la Sábana Santa —construida expresamente para ese fin a finales del siglo XVII (1668-1694).

Los orígenes del sudario y su figura son objeto de debate entre científicos, teólogos, historiadores e investigadores. Algunos sostienen que el sudario es la tela que se colocó sobre el cuerpo de Jesucristo en el momento de su entierro, y que el rostro que aparece es el suyo. 

La Iglesia católica no ha manifestado oficialmente su aceptación o rechazo hacia el sudario.

En 1988 la Santa Sede autorizó la datación por carbono-14 de la sábana, que se realizó en tres laboratorios diferentes, y los tres laboratorios dataron la tela entre los siglos XIII y XIV (1260-1390).

 

Reconstrucción del Rostro de Jesús a Través del Análisis de la Sábana Santa de Turín

 

Santo Sudario de Turín, Sábana Santa, Sídone

 

Santo Sudario de Turín, Sábana Santa, Sídone

 

Santo Sudario de Turín, Sídone, Sábana Santa

Santo Sudario de Turín, Sídone o Sábana Santa

Reconstrucción rostro de Jesús Sábana Santa, Turín, Sídone

Sudario de turín, Maestro Jesús Santo Sudario de Turín, Sídone o Sábana Santa Surario de Turín Maestro Jesús

 

Reconstrucción del Rostro del Maestro Jesús en buen estado según la Sídone o Sábana Santa o Sudario de Turín
Reconstrucción del rostro del Maestro Jesús en buen estado a través de la Sídone

 


 

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Referencias

 

La Biblia

https://www.bibliaenlinea.org/nuevo-testamento

https://www.bibliaenlinea.org/mateo-26

https://www.bibliaenlinea.org/lucas-22

https://www.bibliaenlinea.org/juan-12

https://es.wikipedia.org/wiki/Abb%C3%A1

 

Biografías 

https://es.wikipedia.org/wiki/Jes%C3%BAs_de_Nazaret

https://es.wikipedia.org/wiki/Poncio_Pilato

 

Última Cena 

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Hechos históricos

https://es.wikipedia.org/wiki/Expulsi%C3%B3n_de_los_mercaderes_del_Templo

https://es.wikipedia.org/wiki/La_%C3%9Altima_Cena

https://es.wikipedia.org/wiki/Discurso_de_Despedida

https://es.wikipedia.org/wiki/Crucifixi%C3%B3n

https://es.wikipedia.org/wiki/Crucifixi%C3%B3n_de_Jes%C3%BAs

https://es.wikipedia.org/wiki/Pasi%C3%B3n_de_Cristo

https://www.youtube.com/watch?v=AKzSR0nsUYQ&ab_channel=ProyectoGalilea

https://es.wikipedia.org/wiki/Poncio_Pilato

https://es.wikipedia.org/wiki/Prefecto_romano

https://es.wikipedia.org/wiki/Palestina_en_tiempos_de_Jes%C3%BAs#:~:text=Israel%20fue%20un%20Estado%20teocr%C3%A1tico,sacerdote%20de%20Israel%20Sumo%20Sacerdote.

https://es.wikipedia.org/wiki/Ver%C3%B3nica_(santa)

https://es.wikipedia.org/wiki/Sim%C3%B3n_de_Cirene

 

Otros 

https://es.wikipedia.org/wiki/Pascua

https://es.wikipedia.org/wiki/Calvario

https://es.wikipedia.org/wiki/Santo_Sudario_de_Oviedo

https://es.wikipedia.org/wiki/Sudario_de_Tur%C3%ADn

https://www.elcomercio.es/culturas/201502/09/investigadores-espanoles-confirman-santo-20150209194843.html?ref=https%3A%2F%2Fwww.google.com%2F

https://es.wikipedia.org/wiki/Monte_de_los_Olivos

https://es.wikipedia.org/wiki/Grial

 

Película

https://es.vida-estilo.yahoo.com/jim-caviezel-protagonista-pasi%C3%B3n-cristo-121646579.html

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