07/08/19
De: Raúl Caballero
Nos explica la importancia de reconocer nuestras emociones, permitirnos sentir para obtener la primera clave de una sana inteligencia emocional.
Hace un rato hablé de la euforia y de la importancia de mantenerse en equilibrio respecto a esta. Siempre explico que es importante mantener un equilibrio respecto a las emociones, a cualquier tipo de emoción: un equilibrio respecto a las emociones negativas; también un equilibrio respecto a las emociones positivas. Lo único en lo que no creo equilibradamente es en el amor, que más que una emoción, es un sentimiento. Acá no hablo de amor personal, lo cual automáticamente lleva a la persona a los celos, lleva a la persona a sentir emociones. El amor personal es caprichoso, el amor personal es demandante, el amor personal necesita. No hablo ahora de ese amor. Hablo del amor puro, el amor impersonal, el amor como sentimiento puro, ese amor del que tanto habló el querido Maestro Jesús, hace dos milenios. Es en lo único en que no creo en equilibrio, en ese amor, en ESE amor. En todo lo demás sí creo en el equilibrio, en todo tipo de emociones creo en el equilibrio. Creo que es necesario no sólo mantener la euforia, sino mantener todas las emociones bajo control.
Pero lo que veo mucho, lo que percibo, lo que visualizo mucho en todo tipo de grupos espirituales, son personas que no se permiten sentir. No se permiten sentir, ¿por qué? Por que nos han mal enseñado. Lo voy a explicar esto ahora, porque no quiero que se mal entienda. Nos han enseñado a que las emociones, todas, son negativas. Hay personas en grupos espirituales que no se permiten sentir y sienten más que otros, por mucho que lo nieguen. ¿Cómo? Se autoengañan, entra el autoengaño. El autoengaño no es más que la manera que tiene el ego de buscar un justificativo utilizando como aliada la mente analítica. Entonces aparece el autoengaño, porque el autoengaño nubla el juicio racional de la persona. El que se autoengaña no se da cuenta, a diferencia del engaño que generalmente suele ser intencionado. En el autoengaño eso no ocurre, nunca es intencionado, siempre es intencionado por el ego, pero nunca lo percibe el sujeto. Entonces veo mucho en grupos espirituales personas que dicen “no, yo no me enojo”, “no, yo no me enojé”, “no, yo no sentí”, “no, yo no sentí rencor”, “no, yo no sentí celos”, “no, yo no, yo no, yo no…”, con lo cual no es verdad, también os lo digo, no es verdad.
Ahora bien, ¿qué es lo que pretendo con este pequeño audio, con esta humilde nota? Lo que pretendo es que nos permitamos sentir, porque la primera clave de una sana inteligencia emocional, es el análisis de nuestras emociones. Es decir, es nuestra capacidad para identificar lo que sentimos en cada momento. Y si nos engañamos, no identificamos lo que sentimos. Entonces ni siquiera tenemos el concepto más primario de esa inteligencia emocional, que es la comprensión, el análisis de nuestras emociones, el darnos cuenta. Por eso desde acá animo a poner nombres a lo que sintáis, a no tener miedo de enojaros, a no tener miedo de sentiros triste, de sentir rencor, de sentir envidia, de sentir celos, de sentir cualquier tipo de emoción que os han enseñado a que son perniciosas. Porque si bien lo son, el primer punto para lograr mantener ese equilibrio y lograr mantener esas emociones bajo control, es justamente identificarlas, y no podéis lograr una identificación de esto a no ser que dejéis de autoengañaros, y comprendáis que, por mucho que os hayan dicho que sea negativo sentirlo, es humano sentirlo, es humano sentirlo, es humano sentirlo. Permitid sentir cosas de humanos, y después controladlas, porque si lo permitís descontroladamente va a tomar el control de vuestra vida, las emociones. Porque a las emociones les encanta tomar el timón de la vida de uno. Pero las emociones están, y deben estarlas.
Os animo a que lo sintáis, a que lo identifiquéis, y a que no dejéis que el ego os engañe.
Gracias.
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